El oro seguirá brillando en el mundo financiero como garantía de amparo en la emisiones de billetes, conforme venía ocurriendo antes de los años 70 cuando fue sustituido por el petróleo en el mercadeo global, comprometiendo y acaparando los EE.UU. las grandes producciones internacionales, blindadas con infraestructuras militares dispuestas a amenazar, intervenir, invadir como piratas y provocar conflictos bélicos, imponiendo legislaciones prohibitivas con prácticas de castigos sancionatorios en los regímenes legales extraterritoriales, financieros y comerciales por incumplimientos imperiales, ordenado, condicionado o pretendido.
Nada es eterno en la vida, transformándose y evolucionando en diversas novedades y cambios de altos y bajos calibres. Los imperios también se desboronan por efectos sustitutos. El oro nuevamente se constituye en amparo económico de las monedas circulantes en las compras y cambio comercial.
El petrodólar viene en picada por la forzosa y obligatoria cotización de divisas al erradicarse el consumo de combustibles fósiles y carbón por acuerdo entre naciones; fundamentada en el cambio climático, que genera recalentamiento progresivo. La desarticulación del dólar es una bomba de tiempo que afecta la economía de muchos países que se rigen por el sistema de cambios en dólar, lo cual va a repercutir en los negocios internos e internacionales por los desmontes de los sistemas operativos de transacciones monetarias y valores equivalentes. ¿Cómo se impondrá los EE.UU. frente a la china, respaldando su moneda con oro, en competencia, sobre las ventas de petróleo cotizadas en bolsa de valores financieras?
A los EE.UU. le toca enfrentar reformas de estabilidades financieras en las conversiones de las divisas, en operaciones de cambios mercantiles globales, en el manejo de mercados, moderando estrategias relativas a confrontaciones, impositivas a los aliados, conciliando las diferencias, adoptando e implementando medidas que se adecuen a las transformaciones, unificando criterios y acuerdos.
El uso de las energías naturales, eólicas, solar y otras, coadyuvada con el cierre de los mercados en las demandas de consumo de hidrocarburos y carbón, liberan de compromisos y acondicionamiento impositivo y obligatorio, establecido con el uso del petrodólar por los Estados Unidos. Rusia, China y Arabia abrieron ofertas a la comercialización de oro para acuñar y respaldar su moneda en desafío a las competencias de ofertas y demandas de mercados.
EE.UU. con el presidente Donald Trump se está rezagando en no entender la realidad viviente sobre las amenazas de recalentamiento de la tierra; aferrándose a provocar y cazar disputas y guerras. La producción y comercialización del petróleo genera las guerras. Esto obliga a destinar parte de los ingresos de ventas del combustible a la compra de armas, proveída por los EE.UU. Si se acaba el comercio del petróleo no se acabarán las guerras, originándose por otros motivos. Lo que sí coartan son las amenazas y castigos aplicados por los americanos a quienes no obedecían órdenes, ni les cumplían sus dictámenes, con bloqueos económicos eternos.
La caída del petrodólar desvanece el dominio imperante de los EE.UU. El presidente Trump se obstina ignorar de manera caprichosa el peligro eminente que nos acecha, por descuidos y maltrato con el medio ambiente, para prevenir catástrofe natural. Si los Estados Unidos quiere evitar un desplome traumático del petrodólar debe comenzar de nuevo con acuñar oro, diamante, plata, esmeralda o cualquier metal o piedra preciosas de valor para que amparen a emisiones de dólares. Sujetar, soportar y amparar los valores económicos en la emisión y cotización de los pesos o moneda de cambio en productos mineros, extraídos de la tierra, resultaría contraproducente con el medioambiente.
El Banco de la República de Colombia en vez de comprar dólares, debe comprar más bien oro para acuñar y respaldar la cotización del peso colombiano y pagar la deuda externa. En la compra de petrodólares se han invertido billones de pesos que pueden ser cambiados por la compra el oro que se explota en el territorio nacional. Lo anterior para no perder el valor adquisitivo, antes de que se desvalúe el dólar en el futuro.