Como sabemos bien, la sociedad tiene una tendencia marcada a establecer las líneas que debe seguir el comportamiento humano, lo cual, en cierta medida, tiene que ser así, en tanto nuestra evolución ha estado determinada por el esfuerzo colectivo que realizamos como especie. El convencimiento y el consenso son herramientas de evolución colectiva, pero hasta cierto punto también lo han sido la imposición y la obligatoriedad. Tristemente, en su historia el ser humano no ha sabido encontrar el equilibrio entre los intereses comunes y la libertad individual.
Uno de los ámbitos en donde se expresa con mayor intensidad esa tensión entre el individuo y la sociedad es la sexualidad. Sobre todo a partir del siglo XIX, en la cultura occidental todo lo asociado con el comportamiento sexual ha sido objeto de represión, censura y prohibiciones de muy diversa índole, intentando obligar al sujeto a plegarse completamente a los lineamientos de una supuesta “normalidad sexual” que, por otro lado, siempre ha sido inexistente salvo en el plano ideal o el discursivo, pues en la práctica la sexualidad subjetiva termina por emerger, cualquiera que sea su forma, inevitablemente.
En las fotografías que ahora compartimos encontramos una emotiva prueba de por qué la sociedad no tendría que inmiscuirse en las decisiones sexuales y amorosas del individuo. Las imágenes muestran a Freddie Mercury y Jim Hutton, quienes fueron pareja desde 1985 y hasta la muerte del cantante, en 1991.
En Albertine desaparecida, uno de los tomos de su monumental En busca del tiempo perdido, Marcel Proust escribió estas palabras que sirven a la perfección para acompañar estas fotografías:
En lo personal encontraba absolutamente indiferente desde el punto de vista de la moral que se buscara el placer con un hombre o con una mujer, y muy natural y muy humano que se buscara donde se pudiera encontrar.