Solo una sociedad enferma desprecia las profesiones más nobles y enaltecen y se arrodillan ante los que se dedican a enriquecerse quitándole a otros.
Qué sería de los profesionales que no pueden preparar sus alimentos en casa sin los cocineros y su aroma de aceite frito. O cómo haríamos si no existiera el oficio de los que recogen basura en las grandes ciudades; cuánto tiempo aguantaríamos, en cuestión de días, las casas y calles se llenarían de plagas. Entonces por qué despreciar la fragancia a basura de estos señores. Qué me dicen del campesino con su olor a sudor y su ropa raída. O el mecánico y su fragancia a grasa y aceite quemado.
Después de la pandemia. los países más desarrollados del planeta están apreciando por la fuerza a estos oficios. No hay mano de obra disponible y les tocó subir los salarios para que la gente se anime a continuar trabajando en estos quehaceres que antes despreciaban; no estamos lejos del día en que un mesero gane más que un ingeniero.
Todas las profesiones son respetables. Una cantante como Marbelle, que con su talento gana millones bien merecidos, puede participar en un reality donde seguramente disfrutó los aromas del aceite frito. Pero debería pensarlo dos veces antes de denigrar de otros, y más cuando en su pasado gozó con los aromas del enriquecimiento ilícito de quien fue su marido, el señor Royne Chávez, condenado por ese delito.
Se prefiere mil veces el aroma de aceite frito del que se gana la vida honestamente a la hediondez del alma del perfumado ladrón de saco y corbata.