Hace unos días, el director ejecutivo de la Confederación de Comunidades Judías de Colombia, Marcos Peckel, escribió un trino cargado de odio contra los palestinos, a quienes de paso comparó con Pablo Escobar. El motivo fue la exhibición de una bandera palestina en el partido de fútbol del mundial sub 20, entre Colombia e Israel.
El trino no es ajeno a la línea de base del pensamiento sionista, el cual busca la negación absoluta de todo aquello que guarde un significado palestino. En otras palabras, el sionismo busca erradicar el recuerdo y la identidad palestina y negarles a los palestinos el derecho a existir.
En Palestina ocupada ya de por sí es un “delito” que un palestino muestre su bandera nacional so pena de ir secuestrado por las fuerzas de ocupación. La repulsión sionista a lo palestino incluso prohíbe que los palestinos combinen en su ropa los colores de la bandera.
El mundo recuerda con asco, la profanación del funeral de la periodista Shereen Abu Akleh -asesinada por un francotirador israelí frente a las cámaras de televisión- donde las fuerzas de ocupación la emprendieron contra los dolientes ante la “provocación” que implicaba usar la bandera palestina en el cortejo.
Así las cosas, el racista trino de Peckel solamente es una extensión del odio y el racismo que impera en Palestina ocupada. Peckel nos mostró la real cara de la ocupación.
Pero el problema va más allá del lenguaje de odio esgrimido por Peckel. El problema radica en que una disculpa destemplada y genérica, de la mano de la lavada de cara a la que se prestó la Revista Semana
-donde irónicamente entrevistan al victimario mientras silencian a la víctima-, serán la salida a algo tan aberrante y grave.
En el entretanto, la página web de la Cancillería Colombiana sigue mostrando el perfil de Marcos Peckel como uno de su grupo de expertos. En redes sociales, Peckel sigue presentándose como profesor de la Académia Diplomática. Así mismo, en el Ministerio del Interior, en la Dirección de Asuntos Religiosos, Peckel sigue teniendo un asiento de forma inexplicable, toda vez que él no es clérigo ni judío, ni cristiano, ni musulmán, ni nada por el estilo.
Vale la pena preguntarse también, ¿qué tipo de enseñanza objetiva reciben los alumnos de Marcos Peckel en sus cursos sobre Medio Oriente en la Universidad del Rosario y en la Universidad Externado en relación con Palestina?, la misma Palestina que Peckel compara con Pablo Escobar y a la que niega su existencia y sus derechos mínimos. Una pregunta a la que seguramente las respectivas rectorías responderían con evasivas o relativizaciones.
Infortunadamente la normalización del odio y el racismo contra los palestinos llegó a Colombia hace rato y Marcos Peckel es uno más de sus exponentes. Muy triste sin embargo, que algo tan grave pase de agache y que prestigiosos medios locales ayuden al autor a salir limpio del “impasse”.