Ahora sí, la estrategia de milicianización de Gustavo Petro se adelanta con el mayor desenfado. Si hace un año, cuando empecé a advertir sobre el peligro de la milicianización, explicar el concepto era difícil, ahora, con todo lo que ha pasado, ya la mayoría la reconocen como una realidad que pueden observarla con claridad.
Escuchemos el anuncio de Gustavo Bolívar sobre su nombramiento al frente de la institución más adinerada del gobierno:
“Vamos a hacer mucha sinergia con Alexander López de Planeación, con la vicepresidenta Francia Márquez del Ministerio de la Igualdad, y ese triunvirato que maneja la política social de Colombia le dará muy buenos frutos, y muy pronto, al Presidente de la República”.
Celebra, concretamente, lo que él bautiza como el “triunvirato”. Un triunvirato integrado por él, quien asume el mando de Prosperidad Social, por Francia Márquez, desde el ministerio de la Igualdad y por Alexander López, quien acaba de llegar a ejercer como director del Departamento Nacional de Planeación. Estamos, entonces, ante la presentación en sociedad del nuevo “triunvirato” del gobierno de Gustavo Petro.
Lo que Gustavo Bolívar no le ha dicho al país con sinceridad es de qué se trata el tal “triunvirato”. “Triunvirato” de qué o como para qué. Nos dijo que los tres trabajarían juntos pero no nos dijo el verdadero propósito.
En principio, sorprende que a los tres los identifica una característica, bastante evidente, que consiste en que ninguno cuenta con la formación ni con la experiencia que se requieren para liderar los altísimos cargos. Todos tienen inmensos vacíos de conocimientos para sacar adelante las tareas misionales de las entidades respectivas, hasta el punto que se ha despertado la gran polémica sobre la sustitución de los técnicos por los activistas en la administración pública. Por ejemplo, con el Banco de la República, Planeación Nacional representaba el símbolo de lo técnico en el Estado, representaba la institución que estaba hecha para marcarle los límites que el criterio técnico debe de imponerles a las tentaciones de la política en el manejo de los gobiernos.
Si no fueron las cualidades profesionales y técnicas, que evidentemente no las tienen, las que determinaron sus nombramientos, entonces, ¿cuáles fueron esas características que los identifican a los tres y que Gustavo Petro priorizó como determinantes para nombrarlos en los cargos más importantes del gobierno, desde los puntos de vista político y presupuestal?
La respuesta la conoce el país. A los tres los identifica una característica: tanto Gustavo Bolívar como Francia Márquez y Alexander López son militantes. Ellos, más que ciudadanos se conciben como militantes. Por definición, los tres forman parte de esa corriente de la izquierda no democrática que cree que lo popular debe ser, por principio, militante y violento. Los tres son los más activos líderes de las Primeras Líneas, eso lo sabe el país. Los tres son milicianos.
Las cartas ya están puestas sobre la mesa y nadie puede seguir llamándose a engaños. Gustavo Petro no está metido en intentar gobernar bien a Colombia. Ese no es su propósito. Su verdadero objetivo es atornillarse en el poder mucho más allá del 2026.
Por eso suenan tan ingenuos los que siguen hablando que hay que empezar las campañas presidenciales del 2026. No quieren comprender el carácter antidemocrático de Gustavo Petro, creyendo que no pasa nada y que el tema se reduce a hacerle oposición a las reformas en el Congreso. Por el camino de ese error corremos el riesgo de perder la democracia y de quedarnos viendo un chispero en 2026.
Aquí, lo primero debe ser salvar la democracia para poder garantizar, ahí sí, la realización de unas elecciones democráticas en 2026.
¿Si no es para milicianizar, para qué poner a tres milicianos al frente de las tres entidades con más plata y puestos del gobierno?
¿Si no es para milicianizar, para qué poner a tres milicianos al frente de las tres entidades con más plata y puestos del gobierno?
No entenderlo resulta una ingenuidad inaceptable.
Entre el Departamento de Prosperidad Social, Planeación Nacional y el Ministerio de la Igualdad, Bolívar, Márquez y López van a manejar la chequera con más billones de pesos de toda la historia al servicio de sacar adelante el plan de los 100.000 milicianos de a millón de pesos, más la contratación directa con las organizaciones criminales que ejercen controles territoriales en las regiones, vía el testaferro de la Juntas de Acción Comunal que tiene tomadas a punta de fusil y corrupción, más la contratación millonaria con las milicias indígenas y cimarronas que a estas alturas ya supera los $ 300.000 millones para que se organicen y vengan a marchar a las ciudades con el fin de amedrentar a los ciudadanos cada vez que el gobierno quiere hacer una demostración de fuerza en las calles.
- Se necesita estar ciegos para no verlo.
Lo vengo diciendo desde hace tiempos y lo repito con más urgencia: la verdadera estrategia de Gustavo Petro es la milicianización.
Si seguimos como vamos, la contienda electoral de 2026 no va a librarse entre distintos partidos políticos sino entre milicias y partidos. Las próximas elecciones no serán como han sido hasta ahora. Por un lado estarán unos partidos milicianizados desde el gobierno, con toda la plata, los puestos un la impunidad del mundo, y por el otro lado unos partidos democráticos amedrentados, disminuidos y arrinconados por la capacidad de corrupción y violencia en las regiones.
¿Será que los partidos, los gremios y los medios de comunicación están dispuestos a dejarse llevar, como ovejitas, al matadero?
Por lo pronto, los ciudadanos seguiremos marchando, decididamente, sin dejarnos engañar, sin resbalarnos, haciendo hasta lo imposible.
Sabemos que aún estamos a tiempo.
