El mar de hielo (Das Eismeer), la obra maestra del pintor alemán Caspar David Friedrich también es conocida como “El naufragio del Esperanza”, es una de las pinturas más representativas del romanticismo alemán y una obra maestra del paisajismo nostálgico. Perfecta para nuestra depresiva posición política.
Atrapado entre bloques de hielo en un paisaje frio y gélidamente desértico el barco Esperanza es atrapado por el hielo, destrozado por el choque de icebergs y condenado a su destrucción, eso mismo siento que le sucede a mi país. Atrapados entre la frialdad de unos pocos la esperanza sucumbe ante nuestros ojos y con nuestra complicidad estamos condenados al fratricidio perpetuo.
Decía Einstein y otros muchos lo han repetido "Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados", tal vez los votantes no se molesten en entender el significado de esta frase y perpetuemos el legado de guerra a las nuevas generaciones. Yo siento el deber histórico de intentar evitar que ese legado se repita infinitamente. Acaso ¿no es posible dejar un legado histórico con nuevos desafíos y nosotros resolver los actuales? Es por eso que escribo estas palabras. La conciencia social tardía y la falta de autocrítica en la moral de los gobernantes nos están enfermando la mente.
De pequeño me enseñaron que los problemas y diferencias se solucionan hablando y aunque no soy muy cercano ideológicamente a Juan Manuel Santos, confieso que me parece valiente que tome la decisión de hablar con las FARC y salir de este deja vu. Desde el periódico de su familia y durante varias décadas se descalifico e instigo a la sociedad y a sectores extremistas a combinar las formas de lucha contra el comunismo, el sindicalismo, la oposición, el campesino y cualquiera que no fuera servil a la causa de la desigualdad extrema y el acaparamiento. Este neoliberal purasangre que intentan comparar con Fidel Castro a quien llaman comunista, traidor, Judas y otros tantos sobrenombres que nacen de propagandistas y es repetido incesantemente por personas a sueldo y sin escrúpulos que nos van llevando hacia la locura social. La locura de intentar una vez más doblegar, la pobreza, la desigualdad y la exclusión por la vía de la fuerza. Por eso me parece que Santos es valiente y la historia decidirá si fue acertado o fue un idealista, pero de eso se encargará la historia no una marioneta.
La guerrilla es una consecuencia, es la consecuencia de no querer repartir un pastel entre varios, es consecuencia de querer comérselo todo a pesar de las miradas hambrientas. Muchos dirán que es un cartel de narcos, que no tienen ideales y que solo merecen la cárcel, un castigo y el aislamiento. Es verdad, las FARC son muchas cosas y muy malas, pero si la pobreza y la desigualdad continúan, otros tomaran el mismo camino. ¿Qué puede impedir mañana que otros campesinos despojados de tierras, pensadores perseguidos o trabajadores explotados usen la fuerza como remedio frente a tanta indiferencia y exclusión? ¿Cómo decirle a un trabajador que sea paciente, que la prosperidad llegará cuando su salario sube anualmente un 5% y el de sus gobernantes un 20%? ¿Cómo persuadir a los jóvenes de las periferias de no involucrarse en pandillas cuando la única presencia estatal son los recibos de los servicios públicos o los camiones del glorioso ejército haciendo batidas ilegales e inmorales? ¿Cómo convencer a un campesino que cultive algo diferente a coca cuando no hay autopistas de prosperidad para sacar sus productos a un mercado?
Muchos ciudadanos, sobre todo los más jóvenes deben creer la falsa promesa que repiten desde hace cinco décadas, “la vía militar es la única vía”, esa exquisita frase atenta contra el sentido común y ofende al reducido 6% de las personas bien informadas. “Ya casi los exterminamos, es el principio del fin”, esta frase la dijo Uribe en el 2008 mientras las investigaciones del Ministerio del Interior de su propio gobierno ya se anticipaban a los hechos. La guerrilla se había reinventado, cambio sus tácticas y el remedio del exterminio total por bombardeos fallo. Pero él, con su inmensa sabiduría repitió incesantemente que la seguridad se deterioró por culpa de Santos, ese comunista que dio de baja al Mono Jojoy y Alfonso Cano, ese comunista que seguramente después de la Habana se irá de copas con Iván Márquez para burlarse de Uribe y comenzar el proyecto Castro-Santista.
Si tenemos una plaga de cucarachas podemos fumigar nuestra cocina y matarlas a todas, pero si no limpiamos a fondo, si no sacamos la nevera y barremos, si no le quitamos la grasa a la estufa, si no limpiamos los anaqueles las cucarachas vuelven. Si tomamos el camino sencillo que es comprar otro Baygon, las cucarachas se vuelven inmunes. Que paradójico que algo que nos es tan repulsivo por ser sucio sea tan sencillo de erradicar. Simplemente limpiando, pero no limpiando como “limpian” las calles de los barrios pobres, sino limpiando a conciencia, erradicando lo que alimenta a la plaga, es decir, nuestro mugre y desidia. Nuestra falsa conciencia social.
Hoy la esperanza esta atrapada entre los icebergs y sin primavera a la vista, la esperanza sucumbirá ante la fuerza del frio y se hundirá, así como nos hunden quienes usan nuestros votos para lo que siempre han hecho. Comerse todo el pastel ante las miradas hambrientas.