La pieza número 7 de la subasta pública era una Harley-Davidson Softail que perteneció a Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta. En una tienda Harley-Davidson no la venden por menos de diez mil dólares, pero aquella noche de noviembre del 2013 su precio se fijó en una cuarta parte de su valor comercial. Presentaba algunas fallas en el motor y el ensamblaje por falta de mantenimiento. Fue incautada en 2005.
Con las joyas pasó lo contrario. El precio base de un reloj Piaget original que tenía el tablero de oro y cuatro diamantes en cada esquina fue de $11.111.111; una pulsera Esclava Italiana para hombre con 22 diamantes de 10 puntos cada uno, comenzó su puja por $7.677.015 pesos. Las personas que compraron joyas debieron examinarlas en fotografías, pues las reliquias permanecen bajo cuidado especial en el Banco de la República. A pesar de esto, Alberto Lozano, coleccionista de relojes, compró el Rólex que llevaba puesto Raúl Reyes cuando fue abatido el 1 de marzo de 2008.
—Es el mayor símbolo de la historia reciente—dijo Lozano, con voz emocionada—, siempre me he preguntado cómo lo pagó, quién se lo vendió, cómo lo consiguió.
Los días anteriores a la subasta los asesores de venta de la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE) enseñaban los catálogos a los curiosos que llegaban a preguntar. Explicaban, persuadían, fijaban precios, hablaban de la oportunidad de comprar a bajo costo reliquias, muebles, carros, avionetas, casas, apartamentos, lotes, edificios, obras de arte. Fue el primer narcobodegazo.
Hoy la DNE está en liquidación por decreto del Gobierno Nacional. En la transición continúa administrando y buscando el mejor postor para los miles de bienes incautados a personas condenadas por delitos relacionados con el narcotráfico. Por ejemplo, un apartamento en el barrio Rosales, en Bogotá, cuyo valor base es $1.385.148.400 pesos, o un garaje en Chicó Reservado, que tiene un avalúo catastral de $20.000.000. Durante el 2014 se han vendido o arrendado viviendas de los hermanos Moncada en Medellín y de los Rodríguez Orejuela en Cali, y varios inmuebles de los esposos Arana Nasser, en la Costa Caribe.
A propósito del clan Arana Nasser: este año se enajenó varios bienes emblemáticos, como las fincas Cuba y Casablanca, ubicadas en la vía Puerto Colombia, el sector de mayor desarrollo urbanístico de la Costa. Sin embargo, en el proceso administrativo se presentaron — según la Fiscalía—irregularidades que llevaron a un detrimento del patrimonio por quince mil millones de pesos, tras bajar el avalúo real de los predios, que podrían rondar el billón de pesos.
No todos los bienes son opulentos. Hay un lote de objetos que incluye lavadoras y secadoras, colchonetas, mesas de planchar, sabanas cama doble y batas de baño. También hay ropa interior, vestidos de baño de diseño y casi un centenar de sillas plásticas Rimax que pertenecieron a Royne Chávez.
Cada uno de los miles de bienes ha pasado por el proceso de extinción de dominio hasta convertirse en una propiedad del Estado colombiano. Procesos que tardaron entre cinco a diez años o incluso más tiempo.
Después del proceso de “saneo” de los bienes, la DNE publica en su página Web la invitación pública para los interesados en comprarlos. Luego vienen requisitos como diligenciar el formulario de oferta de compra, acreditar capacidad de pago, demostrar que no se es familiar o cercano a los dueños anteriores de los artículos. El proceso administrativo finaliza con el acta de cierre de la subasta.
¿Cómo se fija el precio? María Mercedes Perry, agente liquidadora de la DNE, indicó que cada valor asignado tiene un estudio técnico previo hecho por un experto en cada área: “No puedo sacar a subasta absolutamente nada que no esté avaluado con toda la reglamentación y toda la normativa que exige un bien público”, dijo.
Antes, la DNE sacaba los bienes a la venta con una pequeña rebaja en los precios. Sin embargo, los controles eran insuficientes, lo que generó un foco de corrupción. Juan Carlos Restrepo, ex director de la DNE señaló que “muchos funcionarios se enriquecieron a costa de estos bienes”. La situación era dramática: muchos artículos quedaron abandonados en bodegas, algunos se deterioraron (la mayoría automóviles y motocicletas) y la mayoría se depreciaron.
En la actualidad hay una normativa: si el bien lleva un tiempo determinado sin venderse tiene derecho a un descuento. El concejo de expertos, compuesto por restauradores y conservadores clasifica el bien, determina el estado y fija una tabla de precios. Algunas ocasiones se venden por el valor comercial asignado, otras no.
En la lista de bienes por enajenar está el retrato de Elizabeth Montoya de Sarria, conocida como la ‘Monita retrechera’, esposa de Jesús Amado Sarria, testaferro del cartel de Cali. Ambos vinculados al proceso 8.000. La obra está avaluada en tres millones de pesos. También hay un cuadro (fotografía retocada) en el que se presume jugaban billar Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha y un tercer hombre. Está firmado por el artista colombiano Belarmino Miranda, que ha expuesto en Estados Unidos, Canadá y China. Su costo es de cinco millones de pesos.
Clara Inés Saldarriaga, gestora de ventas de la DNE contó que en las bodegas hay más retratos de la Monita Retrechera. Días previos a una subasta los mandó retirar, “por una cosa de energías, como que ella hacía magia negra. Preferí no tenerlos cerca” dijo.
— ¿Las personas son desconfiadas hacia los bienes que fueron de la mafia? Pregunto.
— Sí. El objetivo es que la gente pierda el miedo a comprar cosas que ya están extintas y saneadas. Pero les gana el miedo de saber que fueron de mafiosos.
Saldarriaga creó a inicios de 2013 la unidad de ventas de la DNE, su objetivo era organizar un catálogo de bienes incautados aprovechables para que todos los interesados puedan hacer una oferta y comprarlos. Los bienes pertenecen al Fondo para la Rehabilitación, Inversión Social y Lucha Contra el Crimen Organizado (FRISCRO) y la DNE los administra.
Regresando al tema de las obras de arte, Víctor Patiño Fómeque, alias el Químico, que inició sus andanzas en el narcotráfico desde 1985 y se convirtió en uno de los hombres poderosos del cartel de Cali tenía en su colección óleos de Luis Caballero, un grabado de David Manzur, cuadros de Armando Villegas, Alejandro Obregón y Enrique Grau. Tras ser incautados, el precio ofertado por algunas de las obras fue doscientos millones de pesos. En contraste, algunas obras auténticas de artistas colombianos se han vendido por medio millón de pesos o incluso menos.
Clara Saldarriaga cuenta que en la primera subasta de la DNE se presentó la foto de un óleo sobre lienzo de Pedro Pablo Rubens, con un avalúo comercial de novecientos millones de pesos.
— ¿Estaba certificado? Pregunto.
— No. Sólo la certificación ronda los mil millones de peso. Si se certifica el cuadro costará cinco mil millones y es probable que lo declaren patrimonio cultural.
Álvaro Medina, investigador e historiador de arte me explicó que la certificación es un proceso complejo y dispendioso, y sólo lo podrían hacer museos como el Louvre (Francia), El Prado (España) o la National Gallery (Londres), donde hay colecciones de Rubens. El cuadro permanece en una de bodega de la colección del Museo Nacional.
Héctor Abad Faciolince escribió hace varios años en su columna de Semana una anécdota con este cuadro de 44 x 55 cms, que se confiscó a Luis Hernando Gómez Bustamente, alias Rasguño, líder de cartel del Norte del Valle, quien compró la obra en 1992 por siete millones de dólares. Entre otros bienes incautados suyos está el Ferrari negro modelo 1991 que no pudo ser vendido en ninguna subasta de la DNE, el precio de oferta era 250.000 dólares. El Ferrari terminó en manos de la Policía Nacional que lo convirtió en patrulla y lo exhibe ocasionalmente.
En las subastas del 2014 la DNE ha sacado a la venta un lote compuesto por 178 monedas de oro que tiene la imagen de la reina Isabel II del Reino Unido, cada una con un valor de 50 dólares; 310 lingotes de oro de un kilogramo de peso, custodiados por el Banco de la República; algunos ponis que pertenecieron a Pablo Escobar, y que hoy se hospedan en Sopó, Apulo y la Calera; relojes Rólex y joyas avaluadas en 73 mil millones de pesos, chatarras de aeronaves tipo DC-9 y motonaves que pertenecieron a los capos del cartel de Medellín.
Sobre las subastas María Mercedes Perry contó que un grupo de ciudadanos planea crear un museo sobre la historia del narcotráfico en Colombia y ya han adquirido algunas piezas. Una forma extravagante y trágica de acercarse a la realidad del país, pero que nadie puede ocultar.