Eduardo Mendoza se convirtió rápidamente en uno de los hombres de confianza del presidente César Gaviria a comienzos de los 90. Después de una campaña presidencial atravesada por la guerra contra Pablo Escobar, Gaviria le encargó su seguridad y lo nombró viceministro de Justicia, un cargo clave que trabajaba desde la sombra y de la mano de los jefes de la cartera, primero con Jaime Giraldo Ángel y luego Fernando Carrillo.
Cuando Gaviria solo llevaba un año como presidente su gobierno logró, con una oferta judicial, que el capo de Medellín se entregara. La principal condición de Escobar era poder contar con una cárcel a su medida para permanecer rodeado de sus sicarios de confianza. Mendoza debía vigilar las adecuaciones de seguridad del penal a cargo del cuestionado empresario israelí Eitan Koren.
Los excesos de Pablo Escobar, incluidos los rumores de pulgas de asesinatos dentro del penal forzaron al presidente a tomar la decisión de trasladar al capo del penal. La tarea la debía cumplir el ministro de Justicia Fernando Carrillo como a su viceministro y jefe de seguridad Eduardo Mendoza.
El 21 de julio de 1992, Mendoza llegó hasta La Catedral con dos órdenes muy específicas: redoblar el cordón de seguridad militar alrededor de la cárcel y tomar el control de la seguridad interna para trasladar a Escobar. Ya le había dado la información al general Gustavo Pardo Ariza, comandante de la IV Brigada del Ejército, para que reforzara el cerco. Cuando llegó a las ocho de la noche acompañado del coronel (r) Hernando Navas Rubio, director de Prisiones, solo una de las dos órdenes se había cumplido.
Mendoza, estaba en la boca del lobo. Junto al coronel Navas entraron a la cárcel para negociar con Pablo Escobar, a quien debían convencer de dejar su guarida sin poner resistencia e irse para una nueva celda, esta vez vigilada por el Ejército. Pocos minutos después Mendoza, encañonado por Popeye, el sicario preferido de Pablo Escobar, llamó desesperado a Palacio para hablar tanto con Gaviria como con Fabio Villegas, entonces secretario de Presidencia: estaba secuestrado por Escobar junto al coronel Navas.
Mientras los hombres del gobierno quedaban inmovilizados y se llevaban toda la atención del Ejército que ya no estaba enfocado en trasladar al capo sino en liberar al viceministro y al director de Prisiones, los 14 hombres de Escobar le abrían camino por una falsa pared que tumbaron con una sola patada. Escobar salió caminando de la Catedral y se escabulló entre el monte.
Ocho días después de la fuga de Escobar aquella noche del 21 de julio del 92 rodó la cabeza de Mendoza. Se convertía en el 6 funcionario en salir del cargo. Pero el Presidente Gaviria y su secretario general Fabio Villegas no lo dejaron a la deriva. Mendoza fue contratado en el Banco Mundial en Washington.
Después de varios años en Estados Unidos, regreso al país de la mano de su viejo amigo Fabio Villegas, quien fue presidente de la aerolínea entre octubre de 2005 y enero de 2016, lo acercó estrechamente al dueño de la empresa Germán Efromovich. Primero asumió el cargo de director de seguridad por su experiencia en el área, logrando varios acuerdos antinarcóticos de Avianca con la DEA, la policía europea y la FAA.
A Mendoza le tocó como jefe de seguridad de Avianca enfrentar el complicado paro de pilotos liderado por el sindicato de ACDAC. Al final, el presidente de la compañía y la vicepresidente de Talento Humano, Ana María Rubio, lo premiaron: fue nombrado vicepresidente de operaciones de Avianca. Ahora Mendoza, desde su nuevo cargo, deberá enfrentar un nuevo proceso judicial. La Fiscalía lo llamó a indagatoria para que aclare las chuzadas de la aerolínea al sindicato de pilotos que fue interceptado en medio de las negociaciones del paro que duró más de 50 días.
Las acusaciones de la Fiscalía son graves. Durante 30 días el jefe de seguridad del sindicato de pilotos, Julián Pinzón, fue interceptado por una oficina que habría sido contratada por Avianca. En octubre del año pasado la Fiscalía ya había capturado a Laude Fernández, un exagente del DAS y contratista de la aerolínea quien habría contratado los servicios de la empresa fachada JHS del coronel (r) Jorge Humberto Salinas.
Eduardo Mendoza, que había desaparecido del panorama nacional, tiene en sus espaldas este nuevo lío. Aunque por el momento se trata de una indagatoria, el abogado y piloto tendrá que aclararle su papel a la justicia como director de seguridad de la aerolínea, un cargo que tenía especial relevancia durante el paro de pilotos que más de un año después sigue sin resolverse en los estrados.