¿El ocaso de RCN y Caracol?

¿El ocaso de RCN y Caracol?

El declive de quienes fueron hace un tiempo los grandes titanes de la televisión colombiana es cada vez más evidente para algunos

Por: Daniel Rivas Sandoval
septiembre 28, 2017
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¿El ocaso de RCN y Caracol?

Nunca he sido muy fanático de los canales nacionales de televisión. Quizá en una época de chiquito cuando en las mañanas de los domingos los Cuentos de los Hermanos Grimm eran la ley en Caracol o cuando en RCN pasaban Fuera de Lugar, y uno también gritaba "Uuuuuy" a la par con el televisor. Hoy, a mis 22 años de edad y con el paso del tiempo, me he dado cuenta que todo tiempo pasado fue mejor; incluso ese que uno ve en las pantallas.

Basta con escuchar a la gente que se tiene al lado para dar cuenta de ello. Muchos de mis amigos y conocidos sostienen que ya no ven televisión. Pero, ¿obedecerá esto a la lógica de un mundo cambiante o de productos televisivos cada vez más nocivos, incluso cuando intentan abanderarse de no serlo?

Por parte de RCN, históricamente puede observarse que el rating le es más favorable: producciones como A corazón abierto (con 18,9 puntos), el Protagonistas de Nuestra Tele del 2010 (con 17,6 puntos de rating) y la histórica Betty la Fea (con 17,4 puntos de rating). Pero, ¿qué le pasó al titán?

Mi principal respuesta tentativa es que la gente se cansó de su intento por ser el mejor y ofrecer programas que al final resultan ser más hostigantes de lo que ya eran. RCN es la materialización de lo que Hitchcock llamaría "ver televisión para ganar odios". Y estos antagonismos tienen nombres y a veces apellidos: Protagonistas de Nuestra Tele, el noticiero en cualquiera de sus ediciones o nuestros emblemas en deportes, Carlos Antonio Vélez, Jorge Bermúdez y Daniel Torres.

En primera instancia Protagonistas de Nuestra Tele falló en su intento por ser uno de esos realities que uno ve en la televisión gringa: la sobreactuación en "actores primerizos" (que sabemos que normalmente sí tienen experiencia en este ámbito), la explotación de temas que uno esperaría ver bien desarrollados (los conflictos entre Elianis y Oscar, los romances, etc) y los cara a cara, que si bien son lo único rescatable del programa, demuestran ser solo un guión automatizado y sobrecargado de lo visceral que caracteriza a nuestra sociedad a la hora de "cantarle sus verdades" a nuestros vecinos.

Para referirme al noticiero retomo a Hitchcock: "Ver un asesinato por televisión puede ayudarnos a descargar los propios sentimientos de odio. Si no tienen sentimientos de odio, podrán obtenerse en el intervalo publicitario". No es necesario verse el noticiero completo para saber que la emisión hablará de por lo menos cuatro muertos y hablará bien de unas dos cosas que sucedan en Antioquia o en Bogotá. El resto del país o es selva o es violencia: no se saldrá jamás de esta dicotomía. Y ni olvidar que el insoportable uribismo de RCN se hace más que evidente, en sucesos como el día en que Claudia López se fue del set porque había un sesgo más que evidente en la franja propuesta o las FARC son enemigas.

Por su parte, RCN para mí se convirtió en un canal transitorio: si pasan algún partido del Cali estaré dispuesto a sintonizarlo. Pero figuras como Carlos Antonio Vélez o los de esta generación, el "patroncito" Bermúdez o Daniel Torres hacen que los partidos sea mejor verlos en silencio. El endiosamiento del análisis mediocre y sesgado, el derecho innegable a la última palabra, el menosprecio por los rivales, y que sea Nacional y nada más. Esta es la programación deportiva del país. Y ni hablar de los magazine de WinSports: una sobrecarga de hablar más de la cuenta y carencia de análisis y orden.

Caracol nunca fue de mi predilección, pero hay que reconocerle que tanto Pasión de Gavilanes como la primera temporada de Yo Me Llamo fueron un gran hito. Pero, hoy por hoy, la insignia de Caracol son las transmisiones del Gol Caracol. Hoy por hoy los colombianos prefieren ver las novelas de Caracol, pero su noticiero es también bastante pobre: no existe un análisis que evidencie un punto de vista distinto al de RCN; si bien hay una neutralidad respecto de temas como la paz, lo visceral sigue siendo lo que ocupará la primera plana.

La caída de estos titanes se debió a haberse cavado su propia tumba. Programas que antes eran una insignia fueron cancelados por haber discrepancias que a la luz pública continúan silenciadas, o franjas que se volvieron tediosas por condiciones innecesarias: ¿alguien puede decirme la necesidad de censurar o recortar partes de Los Simpson en Caracol o por qué Pirry finalmente salió de la programación de RCN?
Por ahora, sigue sorprendiendo como los ratings más altos registrados hasta ahora no superan los 14 puntos, y, más aún, cómo Caracol supera en "superproducciones" a RCN.

Por lo pronto, la caída de los titanes no ha retumbado lo suficiente. Quizá porque los oídos que hoy por hoy pudieran escucharla responden a otros medios de comunicación, a otras fuentes de información y a otras temáticas: mientras el amarillismo todavía venda, el macartismo sea una constante y el atosigamiento de más de lo mismo exista, cada noche en que un televidente prefiera apagar su televisor antes de las 8 de la noche será una paleada más de los titanes de la televisión colombiana.

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