El pasado 7 de febrero se cumplieron 20 años del atentado al Nogal. En el propio club, y organizado por sus socios, se llevó a cabo un acto de conmemoración, en homenaje a las víctimas, ampliamente difundido por todos los medios, que no escatimaron la ocasión para presentar los horrores del hecho atribuido a las Farc. Imágenes de destrucción, ruina, heridos y testimonios múltiples apuntaron a condenar una vez más a sus autores.
En otro lugar de la ciudad, con el respaldo del Instituto para la Paz, de los Estados Unidos, se cumplió otro tipo de acto. Un reconocido grupo de víctimas del atentado, encabezado por Bertha Fríes, preparó un recordatorio del hecho, fundado en el reclamo de toda la verdad sobre lo sucedido. Allí estuvo presente el gobierno nacional, representado por el viceministro del Interior, al igual que por la directora de la Unidad de Víctimas.
La Jurisdicción Especial para la Paz también tuvo en la mesa a una de sus magistradas, mientras otra seguía el acto desde el público. Por cierto, allí se reiteró que la JEP abrió el macro caso 10, por graves crímenes cometidos por las Farc, dentro del cual se investigará y sancionará el atentado al Nogal. Estaban también presentes las cabezas del Centro Nacional de Memoria Histórica y el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá.
Asimismo, estaba invitado a la mesa Rodrigo Londoño Echeverri, presidente de Comunes y último comandante en jefe de las Farc. Funcionarios de Naciones Unidas y varios embajadores conferían un altísimo nivel al encuentro, al que asistieron víctimas del Nogal, personalidades y público en general. Vi algunas cámaras de televisión, pero puede afirmarse que este acto fue deliberadamente opacado en la gran prensa.
El padre Francisco de Roux expuso al final sus firmes criterios en torno al atentado y la responsabilidad de sus autores, destacando de la intervención de Rodrigo Londoño, su decidida petición de perdón y su aseveración franca de que nada podía justificar el atroz hecho. Este acto, realizado en el Auditorio de la Sociedad de Arquitectos de Colombia, tenía sin duda otro carácter. Sobre el dolor de las víctimas y su perdón sentar las bases de un país mejor.
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El acto realizado en el Auditorio de la Sociedad de Arquitectos de Colombia tenía sin duda otro carácter. Sobre el dolor de las víctimas y su perdón sentar las bases de un país mejor
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No preciso si Bertha Fríes fue la primera de las víctimas del Nogal que, tras inenarrables padecimientos por las heridas y secuelas que dejó en su cuerpo y en su salud el brutal atentado, terminó por adoptar una mirada distinta al respecto. Lo cierto es que, junto con otras de las víctimas, tras su encuentro con las delegaciones que dialogaban en La Habana, asumió encabezar una valiente cruzada por la verdad, el perdón y la reconciliación.
Su gesto, de dimensiones más que humanas, despierta admiración sin límites, además de conmover hasta las lágrimas, no solo a los antiguos miembros de las Farc, sino a todo el que conoce su historia y propósitos. El grupo de víctimas encabezado por ella manifiesta sin ambages que ha perdonado, que comprende el entorno en que se produjo el crimen, pero también que no descansará hasta hallar los últimos responsables, a todos.
En su intervención, calmada, incisiva y segura, se refirió a la evolución del discurso de las Farc sobre el hecho. Cómo su persistencia y la de sus compañeros consiguió que de las reservas iniciales se pasara a la expresión abierta de sus culpas. También cómo esa misma persistencia los ha llevado a descubrir que hay muchas cosas por explicar, y no precisamente por los exguerrilleros. Sus preguntas son dagas para muchos.
Saben que antes del atentado, altas esferas tenían conocimiento de su preparación, sin hacer nada para impedirlo. Tratándose de un club privado, no se entiende por qué fue convertido en sede alterna del Ministerio de Defensa, donde dormía la ministra y al parecer entraban jefes paramilitares. Tal y como sucedió años atrás con el Palacio de Justicia, hay dudas en torno a los inexplicables descuidos en materia de seguridad, que incluyen al propio Club.
Rodrigo Londoño pidió perdón una y mil veces, tras admitir que, como miembro del Secretariado Nacional, cualesquiera que haya sido su responsabilidad territorial en la organización, asume las consecuencias por la autoría de las FARC en ese hecho. Nos equivocamos en muchas cosas, confiesa expresamente. No sólo por lo de El Nogal, sino por no haber percibido a tiempo el verdadero sentir del pueblo colombiano.
Según el Acuerdo de Paz, todos los protagonistas del conflicto, no sólo las FARC, están obligados a aportar verdad en pro de la reconciliación. La antigua guerrilla lo hace en todos los escenarios. No así los altos funcionarios públicos y mandos militares que desataron las iras ciegas del Estado por décadas, generalizando el terror en los campos y arrasando deliberadamente a partidos como la Unión Patriótica. Y quizás lo que es peor, sugiriendo y facilitando horrores a sus adversarios.