Reconozco que al comienzo no me importó. Dije, Nairo, consciente de su imagen nacional, y muy a pesar de ello, fue víctima de la encerrona que el matarife acostumbra hacer. Lo habrían contactado y, pese a sus compromisos comerciales y deportivos, las cosas debían darse para la foto. Nairo es Nairo. Y no creo que su prudencia lo traicione.
Ya luego, más reposado vi nuevamente la foto y entendí la situación. Me equivoqué.
Gracias Campeón Nairo y querida familia por esta generosa visita a nuestra familia pic.twitter.com/3KI0zn6qGF
— Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel) 18 de febrero de 2019
A Nairo nadie le va quitar sus títulos y, sobre todo, ser el mejor ciclista en la historia de Colombia. Todos mis respetos a él. Jamás, ni en esta vida ni en otras, millones de colombianos podremos hacer lo mismo que hizo deportivamente. Nairo es el campeón de Colombia.
Sin embargo, a Nairo, quien desde la victoria de Duque ya venía haciendo sus pinitos, nadie le va quitar que en política es un idiota y sobre todo un idiota útil. Y en eso sí lo superamos millones de colombianos, que sabemos el investigado Álvaro Uribe Vélez es, hoy por hoy, el colombiano politiqueramente más influyente, peligroso e indeseable de Colombia.
Nairo decidió una tendencia política y eso lo respeto profundamente. Lo graduaron de oficialista y eso lo pone junto a expertos analistas como Silvestre Dangond, Farid Mondragón o Mariana Pajon. Sin embargo, la cuestión es: ¿cómo poder argumentar y justificar con resignación dicha tendencia, cuando a su alrededor se convocan cientos de miles de voces campesinas víctimas de las prácticas neoliberales de los gobiernos, o cientos de miles de deportistas víctimas del olvido estatal, o cientos de miles de víctimas que vieron en el deporte una esperanza frente al dolor de los falsos positivos, o cientos de miles de estudiantes que, esperanzados en el deporte, desean combatir la desesperanza y la mediocridad del sistema educativo colombiano?
Nairo no es un ciudadano colombiano cualquiera, pero es un ciudadano. A él, la gloria en el deporte; a él, el olvido en su ideología. A él, la disciplina en el ciclismo; a él, la mediocridad en la política. Esperar que, como millones de colombianos que eligieron la guerra, asuma su responsabilidad y mande sus hijos a ella.
Al Nairo ciudadano le respeto, pero no le comparto que se ensucie las manos así. Al Nairo deportista lo apoyo y le deseo gane el Tour de Francia 2019.
Posdata. No agradezco los cientos de comentarios ultrajantes, calumniadores, injuriosos y típicos de la patología uribista que puedan venir. Sin embargo, concedo que resultan más que predecibles, consecuentes con los altísimos méritos delincuenciales de sus líderes.