El Paisa había recuperado su identidad cuando dejó las armas en 2016. Su nombre era Hernán Darío Velásquez, aunque todos lo conocían con su nombre de guerra. Durante más de 25 años vivió internado en las selvas del Caquetá y se volvió el terror de la guerra, al ser el comandante de la temida columna móvil Teófilo Forero, una de las más bélicas de las extintas Farc.
Pero tras la firma regresó a su tierra, el único lugar donde se sentía seguro: las selvas del Caquetá donde nunca lo pudo ubicar el Ejército a pesar de ser el objetivo militar número uno. Aterrizó en Miravalle para liderar la zona veredal donde más de 300 excombatientes se concentraron para adelantar ambiciosos proyectos productivos. Pero para sacarlos adelante El Paisa sabía que sin energía, sin luz ningún proyecto pensado para producir comida podía tener futuro. Se ideó un hidrotornillo, un sueño genial que logró llevar a cabo.
La proeza la logró gracias al ingenio y la pericia del joven ingeniero huilense Raphael Plazas. Creció en Neiva con los rumores de la guerra con las Farc a la vuelta de la esquina y la Teófilo Forero como la gran amenaza, con lo cual ni el Paisa le resultaba ajeno. Recién había llegado de una pasantía en Munich en la fábrica Smarth Hydro Power, en donde aprendió los secretos de la energía alternativa, tomó rumbo al Espacio territorial de Miravalle a orillas de los ríos Coreguaje y el Pato. El encuentro fue en una casa improvisada en enero de 2017. La paz era una realidad, los bombardeos eran asunto del pasado y El Paisa y su guerrillerada de 300 hombres estaban listos a reemprender una nueva vida bajo su liderazgo, como lo habían hecho en la guerra.
Tenía cerca el Río Pato y un caudal que podría regularse sin daños ambientales, aprovechándolo para la generación de kilowatios de energía. El hidrotornillo era la solución y el ingeniero Raphael Plazas el hombre para echar a andar el proyecto.
Al ingeniero Plazas le impresionó la propuesta de El Paisa. Aunque en Latinoamérica el único hidrotornillo que funcionaba está en Chile, se podía soñar en tener en Miravalle una turbina capaz de alimentar energéticamente una amplia zona del Caquetá. La dificultad que veía este joven campeón internacional de Robótica en Inglaterra eran los recursos, y así se lo expresó al Paisa, quien le ripostó con optimismo: “Si nos quedamos esperando a Santos nos demoramos toda la vida. El gobierno no es serio. Yo me muevo por otro lado”, le aseguró al ingeniero.
Entusiasmado, Raphael se trasladó a vivir en un conteiner en Miravalle. Renunció a su puesto en el Sena y se trasladó con escasas mudas, un computador y una impresora 3D. Antes de la detención de Santrich el 9 de abril de 2018, que prendió las alarmas entre los guerrilleros desmovilizados, El Paisa gobernaba tranquilamente en las tierras del Caquetá donde su mando y relación con los campesinos estaban a toda prueba. Recibía visitantes, entendía delegaciones internacionales y buscaba financiación de su megaproyecto agrícola de Miravalle. Entre tanto el ingeniero trabajaba con sus drones buscando acomodar las terrazas con páneles solares que formaban la silueta del rostro del Comandante Máximo de las Farc, Manuel Marulanda Vélez.
El propio Raphael lideró una idea que se convirtió en un buen argumento para conseguir fondos para el proyecto. Se internó con un grupo de exguerrilleros a la reserva del Coreguaje, una zona preservada por la guerra donde las Farc tuvieron presencia histórica y filmó la rica fauna y flora donde sorprendían los osos hormigueros, osos perezosos y la cantidad de fuentes de agua. El video se volvió en una pieza valiosísima que les enviaron a los contactos de quienes requerían apoyo económico.
El propio Raphael lideró una idea que se convirtió en un buen argumento para conseguir fondos para el proyecto. Se internó con un grupo de exguerrilleros a la reserva del Coreguaje, una zona preservada por la guerra donde las Farc tuvieron presencia histórica y filmó la rica fauna y flora donde sorprendían los osos hormigueros, osos perezosos y la cantidad de fuentes de agua. El video se volvió en una pieza valiosísima que les enviaron a los contactos de quienes requerían apoyo económico.
El entonces embajador de Noruega Johan Vibe, que terminó misión en 2018, reaccionó positivamente y lo contactó con la fundación Caritas. La colombiana Marta Rubiano Skretteberg, quien es la secretaria general de Caritas en Oslo, se entusiasmó y junto con su esposo decidieron visitar de incógnitos Miravalle. El Paisa tuvo tema de conversación fluida con el noruego por su común afición a la pesca, que el excomandante guerrillero practicaba en el río Vichada. Con su habilidad y elocuencia de culebrero antioqueño, El Paisa no se fue por las ramas y de frente colocó sobre la mesa su sorprendente propuesta: “Mis hombres entregaron armas por un valor de US $3 millones. Nosotros, en contra prestación, queremos $1.000 millones para poner a andar nuestros proyectos”. A las dos semanas recibiría $1.200 millones para comenzar su proyecto de hibridación energética.
Complementaria a esta financiación consiguieron recursos para Acuaponía, un sistema muy efectivo para cultivar peces y plantas que requieren 24 horas de iluminación, así como proyectos de piscicultura coordinadas por la experta Mónica Avilés —El hidrotornillo siguió avanzando bajo la dirección del ingeniero Velásquez quien obtuvo el apoyo del empresario huilense Iván Joya que puso todo su taller mecánico a su disposición para ensamblar el proyecto estrella—. Con una inversión de $110 millones la zona tuvo energía sin necesidad de posteado ni cables.
Sin embargo, El Paisa prefirió apostarle a la guerra y abandonó el proceso de paz. Primero fue la llegada de Iván Márquez a Miravalle, desde donde desapareció y terminó liderando las disidencias. Una noche, El Paisa se despidió de sus hombres y también de Raphael Plazas: “donde estemos y como estemos vamos a apoyar esta zona y a los muchachos… no hay que flaquear”. Los casi trescientos guerrilleros que lo habían acompañado en la guerra y en la paz se quedaron perplejos. La tentación a abandonar la zona hizo carrera, pero aguantaron.
El Paisa reapareció junto a Iván Márquez, Jesús Santrich, Romaña y otro puñado de farianos que retomaron las armas. Argumentaron que el gobierno colombiano los había traicionado y se refugiaron en Venezuela bajo la protección del régimen de Nicolás Maduro.
El pasado 6 de diciembre se conoció la noticia sobre la muerte de Hernán Darío Velásquez. Las disidencias de las Farc estaban en una dura disputa por el control del narcotráfico en la frontera para financiarse en su esteril proyecto guerrerista. Según el ministro Diego Molano, El Paisa murió en una emboscada en el estado de Apure a manos, al parecer, de alias Lulo, otro miembro de las disidencias señalado de ser un narco puro y duro.
El gobierno sigue tras los pasos de los jefes guerrilleros que continúan escondidos en Venezuela. Romaña también fue asesinado, lo mismo Santrich. Solo queda Iván Márquez, que está cercado y cada vez más solo.