En nuestro país la evasión de impuestos es un tema tan común como beber un café en la mañana. Tanto que muchas veces pasa desapercibido por pensar que la responsabilidad es solo de aquellos que de manera directa esquivan varias disposiciones tributarias. ¡Qué ironía saber que somos nosotros los que les ayudamos a estos malhechores en múltiples ocasiones!
Todo inicia una noche de fin de semana cuando decidimos ir a divertirnos a un bar y en la entrada un guardia nos requisa para después remitirnos hacia una ventanilla –en otros casos puede ser una o dos personas con un canguro para guardar el dinero-. “Son veinte mil del cover”, me dice la persona que me atiende de manera un tanto apurada. Después de todo hay al menos quince personas haciendo fila detrás de mí. Le pago y me ponen una manilla con el nombre del sitio para luego hacerme seguir. Me hago a un lado de la multitud, esperando a que mis amigos también entren. Cuando por fin ingresan nos hacemos en una mesa y pedimos algo de tomar: algo que pagaremos porque al fin y al cabo el ‘cover’ no era consumible. Al día siguiente, ya en mi casa miro el recibo que me dieron y sólo veo el trago que compramos. Por ningún lado está ese derecho de mesa o de entrada que nos cobraron en la puerta.
Como no me gusta tener inquietudes por mucho tiempo decidí buscar de qué manera está contemplado el ‘cover’ para la DIAN y encontré con gran sorpresa en uno de los conceptos emitidos en diciembre del 2013, que el ‘cover’ está considerado como parte de los servicios gravados con el impuesto nacional al consumo. Lo anterior implica que debería haber aparecido en mi factura lo que me cobraron por el mismo, ya que es el único registro que acredita mi pago y el ingreso que recibió el sitio por aquel concepto del que también deben rendir cuentas a la hora de pagar impuestos.
Ahora, cada vez que salgo en el mismo plan exijo que se incluya el ‘cover’ en mi factura. De lo contrario, voy a otro sitio. Porque si con plena conciencia analizamos el asunto, imaginen el número de personas que un fin de semana pagan diez, quince, veinte mil pesos o más por un cover que nunca queda registrado al momento de pagar impuestos por parte de las discotecas o bares. Cuánto dinero no estamos perdiendo.
Porque la evasión de impuestos al final nos afecta a todos.
Nunca me he considerado perfecta a nivel ético y moral, pero no estoy dispuesta a ser cómplice de estos establecimientos para robarle al país, a los demás y a mí misma. ¿Y usted, está dispuesto a ser cómplice?
* El artículo original puede verse en el portal interferencechannel.com