El presidente Gustavo Petro ha convocado nuevamente a las calles de Colombia, esta vez bajo el pretexto de defender las reformas laboral, pensional y de salud, todas enfrentadas a serios tropiezos en el Congreso de la República.
A primera vista, podría parecer una lucha por la justicia social, pero tras este telón se esconde una jugada más astuta: el lanzamiento anticipado de una campaña presidencial del Pacto Histórico para 2026, orquestada en cinco instancias electorales, como las describió el exministro Juan Fernando Cristo. Estas cinco vueltas —la consulta popular de marzo de 2025, las consultas internas de partidos en octubre de 2025, las elecciones de Congreso y consultas interpartidistas en marzo de 2026, y las dos rondas presidenciales en mayo y junio de 2026— no son un simple ejercicio de participación, sino una estrategia populista para posicionar a Petro y su movimiento como protagonistas inevitables del próximo ciclo electoral, usando las reformas como combustible político.
Las reformas laboral, pensional y de salud, presentadas como pilares de la transformación social, han chocado con un Congreso dividido y una oposición que, aunque desarticulada, ha sabido explotar las fisuras de unas propuestas mal concebidas y peor consensuadas. La reforma laboral, con su apuesta por contratos indefinidos y recargos nocturnos del 100%, ha sido señalada por expertos y gremios como un fardo insostenible para un mercado laboral donde el 58% de los trabajadores son informales (DANE, 2025).
La pensional, aprobada a trompicones, pende de un hilo en la Corte Constitucional, cuestionada por su viabilidad fiscal y vicios de trámite. La reforma a la salud, que buscaba desmantelar las EPS y centralizar el sistema en el Estado, se hundió en el Senado en 2024 tras críticas por su falta de claridad, su inviabilidad financiera y la incapacidad estatal para asumir una gestión eficiente.
Frente a estos reveses, Petro podría haber optado por el diálogo o por rediseñar sus proyectos. En cambio, ha decidido saltarse las instituciones y apelar al fervor de las plazas, justificando las marchas como una respuesta al "bloqueo" del Legislativo. Pero este relato del "pueblo contra las élites" no es más que una cortina de humo para un objetivo mayor: preparar el terreno electoral.
La consulta popular de marzo de 2025, primera de las cinco vueltas, no es un simple mecanismo de participación ciudadana; es el acto inaugural de una campaña que se extenderá hasta junio de 2026. Le seguirán las consultas internas de los partidos el tercer domingo de octubre de 2025, la elección de Congreso y consultas interpartidistas en marzo de 2026, y las dos vueltas presidenciales en mayo y junio de 2026.
En este esquema, el Pacto Histórico podría aprovechar cada instancia para consolidar su maquinaria, movilizar a su base y mantener a Petro como el eje de la narrativa política. Cada marcha, cada discurso desde el balcón de la Casa de Nariño, cada denuncia de conspiración contra su Gobierno, es un ensayo para ese calendario electoral. No se trata de salvar las reformas, sino de convertirlas en un estandarte que galvanice a sus seguidores y proyecte al Pacto como la única fuerza capaz de "cumplir el mandato popular".
Esta maniobra tiene un tufo de oportunismo político. Petro sabe que su gobierno, a medio camino, muestra signos de desgaste: escándalos como el de la UNGRD, una economía estancada (1.5% de crecimiento proyectado para 2025, Banco de la República) y una incapacidad crónica para construir mayorías en el Congreso han erosionado su capital político.
Las reformas le ofrecen una excusa perfecta para salir a las calles y recuperar la iniciativa. La laboral ignora la realidad de un mercado donde encarecer la contratación formal podría disparar el desempleo estructural (9.3%, DANE). La pensional no resuelve la fragilidad fiscal del Estado ni garantiza sostenibilidad, como advierte Fedesarrollo (2024).
La reforma a la salud, por su parte, prometía universalidad, pero naufragó ante la ineficiencia absoluta del Estado para gestionar recursos públicos, la excesiva tramitología y burocracia que paralizan proyectos, y la falta de planeación a mediano y largo plazo en estrategias de promoción y prevención. Además, su discurso de "trato digno" al personal sanitario se quedó en palabras populistas sin claridad sobre salarios, estabilidad o condiciones reales. A Petro no le interesa tanto la implementación práctica como el simbolismo: las reformas son un grito de guerra electoral, no soluciones técnicas.
El espectáculo de las marchas, entonces, no es una defensa genuina de los derechos del pueblo, sino una jugada maquiavélica para posicionar al Pacto Histórico de cara a 2026. Al desviar el debate de las reformas al terreno emocional de las plazas, Petro evade la responsabilidad de negociar con un Congreso que, aunque imperfecto, representa la pluralidad del país.
La consulta popular de marzo de 2025, lejos de fortalecer la democracia, la debilita al socavar las instituciones y convertir al presidente en el árbitro directo de la voluntad ciudadana. Es una estrategia brillante en su cinismo: usa el fracaso legislativo como combustible para una campaña que ya está en marcha, con cinco actos —marzo de 2025, octubre de 2025, marzo de 2026, mayo de 2026 y junio de 2026— diseñados para mantenerlo en el centro del escenario.
En conclusión, las marchas de Petro no son el clamor de un pueblo oprimido, sino el telón de apertura de una campaña presidencial anticipada en cinco instancias electorales: la consulta de marzo de 2025, las consultas internas de octubre de 2025, las elecciones de Congreso y consultas interpartidistas de marzo de 2026, y las dos vueltas presidenciales de mayo y junio de 2026. La reforma laboral, pensional y de salud, con sus tropiezos en el Congreso, son solo un pretexto para movilizar a la base del Pacto Histórico y proyectar una imagen de lucha que trascienda su mandato. Colombia merece un debate serio sobre su futuro, no un guion electoral disfrazado de justicia social. Si Petro realmente quisiera resultados, estaría ajustando sus propuestas en el Capitolio, no ensayando su próximo discurso electoral en las calles.
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