Cuando llegó a Cali tenía 15 años y ni siquiera le alcanzaba a su familia para comprarle un par de zapatos. Vivían en el barrio El Jorge en una casa de madera y Freddy soñaba con algún día ser futbolista pero no le alcanzaba ni para los guayos. Descalzo en canchas completamente rotas, llenas de piedra y de pedazos de vidrio, empezó a forjarse la leyenda. Sus primeros trofeos fueron los que le regalaban los dueños de las tiendas. Rincón en esa época no quería ser como Pelé, Zico, o Bochini sino como el Capi Johnson, el camaján que mejor movía la pelota y la escondía con su cuerpo. Su manera de proteger la pelota sacando la cola se la copió a ese ídolo de la infancia.
Su primer equipo en puerto fue Helados Kity quien lo vendió a las divisiones inferiores del América por 300 mil pesos en 1981. De esa plata tan sólo le tocó a Rincón el 8%, ósea unos 24 mil pesos. Ese fue el primer sueldo que le dieron a Rufina Valencia, su mamá, una vendedora ambulante que en sus ratos libres lavaba ropa ajena. Con ese dinero Doña Rufina compró una plancha, una licuadora, y a cada uno de los seis hermanos les dio mil pesos, una suma más que considerable si se quería pasar una noche de alegría en el puerto.
A Cali llegó con lo poco que tenía puesto. En ningún equipo de la Sultana lo quisieron. Los jugadores de Buenaventura tenían mala fama en El Deportivo Cali y el América. Decían que eran perezosos, ignoraban que de ahí habían nacido Marino Klinger, Victor y Teófilo Campaz, además de Delio “Maravilla” Gamboa. En Bogotá uno de los técnicos más capacitados de Colombia le abrió las puertas.
Pinto recuerda en Freddy a un tipo con unas condiciones físicas únicas pero con serios problemas de disciplina. Poco a poco Rincón se fue consolidando en el equipo Cardenal. Con uno de los primeros sueldos que recibió se compró una cadena de oro, gruesa como una serpiente mitológica. Así regresó al puerto. Su mamá, Doña Francisca, lo primero que hizo al verlo con su pinta nueva, se disgustó.
Rincón le había dado a su familia la plata suficiente para reformar la casa de madera, casi un palafito, en una casa de cemento y techo de concreto, además de suntuosos tres pisos. Sin embargo a Doña Francisca no le gustó la ostentación que lucía con su estruendosa pinta. Así que Rincón, avergonzado, se quitó la cadena, la escondió y la mandó a fundir. Nunca mas hizo ostentación alguna.
Freddy, a diferencia de sus otros compañeros de selección, nunca fue un hombre de escándalos. Lo que sucedió oscuro en su vida, lo peor, se aclaró como cuando fue detenido en Brasil durante cuatro meses o cuando se accidentó en el 2012 por una imprudencia mientras llegaba a Cali. Freddy siempre fue el hijo de Doña Francisca. El éxito nunca lo cambió.