El Foro Nacional de Víctimas en Cali, organizado por el mandato de la mesa de La Habana con el apoyo de Naciones Unidas, puso una vez más al descubierto los tradicionales “lagartos de la paz”. En el primer día, consultores, asesores y técnicos que desde años atrás viven de “expertos de la reconciliación” fueron los protagonistas por encima de las víctimas. Para la instalación en la mesa principal todos querían estar; incluso el nuevo Ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, quien aclaró -como es cierto- que asistió al foro en calidad de víctima, y recordó que su padre cumple 17 años de haber sido asesinado por el ELN. El gobernador de Nariño logró colarse, pidió ser escuchado pues traía un discurso preparado. Después de una larga discusión quedaron cuatro filas en una especie de estrado. En la primera, donde solo deberían estar Alejo Vargas representante de la Universidad Nacional, el PNUD, y un delegado de Monseñor Castro, como lo había solicitado la mesa de La Habana. La única víctima del Estado fue Aída Abella, de resto, todos eran víctimas de las FARC. Sorprendió que no invitaron a ningún representante de la mesa nacional de víctimas, quienes decidieron retirarse de la plenaria del evento.
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Esta vez fue la propia Cancillería en cabeza de Luis Gilberto Murillo que apeló la decisión del Tribunal Superior de Cundinamarca que lo suspendió provisionalmente
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