Todo terminó para Napoleón Bonaparte, el Emperador, aquel lejano 18 de junio de 1815 en Waterloo, dando fin al imperio napoleónico y a los ideales de la revolución francesa. Treinta y tres años después, el 13 de Julio de 1848, en otro continente, América, otro país, Estados Unidos, en un poblado de granjas y producción agraria, un grupo de mujeres lideradas por Jane Hunt, harían la verdadera revolución americana: iniciar una justa por el derecho al voto para las mujeres.
La lucha femenina por sus derechos se ha dado a través de la historia. Siempre hemos sido minoría a pesar de ser la mayor población. En Inglaterra, Emmeline Pankhurst, colaboró en la creación de la Liga Sufragista de Mujeres, que fue considerada en su tiempo como una organización radical. Su frase: “No queremos quebrantar las leyes, queremos redactarlas y refrendarlas”, era lo más subversivo de su época, ella y sus compañeras fueron llevadas a prisión y en una huelga de hambre las alimentaron a la fuerza, pero nunca se rindieron. Su lucha lo cambió todo para siempre. En Estados Unidos somos el 54% las mujeres con derecho al sufragio. La memoria es muy corta, muy pocas recuerdan las gestas para poder llegar a merecer ese legítimo derecho y que quedara consagrado como la Enmienda XIX de la Constitución de USA.
Una tarde del caluroso verano de 1848 en el estado de Nueva York, en Waterloo se iniciaba un largo camino para que las mujeres tuvieran el derecho a elegir. Jane Hunt invitó a un grupo cinco amigas a un té y conversaron acerca del impedimento impuesto a las mujeres, como no tener derecho al voto, ni derecho a la propiedad, y decidieron que eso cambiaría. Las cinco mujeres organizaron la primera convención sobre los derechos de la mujer en Seneca Falls, NY, y escribieron un anuncio en el periódico local invitando a todas las mujeres.
Como consecuencia de esa convocatoria resultó un evento de dos días que lanzó el movimiento de los derechos de la mujer convirtiéndolo en una batalla por la igualdad. Paradójicamente a ese llamamiento asistieron 42 hombres y uno de ellos resultó ser el abolicionista Frederick Douglas que presentó un discurso histórico que unió las dos causas: abolir la esclavitud y luchar por los derechos de la mujer. El 20 de Julio de 1848, 68 mujeres y 32 hombres firmaron el documento oficial del movimiento por los derechos de la mujer. Así se dio el inicio al “Waterloo” femenino donde ellas saldrían triunfadoras. Hasta 1920 las mujeres blancas pudieron ejercerlo, mientras la minoría negra lo obtuvieron hasta 1967.
Ha sido tan largo el camino para lograr estampar la firma en una boleta electoral, que muchas olvidan la importancia de ese gesto. La palabra “sufragio” significa: “votar es un derecho y no un privilegio”. Hoy en el siglo XXI, en vísperas de una elección crucial para las mujeres, existe el peligro de elegir a un machista, xenófobo, abusador, tramposo, misógino, tantos adjetivos como le quepan, que no puedo entender como una gran mayoría de mujeres negras e inmigrantes apoyen al líder del acróstico MAGA: Make America Great Again, que en términos generales cuestiona la autonomía de las mujeres, les quita libertad reproductiva, tacha a los inmigrantes de portadores de enfermedades, delincuentes y no sé cuántas cosas más.
Es crucial recordar por qué estamos hoy aquí decidiendo nuestro futuro. El Proyecto 2025, de 900 páginas, creado por simpatizantes de Trump, aunque él niega apoyarlo, es una propuesta radical que le da plenos poderes al presidente, no imagino a Trump controlando la totalidad de la rama ejecutiva y podría despedir a miles de funcionarios públicos con solo un trino para llenar esas vacantes con leales seguidores. Tendría el control de la contratación federal, así como el uso de frases de orientación sexual e identidad de género, diversidad, equidad y derechos reproductivos. No puede llegar al poder este misógino a decirnos que hacer con nuestros deseos y nuestros cuerpos.
Además, tendría el control el Departamento de Justicia, la administración de alimentos y bebidas, la comisión de la bolsa de valores y ha dicho que eliminaría el departamento de educación. Para muestra un botón: en Florida, el gobernador De Santis, republicano, fallido candidato presidencial, ya ha prohibido usar la palabra “gay” en las escuelas públicas y prohibido libros, entre ellos “Cien años de soledad”, de García Márquez. Para una colombiana naturalizada esto es sencillamente aberrante.
Heritage Fundation, autor del Proyecto 2025, hizo circular la falsedad del fraude electoral, que le dio al entonces presidente Trump, el pretexto de incitar la insurrección y que los “maga”, sus seguidores, violaran la sede del congreso tomándolo por asalto, en un intento de autogolpe de Estado que fue transmitido en vivo y en directo por televisión, convirtiendo ese 6 de enero de 2021 en uno de los días más aciagos que he vivido en este país, (después del 9/11). Este proyecto 2025 causa terror.
La Corte Suprema, con Magistrados nombrados por él y confirmados por la mayoría republicana del Congreso, decidieron en el caso de Trump vs. United States, que el presidente tiene una “presunta impunidad absoluta de procesamiento penal si sus delitos fueron parte de sus actos oficiales”.
Con este precedente se echaría abajo la premisa que “nadie está por encima de ley”, excepto Trump. Ese es el escenario para una presunta victoria de este narciso delirante, y le daría plenos poderes de autócrata, poniendo en riesgo la democracia. Si es elegido, sería un real peligro sin el sistema de pesos y contrapesos.
Ya ejercí mi derecho enviando el voto por correo. No quiero defraudar a Jane Hunt, ni a las sufragistas que iniciaron el camino para que hoy podamos hacerlo libremente. Esas mujeres tuvieron su propia contienda, su Waterloo, no fueron vencidas como el héroe francés, unas batallaron en Estados Unidos, otras en Inglaterra, otras en Italia, muchas de ellas no vivieron para verlo, pero votar a conciencia hoy es un justo homenaje a sus luchas.