El Pacto Histórico y el Frente Nacional

El Pacto Histórico y el Frente Nacional

"Este escrito mío se inspira en la fotografía de mi padre cruzado de brazos frente a Alfonso López Pumarejo, el padre de los PACTOS políticos en Colombia"

Por: Gloria Gaitán
septiembre 29, 2021
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El Pacto Histórico y el Frente Nacional
Foto: cortesía

Vivir muchos años —como es mi caso— tiene grandes ventajas. Pero también es fuente de dolor, porque contamos con muchas vivencias, y esa experiencia nos permite ver, con toda claridad, cómo la historia del engaño se repite una y otra vez.

Este escrito mío se inspira en la fotografía de mi padre cruzado de brazos frente a Alfonso López Pumarejo, el padre de los PACTOS políticos en Colombia. Porque bien sabido es que nos cruzamos de brazos frente a otra persona para protegernos, porque le tenemos aprehensión y miedo y la rechazamos. ¡Cuánta razón tenía mi padre, pues se ha comprobado que López fue uno de los autores intelectuales de su asesinato!

Siempre que aparece un individuo con ansias ilimitadas de llegar a la presidencia, o cuando se está defendiendo un modelo político sin ideología diferente a la ambición de poder y se percibe que el añorado triunfo electoral está en peligro, se apela a la estratagema de proclamar y conformar un PACTO político.

Han sido muchos los PACTOS que se han hecho en Colombia desde 1944 hasta hoy:

  • La Unión Nacional que en 1944 lideraron Alfonso López Pumarejo y Alberto Lleras para detener la marcha del pueblo hacia el poder con Gaitán como candidato presidencial.
  • La Unión Nacional que conformó Mariano Ospina Pérez en 1946 en unión de la oligarquía liberal, una vez tomó posesión de la presidencia para gestar el genocidio contra el pueblo gaitanista, que incluyó el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán.
  • El Pacto Nacional, más conocido como el Pacto de Sitges, firmado en 1956 entre Alberto Lleras y Laureano Gómez para derrocar a Rojas Pinilla.
  • El Frente Nacional en 1957 para formalizar el reparto del poder entre la oligarquía liberal y conservadora.
  • El Pacto Histórico de la actualidad, que tiene por objeto derechizar el movimiento popular en un simulacro de disfraz del lobo en abuelita.

Así se ha hecho reiterativamente a través de nuestra historia. La oligarquía sabe que, en momentos de crisis, requiere de un pacto para mantenerse en el poder. Pero ahora, también en situación de crisis, Petro piensa que solo llegará al poder si hace un pacto con la extrema derecha y para ello apela a dos figuras representativas del establecimiento, el engaño y la violencia, Álvaro Gómez Hurtado y Alfonso López Pumarejo. Además de afirmar en sus discursos que el socialismo está desueto y que es el momento para que impere el capitalismo. Un capitalismo salvaje o no, nuevo o viejo, neo o antiquus, pero capitalismo al fin y al cabo.

En esos pactos no hay ideología; solo intereses personales con ambiciones de poder, buscando a toda costa el triunfo. No importa con quién se hagan las alianzas, ni los malabarismos pseudoideológicos de mecánica política disfrazados de tesis bondadosas, siempre pactando dizque para alcanzar la concordia y la paz.

En la actualidad vemos cómo los argumentos para legitimar el llamado Pacto Histórico que lidera el candidato presidencial Gustavo Petro son exactamente los mismos que aquellos que sirvieron para gestar la Unión Nacional en la década de los cuarenta, y luego, una década más tarde, el Frente Nacional, surgido del Pacto de Sitges.

Me tocó vivir de lleno la alienación popular cuando los gestores de la violencia, primero contra el Movimiento Gaitanista, gestada tanto por jefes liberales como conservadores y después del asesinato de Gaitán, el 9 de abril de 1948, contra los liberales en general, propusieron El Pacto de Sitges [1] o Pacto Nacional.

Este pacto, firmado por Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo, se legitimaba con argumentos que se fundamentaban en un “acuerdo sobre lo compartido”. Es decir que, años más tarde, después de que Álvaro Gómez hubiera intentado inútilmente que las víctimas de la violencia lo perdonaran y le permitieran ser presidente, recreó los pasos de su padre en el Pacto Nacional, repitiendo las tácticas utilizadas por su padre, que hasta hoy recordamos como el Monstruo.

El PACTO que firmaron en marzo de 1957 lo hicieron fundamentados en argumentos idénticos a los que le oímos a Gustavo Petro en su discurso en el Álvaro Gómez Hurtado para darle la bienvenida a Piedad Córdoba, presentando el Pacto Histórico como una novedad tomada de Álvaro Gómez Hurtado, argumento que solo es válido para quienes no vivieron la farsa que han significado todos esos pactos acordados en las décadas de los cuarenta y cincuenta, y que ahora, 50 años después, nos ponen de refrito, pretendiendo hacernos creer que es una novedad que salvará a Colombia.

Aquel Pacto de marzo del año 1957 argumentaba, palabras más, palabras menos, lo mismo que con emoción frenética nos presentaba Petro en su discurso como salvación para el momento que vivimos, acompañado de aplausos de Piedad que, a nombre del liberalismo, cada vez que nombraban a Álvaro Gómez Hurtado le hacía eco con su entusiasmo.

Basta comparar algunos argumentos de aquel Pacto de Marzo, que precisaba los términos del Pacto de Sitges o Pacto Nacional, para ver que es el mismo menú que nos presenta Petro hoy como la salvación del momento. Decían en aquel entonces (y lo repiten hoy):

-“Recomendación a todos los liberales y conservadores para que se unan en esfuerzo común para la restructuración institucional, única forma de hacer posible el juego libre de la democracia y la lucha respetable por el predominio de los principios que cada colectividad defiende”.

-“Solicitud de inmediata reconciliación de los afiliados a los dos partidos”.

-“Solicitud de que declaren convicción respecto a que sin unión no se puede restablecer la Constitución, única forma de que bajo su vigencia se puedan introducir reformas tendientes a mejorar la convivencia entre los colombianos”.

Se ha vuelto de común aceptación el adagio de que “quien no conoce la historia está condenad@ a repetirla”. Y ahora, en pleno siglo XXI, Petro pretende embutirnos propuestas viejas, ya desuetas, en odres que simulan ser nuevas, cuando la historia nos ha demostrado que solo son maniobras reiterada para conquistar el poder, sin otro resultado que la continuación de la Colombia injusta, inequitativa y secularmente sometida a la violencia.

[1] Llamado así porque fue firmado en esa ciudad española el 20 de julio de 1957.

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