El nuevo poder: controlar los sueños
Opinión

El nuevo poder: controlar los sueños

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marzo 07, 2014
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No parece fantasioso pensar que una nueva forma de controlar el comportamiento y los deseos humanos sea a través de sus propios sueños. Pero si algo han demostrado el capitalismo salvaje o las formas de comunismo que tantas cadenas le han puesto al desarrollo del ser humano, es precisamente eso: cuando parece que se van a extinguir estos modelos obsoletos, encuentran una nueva forma de renacer. Sin el control o —incluso un método más moderno— sin la sutil manera de hacerle creer a la gente que es libre de escoger, vivir  y pensar, hace rato que hubiéramos dejado una página en blanco como civilización; pero aquí nos van descarnando de a poquitos. Y esta forma de operar la conoce muy bien la publicidad, como lo mencioné en mi columna La crisis de las ciencias sociales y humanas (ver columna).

Pero no hay que tener prejuicios, y menos con el desarrollo científico que nos ha traído tantos beneficios en el manejo de la salud o la tecnología, para ser más eficaces con menos esfuerzo. Sin embargo, hay que reconocer que el mal enfoque que en algunas ocasiones algunos le han dado, ha generado profundas heridas a la humanidad. El gran ejemplo: la bomba atómica.

El ser humano tiene tantas posibilidades de ser, que por eso se acentúan las graves violaciones de sus derechos básicos cuando se le intenta controlar. Como la humanidad vive y pretende vivir dentro de un marco de seguridad, todo aquello que sea extraño o raro será rechazado o estigmatizado, y para alejar al “peligro” de lo que es tradicional y “normal”, nada mejor que una dosis de vigilancia y control.

Es allí cuando aparece el proyecto Shadow, creado por los ingenieros estadounidenses Hunter Lee Soik y Jason Carvalho. Esta iniciativa es un software que pretende llegar a los dispositivos móviles iOS, Android y  Windows. La idea de la creatividad del desarrollo y el control  muestra dos usos: la posibilidad de recordar los sueños, o la idea del entretenimiento. ¿Quién no quisiera recordarlos o verlos? He ahí el negociazo. Y el punto dos, que les servirá a los científicos a entender cómo funciona el cerebro, se presta para otra utilidad ya mencionada: el control. Si sabemos sobre qué cosas sueña más la gente,  o con qué frecuencia, etc., tendríamos nuevamente la disyuntiva de aprovechar este saber para mitigar los malestares sociales generados por los sufrimientos individuales y colectivos por las exigencias de la cultura, o utilizarlo como casi siempre lo ha hecho el interesado ser humano: volverlo rentable y ejercer control sobre las personas.

El proyecto estuvo recaudando fondos para su elaboración a través de crowdfunding en KickStarter, con gran aceptación y la colaboración de las personas interesadas.

Ya tienen montada la página oficial (ver página), y será cuestión de tiempo conocer qué uso se le dará realmente a la iniciativa.

Cuando vi que iban a lanzar esta aplicación, de una pensé en tres películas que nos darían una noción de lo que pasaría una vez la gente tuviera la posibilidad de comprar aparatos para recordar sus sueños, y posiblemente compartirlos a través de redes sociales: El origen (Inception) de Christopher Nolan (2010), Paprika, detective de sueños (2006) de Satoshi Kon y Matrix de los hermanos Wachowski (2003). En todas, el tema central, más allá de los sueños, era qué es real y qué no, y sobre todo, los intereses que se tejían para manipular las realidades de las personas a conveniencia de algunos.

La idea de los creadores de Shadow, no sería un desarrollo invaluable, si el ser humano no pasara  al menos la tercera parte de su vida durmiendo (ver hipótesis al respecto). Y en el mundo de los sueños, todo es tan real y valioso para el individuo como lo es el mundo tangible una vez abre los ojos y vive su cotidianidad. Decía el psiquiatra y psicólogo exdiscípulo de Sigmund Freud, Carl Jung, en el documental El mundo interior: “Cuando observas el mundo, ves personas, ves casas, ves el cielo, ves objetos tangibles; pero cuando observas tu interior, ves imágenes móviles. Un mundo de imágenes conocidas en general como fantasías. Sin embargo, estas fantasías son hechos. Y es un hecho tan tangible que cuando un hombre tiene cierta fantasía, otro hombre puede perder su vida, o un puente puede ser construido. Estas casas eran todas fantasías. Todo lo que ve aquí, los aparatos, empezaron como fantasías. Y la fantasía tiene su propia realidad. No debemos olvidarlo: la fantasía no es igual a nada. Por supuesto, no es  un objeto tangible, pero no deja de ser un hecho. Es una forma de energía aunque no podamos medirla. Es la manifestación de algo y eso es una realidad. Por eso, los elementos psíquicos, son hechos, son realidades. Y cuando observas el fluir de imágenes interiores, ves un aspecto del mundo interior. Así que es así: el hombre que actúa según el mundo exterior, según las influencias externas, es decir, la sociedad o percepciones sensoriales, cree que es más válido porque esto es válido, es real. Y el hombre que se ajusta al valor subjetivo no es válido, porque el factor subjetivo no existe. No, ese hombre tiene una base igual de buena, porque se basa a sí mismo en el mundo interior. Así que tiene mucha razón aún si dice: no es más que mi fantasía”.

Lo anterior explica el gran valor del mundo del que sueña, donde las posibilidades de ser son infinitas, y es a estas a las que el sistema les tiene inseguridad. Un sujeto por fuera de los estándares sociales es un peligro para el “equilibrio”, el control. Decía en la película Paprika uno de sus personajes: “Tienes un mal hábito de manipular a la gente con palabras. ¿Y tú crees que puedes manipular a la gente con poder?... los sueños son tan sagrados que no pueden ser controlados”. Y a esto le está apostando la ciencia desde hace tiempo.

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