En el gigante salón del centro de convenciones G12 de Bogotá, en la carrera 30 con Américas, hay un poco más de 10 mil sillas bien organizadas una detrás de otra. Cada domingo el auditorio se llena a reventar cuatro veces. El sábado, dos veces. El primer culto del domingo inicia muy puntual a las 7 de la mañana y el último arranca a las 5 de la tarde.
Pero los dueños y fundadores de la gigante iglesia cristiana Misión Carismática Internacional, una de las más poderosas de Colombia, los esposos César Castellanos y Claudia Rodríguez de Castellanos no están allí, como lo hicieron durante los años 70, 80 y 90: Ya no ofician en el gran auditorio de Bogotá, lo hacen desde su lujosa iglesia de Miami. Los casi 100 mil fieles que el centro de convenciones recibe cada fin semana solo los ven en videos, en una que otra reunión y en medio de las campañas electorales que los han puesto como concejales y congresistas a ellos, a su hija Sara, a otros familiares y a los políticos que han buscado el fortín de votos que agrupan bajo el letrero plateado G12.
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Los cientos de miles de fieles que llegan a su iglesia son un poderoso activo electoral que han sabido usar en favor de sus intereses. Con el voto cristiano Cesar Castellanos llegó a la Cámara de Representantes en 1998 y su esposa, a quien más le gusta la política participativa, logró ser constituyente y senadora en el 91, repitió curul en 2006 y nuevamente en 2018. Y en el entretanto fue embajadora de Colombia en el Brasil El oficio de liderar el rebaño, que se calcula hoy en unas 250 mil personas en Colombia y un puñado más en el exterior, ha sido también usado para que terceros como Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, Enrique Peñalosa lleguen al poder. .
Pero su poder no es solamente religioso y político; es también económico. Los Castellanos han sabido cómo hacer dinero por cuenta del oficio de acercar a Dios a los cristianos protestantes.
El dinero forma parte de su plan de vida
Uno de los secretos mejor guardados de la familia Castellanos es la fortuna que han amasado como amos y señores de la iglesia que recién casados fundaron en 1983. Empezaron con ocho personas en la sala de su casa, cuando César tenía 25 años y Claudia apenas 23. Seis meses después, ya con el diezmo de 200 fieles, contaban con los ingresos suficientes para arrendar un salón grande. Así fue como abrieron su primera iglesia en Bogotá.
Después de que sus grupos de apóstoles se fortalecieron, consiguiendo seguidores con su estrategia tipo pirámide que obligaba a cada fiel a conseguir 12 miembros más, los Castellanos pasaron de una iglesia de barrio a alquilar el coliseo El Campín. Congregaban miles y miles de personas mientras que los dineros de las ofrendas eran puestos en varios negocios que siempre han liderado los Castellanos.
Las inversiones de la familia, casi todas alrededor de la funcionalidad de sus iglesias, que ya son más de 40, están bajo sus nombres cómo representantes legales, gerentes, socios mayoritarios, presidentes. El portal Cuestión Pública encontró 19 empresas que operan en Colombia y en Estados Unidos, relacionadas de una u otra manera con los esposos Castellanos y sus cuatro hijas mayores. Tienen operadoras turísticas, medios de comunicación, editoriales, inmobiliarias y hasta constructora de obras civiles.
Comprar lotes bien localizados ha sido una de sus estrategias económicas
La inversión en bienes inmuebles es un gran negocio que no ha sido ajeno a la poderosa familia. Son dueños de la gran mayoría de terrenos donde están levantadas sus iglesias. César y Claudia Castellanos compran y venden propiedades a nombre de su iglesia. Inversiones que hacen con las ofrendas que sus fieles les pagan hasta con tarjetas débito y crédito en datáfonos que en medio de los cultos su personal de logística va ofreciendo mientras que los pastores en la tarima hablan de los beneficios de aportar a la causa de su dios, de su iglesia y de las grandes compensaciones por los sacrificios económicos que todos puedan hacer.
Los mejores predios que la iglesia del logo plateado ha adquirido en Bogotá son donde hoy está su mega salón de convenciones en la carrera 30 con Américas y otros dos que la iglesia compró en el mismo sector de la ciudad desde 2006, cuando se compró el lugar donde levantaron el gigante auditorio.
Otra de las propiedades que la iglesia adquirió en la zona, y que es la más grande del sector, es el lote donde años atrás funcionaba –desde 1950– la cervecería Andina y que luego pasó a ser de Bavaria, cuando los Santo Domingo, entonces únicos dueños de Bavaria, montaron allí la vieja fábrica en 1985, la cual funcionó allí hasta el año 2000. La compra no se realizó directamente a la familia Santo Domingo, fue un fideicomiso adquirido a través de crédito bancario con el banco Helm Trust.
Con el traslado a la moderna planta en Tocancipá, a las afueras de Bogotá, la vieja fábrica de la carrera 30 duró abandonada durante nueve años, hasta que la iglesia y sus representates vieron allí la oportunidad para ampliar su salón de eventos y la compraron en 2009 por varios miles de millones.
Los planes iniciales con el lote de Bavaria se dañaron
El lote no se pudo aprovechar para levantar el segundo salón de convenciones por dos razones. En 2001 la fábrica abandonada fue declarada bien de conservación integral, así que no podían modificar varias de las estructuras de la vieja construcción. Además, en 2016, Enrique Peñalosa y su secretario de planeación Andrés Ortiz Gómez adoptaron un proyecto de renovación con vocación urbanísticas de vivienda, en el que Bavaria, que tenía gran parte de las propiedades no estuvo interesado y una vez completaron el traslado, los fueron vendiendo. La compra de aquel gigante lote por parte de la igleisia fue en 2009, y desde entonces el único que se le da es como parqueadero de sus fieles.
A este predio la iglesia sumó otras tres propiedades en la misma zona, donde instalaron sus oficinas administrativas. Con los cinco predios, la iglesia suma 32.200 mt2 en la zona industrial de Bogotá, una verdadera fortuna. El plan urbanístico es demoler las construcciones viejas darle paso al proyecto urbanístico que ya lleva ocho años en planos y que prometen convertir en una ciudadela con más de tres mil viviendas, parques y comercio. El enorme auditorio G12 que levantaron los cristianos para recibir al menos 10 mil fieles también se quedará allí junto a la planeada ciudadela que por el momento solo sigue en planos.