El ocaso de la era Netanyahu: Israel se encamina a una gran coalición

El ocaso de la era Netanyahu: Israel se encamina a una gran coalición

La exigente personalidad del primer ministro es un obstáculo para la formación de una gran unión entre su partido, el Likud, y Azul y Blanco, el de Benny Gantz

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septiembre 18, 2019
El ocaso de la era Netanyahu: Israel se encamina a una gran coalición

¡Prefiero perder todo a perder el Estado!”, exclamó Benjamín Netanyahu a las tres y media de la madrugada, cuando compareció ante sus seguidores tras las elecciones israelíes del martes. Su discurso fue breve y llegó cuando apenas se conocía un insignificante 5% del recuento oficial de las papeletas que se depositaron en las urnas.

Netanyahu dijo que pronto iniciará “negociaciones para formar un gobierno sionista fuerte” que haga frente a los “grandiosos desafíos” que tiene el país y no dependa de los “árabes antisionistas”. En ese momento, las encuestas a pie de urna decían que ni el bloque del Likud ni el bloque de centro-izquierda liderado por Azul y Blanco, de Benny Gantz, obtendrían la mayoría absoluta.

Las circunstancias parecen exigir una coalición entre las dos grandes listas que libre a Israel de otras elecciones, pero Netanyahu no mencionó el gobierno de unidad, la única salida plausible a este empate técnico, sino que reclamó una gran coalición todavía más amplia que incluya a todas las listas sionistas. Mientras tanto, su público coreaba “¡No a la unidad!”.

Con el 91,5% de las papeletas escrutadas, aunque los resultados todavía no son oficiales, se confirma que los dos bloques obtendrán entre 55 y 56 escaños cada uno, mientras que los ultranacionalistas de Avigdor Lieberman se llevarán los 9 restantes. Aunque el recuento debe completarse y oficializarse, se esperan pocas variaciones.

En realidad, el bloque denominado equívocamente de centro-izquierda que lidera Gantz también comprende, en un sentido amplio, a los ultranacionalistas de Lieberman, un colono exaliado de Netanyahu que tiene cuentas pendientes con el primer ministro. Lieberman no quiere dar sus 9 escaños a ningún bloque para formar una mayoría exigua y exige una gran coalición. Tal como ha ido el escrutinio, parece que esta es la única posibilidad de desbloquear el empate.

El panorama poselecciones es todavía confuso. La dirigente del Likud Tzipi Hotoveli declaró de madrugada que Netanyahu no accederá a una gran coalición si esta no incluye a los partidos ultraortodoxos Shas y Judaísmo del Pentateuco, una exigencia que si se confirma podría dificultar o impedir la coalición y forzar unas terceras elecciones.

Otra consideración pertinente es que las formaciones religiosas y ultranacionalistas, incluido el partido de Lieberman, dispondrán de una holgada mayoría en la Kneset, lo que abortará de antemano cualquier hipótesis de negociación seria con los palestinos, más allá del impracticable acuerdo del siglo que Donald Trump anunciará próximamente.

Las negociaciones para un gobierno de unidad entre Gantz y Netanyahu no serán fáciles. De entrada, existen varios puntos que serán difíciles de resolver, complicados de abordar si se busca un compromiso. No está garantizado que las negociaciones tengan éxito puesto que algunos apartados programáticos de Azul y Blanco y el Likud entran en conflicto.

Nacionalismo exacerbado y corrupción

Durante la década que ha gobernado, Netanyahu ha convertido Israel en un país distinto del que era en 2009, donde, como esta madrugada señalaron varios dirigentes de Azul y Blanco como Gantz, Tomy Lapid y Moshe Yaalon, ha reinado una lucha abierta contra las instituciones democráticas del país, lucha que Netanyahu ha impulsado y alimentado.

También ha reinado un nacionalismo exacerbado, la corrupción, el miedo, la desigualdad y el sectarismo. Todo esto exige ante todo un profundo trabajo de “reconciliación”, dijo Gantz tras señalar que enseguida empezará a dialogar “con todos” para formar un “gobierno de amplia unidad”. Pero, sea cual sea su papel a partir de ahora, las políticas de Netanyahu no desaparecerán de un día para otro.

El martes, el diario Haaretz advirtió que una victoria de Netanyahu le dejaría las manos libres para destruir lo que queda de la democracia israelí, especialmente el sistema judicial y la prensa libre. Netanyahu considera que el sistema judicial y la prensa libre están al servicio de la izquierda, aunque la representación de la izquierda en el Parlamento es casi simbólica.

Está por ver de qué manera progresa la investigación de los casos de corrupción que implican a Netanyahu. El 2 de octubre tendrá lugar la postergada audiencia en la que el primer ministro se defenderá de las acusaciones -fraude, soborno y abuso de confianza-, y se espera que, a partir de ese momento, el abogado del Estado, Avichai Mendelblit, necesite varias semanas para estudiar las respuestas y decidir formalmente su procesamiento.

Investigación contra Netanyahu

No hay duda de que Netanyahu intentará entorpecer y detener la investigación en la Kneset. Su plan consiste en aprobar una ley de inmunidad y frenar cualquier posible injerencia del Tribunal Supremo. Para que no parezca que se ha cortado a su medida, la ley de inmunidad preverá que cualquier parlamentario disfrute de ese privilegio mientras desempeñe el cargo.

Netanyahu dispondrá de varias semanas o incluso meses para el contrataque en la Kneset, y, de cualquier manera, la ley actual no obliga al primer ministro a dimitir si es procesado, de modo que la situación podría alargarse casi indefinidamente siempre que obtenga un apoyo suficiente en el Parlamento, algo que ahora mismo no parece muy evidente, pero no se puede descartar.

El conflicto con los palestinos no se resolverá en mucho tiempo, es más, lo más probable es que la expansión judía en los territorios palestinos ocupados en la guerra de 1967, donde ya viven más de 800.000 colonos, continúe con la misma rapidez que hasta ahora. Tanto Netanyahu como Gantz descartan una retirada de las colonias, y los dos son partidarios de empezar la anexión de amplias zonas de Cisjordania sin demora.

En cuanto al acuerdo del siglo, Donald Trump dijo recientemente que lo hará público después de estas elecciones. Sin embargo, este plan ha sido redactado por amigos de Netanyahu y se ha cortado a su medida, así que las posibilidades de que los palestinos lo acepten no son remotas o inexistentes.

Una cosa no ha cambiado ni cambiará: la solución del conflicto con los palestinos requiere una intervención enérgica de la comunidad internacional, y en particular de la Unión Europea, para que se cumplan las leyes y las convenciones internacionales. No obstante, los mandatarios europeos esquivan su responsabilidad a pesar de la enorme incidencia que este conflicto tiene en la inestabilidad de Oriente Próximo e incluso de Europa.

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