Fotos Agencias
El Monasterio Taktsang Palphug, más conocido como el Nido del Tigre, fuera de ser un lugar sagrado del Budismo y uno de los templos más imponentes del Himalaya, de Asia y probablemente del mundo entero, es un prodigio de ingeniería y de arquitectura digno de admirar entre la frecuente niebla y el verde de las montañas. Para presumir de tan exótico camino hay que irse bien lejos, al sur del continente asiático, hasta Bután, un pequeño país sin salida al mar, en el tramo oriental de la cordillera del Himalaya, entre la India y China. Eso sí, el viaje merece la pena, tanto es así que encontramos recientemente a Carolina, una bogotana empleada en la industria química, alistando viaje para el próximo mes de julio rumbo a estas tierras. Prometió compartir su experiencia al regreso con los lectores de Caminantes y Caminos.
El Nido del Tigre, en constante desafío al vacío, es un templo que cuelga sobre la cornisa de una montaña de 1.000 metros de altura en el valle sagrado de Paro, para ubicarse a una altitud de 3100 metros sobre el nivel del mar. Data de 1692 y no es tan sencillo llegar, no solo por su lejanía, sino porque el acceso a los visitantes está muy restringido y fuera de eso solamente se puede acceder a pie o a caballo por una senda sobre el extremo norte del Valle de Paro. A pesar de todo eso es de lejos el principal reclamo turístico de este exótico país.
Por el camino que sube a la montaña se puede llegar a unas casas habilitadas para peregrinos. Es una caminata considerable en la que se asciende hasta los 3.140 metros de altura con una visión sobre el valle y las montañas de Bután fascinantes. El Monasterio no es la única huella humana que hallará en tan exclusivo paraje. Hay otras pequeñas construcciones que se aferran a la montaña, como la Singye Phu Lhakhang o cueva del León de Nieve, un refugio para meditación cerca de una hermosa cascada.
¿Por qué Nido del Tigre? Cuenta la leyenda que el Segundo Buda (Guru Rinpoche, en el siglo VIII) voló hacia el acantilado sobre el lomo de un tigre volador y allí se detuvo a meditar en una cueva que hoy forma parte del monasterio. En ese viaje, se detuvo en dos lugares para derrotar a sendos demonios. Preciso uno de estos lugares es este monasterio, donde supuestamente estuvo tres meses.
El complejo del monasterio es enorme. Antes de subir hasta él, desde abajo, parece pequeño, pero la vista engaña. Los edificios principales están junto a pequeñas capillas y casas de elaborada decoración con imágenes sagradas, todo cuidadosamente preparado para la relajación y la meditación con imágenes doradas de Guru Rinpoche y ofrendas a sus pies, bien de arroz, agua o incluso dinero. Aquí se halla la citada cueva donde se supone que el Segundo Buda meditó durante aquellos tres meses y derrotó a los demonios del lugar. Un camino estrecho sigue hacia la cima de la montaña, el Machig-Phu Lhakhang, donde los habitantes de Bután van en procesión a pedir por sus hijos.
Decía el ‘viejo maestro’ Lao Tsé, el gran erudito chino, que un viaje de mil millas comienza con un solo paso.