Mucho se ha hablado del plagio de tesis en todo el mundo, incluso bajo esa polémica algunos personajes de renombre a través de los años han caído allí, como es el caso de Vladimir Putin (presidente de Rusia), Timothy Goeglein (excolaborador del expresidente George W. Bush), Enrique Peña Nieto (expresidente de México) y Jerónimo Uribe (hijo del senador Álvaro Uribe), entre otros personajes. No obstante, poco se habla sobre los vendedores y compradores de tesis. Aunque es un trabajo para los primeros, para los segundos es una solución a su escaso o nulo conocimiento, a la dificultad de plasmar lo aprendido en el transcurso académico o al limitado tiempo que no les permite escribir correctamente al menos un corto párrafo.
Cabe agregar que no a todos se les facilita la redacción, la investigación, el seguimiento de las diferentes normas y muchos le temen a ser corregidos reiteradamente, todo con el fin de que el producto final quede cuasi perfecto. Pues bien, a partir de elaborada la investigación por los expertos (vendedores), resulta ocasionalmente tan interesante que a pesar de que los estudiantes no sean los verdaderos autores, terminan publicándose sus supuestos proyectos en revistas indexadas o no. Inclusive, ha habido casos de tesis laureadas. Es decir, se premia al que no hizo el trabajo.
Así mismo, la publicidad de las tesis es por medio de Google, las redes sociales, carteles pequeños y grandes expuestos en papelerías y en postes por todo el país, preferiblemente cerca de las universidades (dónde está el nicho de mercado) con anuncios bastante creativos y alusivos así: ¡le redactamos su tesis!, ¡hacemos tesis en todas las especialidades!, ¡obtenga su grado ya!, ¡hacemos su tesis en 15 días!, ¿no ha podido culminar su tesis? En fin, infinidad de propaganda es la que abunda con referencia a la venta de tesis.
Respecto al ofrecimiento por doquier de tesis, los pecios varían demasiado, por ejemplo, según las fuentes consultadas, dependiendo del proyecto de grado, de la universidad y del nivel académico en el que se encuentre el estudiante, el precio mínimo es de $900.000 y de ahí en adelante el valor podría servir hasta para comprar un vehículo. Además, los vendedores son de todo tipo: trabajadores independientes, empresas pequeñas, medianas y grandes (con sedes físicas o virtuales) y quienes se encargan de elaborar el trabajo a los que no saben cómo iniciar, o llevan tiempo tratando de realizarlo por haberles sido devuelto el proyecto una y mil veces por parte de los asesores académicos. Pero no importa, porque la solución siempre está allí, a la orden y a la mano, muy particular y equiparable con un tipo de consultoría: si no puede hacerlo, lo hacemos por usted.
Por lo tanto, en ese “negocio” no se firman contratos ni se dan datos de contactos ni referencias laborales físicas para el vendedor, puesto que, por obvias razones, todo se hace entre bambalinas. El cliente sabe que no debe dejar de pagar y sí así lo hiciere puede llegar a involucrarse en un problema legal. Mientras al vendedor es difícil demostrarle que está suplantando a otro en la elaboración del trabajo, pues a pesar de realizar el proyecto de cierta forma a escondidillas, cumple con las normas y, es el estudiante quien siempre da la cara porque este es quien se reúne con los asesores académicos, envía los avances pertinentes y sustenta la tesis final.
De igual modo, las tesis se presentan con las correspondientes normas y citaciones, por lo que es difícil que alguno incurra en plagio (y eso es lo ilegal) y, el próximo a graduarse, debe leer y releer el proyecto hasta aprendérselo casi de memoria. Lo anterior con el fin de no caer en equivocaciones y, se entienda por parte del jurado en la sustentación que el graduando sabe de lo que está hablando.
Finalmente, para el comprador pagar por una tesis que no es de su propiedad termina siendo un alivio y en el caso del vendedor, se trata de un trabajo similar a la elaboración de los famosos discursos presidenciales, hechos por los asesores y, quien queda como rey, es el mandatario, o los informes que hace cualquier empleado y son firmados por los jefes, o incluso algunas sentencias que son escritas por los secretarios de los juzgados y quienes firman son los jueces. Entre tanto, el que está tras el telón como comerciante de tesis y escritor fantasma nunca tendrá el crédito.