Por las acusaciones de pedofilia y el escándalo alrededor de los abusos sexuales cometidos por decenas de sacerdotes dentro de la Iglesia católica se vive un cisma que amenaza seriamente su liderazgo espiritual en el mundo. Además, el papado de Francisco vive momentos de crisis por la corrupción que han desatado los escándalos de abusos sexuales de los sacerdotes contra monjas y menores en los cinco continentes.
En Colombia, la Iglesia católica del Chocó, especialmente la Diócesis de Quibdó, no es la excepción. Después de varios años de evadir la justicia con su cambio de identidad, en cumplimiento de una orden judicial de la Fiscalía Seccional de Quibdó y el Juzgado Primero Penal con funciones de Control de Garantías, el 4 de octubre fue capturado el sacerdote y profesor de la Universidad del Chocó Antonio José Mena Abadía (Danilson Mena Abadía) por el delito de acceso carnal abusivo contra una menor de 14 años.
Se preguntarán quién es el padre Mena. Pues bien, él es un hombre nacido hace 49 años en Quibdó, en el hogar de una familia humilde y muy católica, formada por un padre ya fallecido que trabajó como auxiliar de topografía en el antiguo Ministerio de Obras Pública, seccional Chocó, y una ama de casa. Por la férrea vocación católica de esta familia el clero de Quibdó les ayudó con la formación educativa de sus hijos. De hecho, una de sus hijas se convirtió en monja y Antonio José, como ya sabemos en sacerdote.
El padre Antonio José desde temprana edad se destacó en las Parroquia de Fátima y San Judas Tadeo de la ciudad de Quibdó como catequista por su liderazgo entre sus compañeros. Por eso, la curia le ayudó en su formación como diácono y luego como sacerdote. Desde aquellos remotos años del decenio 80 del siglo XX, el padre Antonio Mena parece haber sido un religioso protegido por la curia chocoana, aun cuando desde sus inicios como catequista se conocían sus inclinaciones por las depravaciones sexuales. La curia guardó silencio y en el 2007 cuando conoció su condena por violación en Nicaragua no hizo nada para entregarlo a la justicia.
Hace diez años el padre Antonio José Mena Abadía cambió su nombre por el Danilson Mena Abadía para evadir sus prontuarios judiciales. Pese a que la Diócesis dice que no protege las pilatunas del padre Mena, guardó absoluto silencio frente a las acusaciones de violador y varios de sus sacerdotes colegas salieron a tratar de ocultar los hechos.
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Era febrero de 1997 cuando el padre Antonio José Mena Abadía llegó al Colegio La Sagrada Familia de Riohacha como profesor de música y religión, Cindy, una de las tantas víctimas de la depravación sexual del presbítero chocoano, tenía 12 años.
Esta niña que fue víctima del oscuro y extenso expediente de violador del sacerdote Mena en aquella fecha relató a la Fiscalía que el cura "después de que me besó empezó a meterme la mano por el uniforme porque tenía una faldita, luego a tocarme la vagina. Fue una cosa horrible la que sentí en el momento en el que me empezó a besar el cuello, lograba moverme la blusa tocarme los senos".
Además, otra niña del mismo colegio vivió el mismo infierno de los abusos del sacerdote. En aquel momento los padres de las dos menores denunciaron los hechos ante la Fiscalía de Riohacha, pero el depravado se fugó.
El padre Antonio Mena volvió aparecer en el 2001, o sea cuatro años después, en la ciudad de Estelí, capital del departamento del mismo en la República de Nicaragua. El nuevo escenario de sus acciones delictiva fue en el colegio de aquella localidad nicaragüense, donde abusó de la niña Zayra Ubeda Rodríguez, quien para esa época tenía 15 años.
La niña Ubeda narró el drama del abuso sexual de padre Mena con estas palabras: "Yo llegué con un pantaloncito y una camisetita, él empezó a tocarme las piernas y me arrancó el pantalón, entonces empecé a rechazarlo, pese a decirle que no quería eso y que me soltara, no lo hizo. Inició a tocarme abajo y por todo el cuello, y empezó a besarme por todo el cuerpo de una manera agresiva, como un animal, y en el mismo escritorio me penetró".
Su madre Martha Lorena Rodríguez Ruíz relata que cuando la niña llegó a la casa le enseñó el bikini ensangrentado y ella le dijo "vamos a denunciarlo, vamos a denunciarlo y vamos a proceder y vamos a tal fin, no importa que sea cura, no importa lo que pase vamos a denunciar”. De hecho, la señora Marta Lorena denunció al padre Mena ante las autoridades de Estelí, quienes encontraron en el cuerpo de Zayra pruebas contundentes para determinar que había sido violada por el padre Mena. Las autoridades judiciales lo procesaron y lo condenaron a 20 años de cárcel, pero cuando emitieron su orden de captura, antes que las autoridades hicieran efectiva su detención por segunda vez, el padre Mena huyó.
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Ahora el padre Mena dice “que días después de mi regreso legal a Colombia desde Nicaragua en el 2001, una madre de familia se acercó a las autoridades de ese país argumentando por diferencias religiosas e intereses económicos que supuestamente había abusado de su hija de 16 años, generando por parte de la justicia de ese país ningún tipo de pruebas en mi contra distinta a su denuncia”.
Sin embargo, los hechos y el testimonio de Martha Lorena Rodríguez Ruíz, madre de Zayra, dice lo contrario cuando subraya que “al padre Mena no le valió el dinero su palabrería bonita ni sus influencias”. Por la tanto, quedan muchas dudas de que la justicia nicaragüense hubiera actuado de manera poco transparente. En ese caso el sacerdote Mena Abadía había podido acudir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y solicitar medidas cautelares, pero no lo hizo, sino que huyó.
Ahora dice el padre Mena que lo que existe en Nicaragua "es una denuncia y la declaratoria de haberle realizado un juicio como persona ausente donde nunca tuvo garantías a la defensa”. De la lectura de los documentos de este caso y de los testimonios de la Asociación Autónoma de Mujeres contra el Abuso Sexual de Nicaragua, de la Defensoría del Pueblo nicaragüense, y de otras personalidades que conocen esta historia, el sacerdote se contradice en sus afirmaciones.
Y más aún cuando lo que dicen las autoridades nicaragüenses fue que huyó a Bolivia, lo rastrearon y apareció ejerciendo el sacerdocio como párroco en la Iglesia de San José Obrero, en la ciudad de Camiri, provincia de Cordillera, en el departamento de Santa Cruz.
Son tan evidentes las pericias del padre Mena para evadir la justicia que dice “que el 2 de mayo del 2002 con el padre Antún Ramos fueron los héroes cuando la exguerrilla de las Farc causó la muerte a 119 civiles como consecuencia del lanzamiento y explosión de un cilindro bomba en la Iglesia de Bojayá y que por las amenazas se cambió el nombre".
Lo curioso es que para evadir la justicia el padre Mena supuestamente pasó de ser miembro de la Iglesia católica de Bolivia a formar parte del clero de la Diócesis de Quibdó, escondiéndose de sus fechorías en aquella fecha en la parroquia de Bojayá, en las selvas del Chocó. Sin embargo, existen varias versiones de los habitantes de Bojayá que señalan que el padre Antonio Mena estuvo en aquella parroquia de 1995 a 1986, es decir, seis años antes de la masacre.
Lo curioso de este caso es que el padre Mena se cambió el nombre en el 2010, cuando desde el 2008 las autoridades nicaragüenses rastreaban su paradero en Bolivia, habían pasado ocho años de la masacre en Bojayá, las Farc estaba en procesos de negociación de paz con el gobierno y, desde luego, las amenazas contra la población civil habían cesado.
Todo parece indicar que el padre Mena astutamente se refugió en las selvas del Chocó para despistar a las autoridades nicaragüenses que pensando que estaba en Bolivia el 20 de febrero de 2008 por intermedio del Viceministro de Relaciones Exteriores y Cultos de Nicaragua tramitaron la remisión del expediente Nº 0313-0003-07-07 PN del Ministerio Público nicaragüense, mediante el cual se motivó su pedido de extradición a Bolivia.
En virtud de haber recaído en su contra una sentencia condenatoria, emitida el 19 de octubre de 2001 por el Juzgado de Distrito Civil y Penal IN de la ciudad de Estelí por la comisión del delito de violación, tipificado en el artículo 195 del Código Penal de Nicaragua, perpetrado en perjuicio de la niña Zayra Úbeda Rodríguez.
Esta condena fue ratificada por la Sala Penal de la Corte Suprema de Nicaragua mediante auto de 20 de junio de 2007. En el documento de solicitud de extradición que en sus apartes, dice: “La Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, con la facultad conferida por el inc. 3º del Artículo 50 de la Ley Nº 1970, dispone la Detención preventiva con fines de extradición de Antonio Mena Abadía, mayor de edad, soltero, nacido en Quibdó, Colombia, diácono, piel morena, ojos negros, que a la fecha del certificado de antecedentes de fojas 43 (12 de octubre de 2001), contaba con la edad de 50 años, con domicilio anterior en el Obispado de Estela, en la República de Nicaragua, actualmente párroco de la Iglesia de San José Obrero de la ciudad de Camiri, Provincia Cordillera del Departamento de Santa Cruz".
Posteriormente, la Interpol emitió una circular roja para pedir su captura en cualquier país del mundo como prófugo de la justicia. El padre Mena antes que las autoridades bolivianas le echaran el guante huyó a Ecuador y después reapareció en las selvas del Chocó.
De las selvas del Chocó, el 2007 el padre Antonio Mena reapareció en Bogotá ejerciendo el sacerdocio en la Parroquia San Carlos Borromeo, en el barrio Villa Luz. En noviembre de aquel año abusó de una menor de 13 años. Los familiares de la niña relataron que empleó la astucia de ofrecerse como orientador psicológico de la menor para acercarse a ella y cometer su fechoría.
Los familiares denunciaron los hechos y esto sirvió para que las autoridades lo capturaran y se dieran cuenta de que tenía una condena pendiente de 20 años por el delito de violación en Nicaragua. En diciembre del 2007 fue detenido en Chapinero y quedó en libertad porque Colombia no tiene tratado de extradición vigente con Nicaragua, dado que cuando triunfó la revolución sandinista la junta de gobierno invalidó todos los tratados que había firmado el gobierno nicaragüense durante la ocupación norteamericana.
En aquel momento el obispo de Engativá, monseñor Héctor Gutiérrez Pabón, dijo que había verificado que el sacerdote Mena contaba con las licencias para ejercer el sacerdocio y que había consultado su superior en el Ecuador. Pese a que el obispo de la Diócesis de Engativá calificó el hecho como un comportamiento gravísimo del padre Mena y que tenía que responder ante la ley, el padre Mena no respondió ni ante la iglesia ni ante la justicia porque fue dejado en libertad y volvió a desaparecer de Bogotá.
Y pese a que el arzobispo de Bogotá de aquel momento Pedro Rubiano emitió un comunicado donde señaló que “había ejercido el ministerio de manera ilícita en la jurisdicción de la arquidiócesis”, lo censurable fue que la jerarquía de la Iglesia católica colombiana, y especialmente el clero del Chocó, sabía que este padre era un peligro para los niños y lo mantuvo en secreto.
En el 2013 reapareció de nuevo en su tierra natal Quibdó como profesor de la Universidad del Chocó, volviendo a reincidir como abusador sexual, violando una niña de 14 años, a la cual embarazó y tiene un niño de un año de nacido. Según relató el padre de la niña, Robinson Mosquera, en una entrevista con el periodista chocoano Omar Lozano Perea, el padre Mena entrega una mensualidad de $300 mil pesos para la manutención del niño.
Este caso que al parecer fue denunciado ante el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar tampoco prosperó. Sin embargo, como como no hay mal que dure cien años, ayer la Fiscalía del Chocó escuchó la versión de la niña y por estos hechos fue que la justicia le dictó medida de detención y está siendo procesado.
Finalmente, lo que queda en claro en esta historia siniestra del padre Mena Abadía es que se cambió de nombre para borrar su reprochable y oscuro pasado delincuencial y para ocultar el demonio que lleva adentro.