El pasado 18 de junio la Comisión 7 de la cámara aprobó en primer debate la reforma laboral presentada por el gobierno y respaldada por las centrales obreras.
El hecho reprochable de esta definición obedece a que fueron eliminados 20 artículos que se ocupaban de los derechos colectivos, denominados en el argot internacional por la OIT como las libertades sindicales.
Esa libertades son el derecho de asociación, negociación y huelga, derivados de los convenios 87 y 98 de 1948 de la OIT y ratificados por Colombia con la ley 26 de 1976.
¿Por qué no aprobar en la reforma dichos derechos?
Ellos han sido recomendaciones y formulaciones de la misma OIT, de la Comisión de asuntos sociales y laborales de la OCDE y del departamento de estado del trabajo de los EE. UU. Y de su homólogo de Canadá. Todas decisiones en el marco del empresariado de promover los TLC y de ser socio de la OCDE. En la OIT han estado siempre desde su fundación en 1919. Es decir para incorporarse a sus negocios muy bien pero para cumplir normas de libertades sindicales, pues no.
La eliminación de la parte colectiva obedece al odio que el empresariado de las grandes corporaciones nacionales y extranjeras han desplegado contra el sindicalismo en nuestro país.
Sistemática violencia antisindical, vinculando al sindicalismo a las funcionalidades guerrilleras y señalándolo de destruir las empresas por los altos costos laborales y la estabilidad laboral
Para ello han recurrido a una sistemática violencia antisindical.
Primero vinculando al sindicalismo a las funcionalidades guerrilleras y segundo señalándolo de destruir las empresas por los altos costos laborales y la estabilidad laboral.
Este proceso inicia en el contexto del conflicto armado y aprovechando el descontento con acciones violentas de la guerrilla como el secuestro y la violencia política, inducen a señalárselas que eran respaldadas por el sindicalismo, de manera obviamente falsa. Más de 3400 dirigentes y activistas sindicales son asesinados en los últimos 45 años. Con eso logran una estigmatización y un desprestigio y un miedo infinito al sindicalismo.
Lo otro proviene con el inicio del neoliberalismo desde mediados de la década del 80 al responsabilizar a los sindicatos de los altos costos laborales y la estabilidad laboral y por tal emprendieron una arremetida contra esos derechos y los sindicatos, pues son la herramienta para oponerse a sus desmonte.
La tarea la han cumplido a cabalidad y cabalgando sobre la actual correlación de fuerzas en el Congreso proceden a eliminarlos de la reforma.
En la década del 80 el sindicalismo representaba una tasa de afiliación del 15 % y hoy después de la violencia antisindical y la flexibilización neoliberal escasamente es del 5 %.
Está es la situación que les conviene para que el sindicalismo mantenga esa marginalidad en la afiliación, aunque muchos lo reconocen, siguen siendo el mayor referente de la lucha por los derechos y la movilización social.
El odio de clase entonces ha sido sistemático de parte del empresariado. El adalid en esa lucha política lo ha representado el expresidente Álvaro Uribe Vélez.
Y ese odio se ve reflejado en la reforma laboral al desmontar la parte colectiva.
Ese odio es odio por la democracia también. A la extrema derecha les molestan los derechos y unos trabajadores empoderado.
Especialmente desde 1948 esas libertades sindicales expresadas por la OIT, se entienden como parte integral de las instituciones democráticas y un avance en las relaciones laborales modernas y civilizatorias. Así se entiende como ya lo señalamos en la OCDE, EE. UU. y Canadá.
La OIT en múltiples estudios ha demostrado la importancia del sindicalismo en ese relacionamiento y la validez para la mejora de la vida material de la sociedad y el mejor estar económico. En general establece la OIT, que donde hay mayor sindicalismo hay más democracia y mejor bienestar social y económico.
Colombia obvio que está muy lejos de ellos y por eso esos organismos internacionales llaman a cumplir con dichas libertades.
Pero acá el odio es infinito contra el sindicalismo y he ahí una razón poderosa para que le insistamos al gobierno y al congreso que en los tres debates restantes de la reforma laboral sean incorporados los 20 artículos que recogen las libertades sindicales.
Es un acto de justicia social y de democracia.
No más odio al sindicalismo. Viva la democracia.
Postdata: En el marco de los dos años del gobierno del cambio de Gustavo Petro el próximo 7 de agosto el Comité de Impulso de la Asamblea Nacional por las reformas sociales, la paz y la unidad ha convocado una movilización nacional. En Bogotá partirá una marcha a las 9 a. m. desde el Parque Nacional a la Plaza de Bolívar.
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