Muy buena la decisión de los paisas de fundar un Centro para la Cuarta Revolución Industrial: significa que hay en Medellín que piensa que Colombia no tiene porqué renunciar definitivamente a la posibilidad de ponerse al día en materia de industria, ciencia y tecnología. Muy mala en cambio la decisión del presidente Duque de largarse a California, cuando todavía estaba fresca la firma de los documentos de fundación de dicho Centro, a comprarle a los gigantes americanos de la informática y el internet, lo que estos están más que urgidos de vender. Y pésima la decisión de los periodistas que ha presentado los resultados de ese viaje como un triunfo, simplemente porque unos cuantos directivos de dichas empresas recibieron a Duque y dándole palmaditas en le dijeron que sí, que le van a vender lo que el país está dispuesto a comprar y encima al precio que ellos fijan. Eso no es periodismo: es publicidad política encubierta.
El presidente de lo que nos queda de república independiente
no puede ir a negociar con unos señores que sí saben lo que quieren
cuando él mismo no sabe qué es lo que quiere él país
Y lean porqué lo digo. El presidente de lo que nos queda de república independiente no puede ir a negociar con unos señores que sí saben lo que quieren cuando él mismo no sabe qué es lo que quiere él país en esta materia a juzgar por su Plan Nacional de Desarrollo, que es cualquier cosa menos un plan de desarrollo que tenga entre sus objetivos prioritarios promover una industrialización de cuarta generación. Y lo que ella supone como primera exigencia para un país tan rústico como el nuestro: la transferencia de conocimientos y tecnología. Que es algo bien distinto a comprarle software y equipos a quienes los diseñan y fabrican en los Estados Unidos de América. Portátiles y teléfonos móviles puede comprar cualquiera. En cambio son pocos los que tienen las patentes que les permiten producirlos. En resumen: que Duque antes de irse de culipronto al emblemático Silicon Valley a comprometer al país en no se sabe bien qué debió promover un debate a escala nacional en el que con la participación de expertos e interesados de toda condición se hubiera definido qué diablos significa para Colombia “la industrialización de cuarta generación”. Y delineado en consecuencia las bases de una estrategia política y económica de largo plazo que permitiera lograrla. Pero el hecho de que Duque no lo haya hecho no significa que no debamos hacerlo. Y hacerlo teniendo en cuenta de antemano que los gigantes americanos de la informática no están para nada dispuestos a compartir su know how y que solo podremos vencer su resistencia a hacerlo si disponemos de alternativas. Si podemos decirles que si ellos no lo comparten si hay quien está dispuesto a hacerlo firmando con nosotros contratos que incluyan dicha condición. En suma: si somos capaces decirles sin que nos tiemble el pulso: o nos venden lo que queremos o se lo compramos a los chinos. ¡Es la libre competencia!