Lo que Andrés Córdoba dijo y no se publicó

Lo que Andrés Córdoba dijo y no se publicó

'El yagé solo debería utilizarse dentro del contexto del rito'

Por: John Mario Díaz
junio 22, 2015
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Lo que Andrés Córdoba dijo y no se publicó

El Taita Córdoba es una de las personas más complejas, fascinantes y divertidas que uno puede encontrar en este ya muy complejo mundo de las medicinas ancestrales.

Nació hace 40 años en el barrio El Ejido de San Juán de los Pastos, como el mismo lo cuenta. Luego creció en el Putumayo, entre selvas, ríos y flores, y con su madre de crianza Maria Jacanamijoy. Después, junto a toda su familia viajó a Cali, a buscar futuro, estudios, oportunidades... Conoció la salsa, la calentura, la calle, los libros, el alcohol y el Heavy, el Trash y el Death Metal. Era un lindo niño Indio, libre y salvaje como dice la canción, y lo llevaron a madurar a la sucursal del cielo. Con 3 intentos de suicidio de por medio y gracias a que por aquellos “misterios de Dios” el yagé siempre ha estado en su sangre, lo sacaron de Cali y en Puerto Asís lo esperaban 7 Taitas, y le tenían un baño reservado “para mi solito”. Pasado una semana de un tratamiento “intensivo” lo internaron en la selva y estuvo con los Cofanes durante una larga temporada. El resto ya es otra historia.

Hoy, Andrés Córdoba, como más le gusta que lo llamen, es quizás el músico yagecero más reconocido del país. Con su música y su remedio viaja al Ecuador, Venezuela, México, y muy pronto seguramente, hará su tercer viaje por Europa. Le va bien con la prosperidad, con el “grano de maíz, el rayo de oro”, pero también trabaja a una escala formidable en lo que muchos otros sanadores todavía hacen tímidamente. Está dedicado a salvar almas, a sanar vidas, y ofrece yagé a comunidades en las zonas más complejas de un par de ciudades. Ya va en 4 barrios de Cali, y hace algunos meses comenzó trabajo de base en una de las comunas de Medellín.

No es Taita ni Curaca, lo dice con vehemencia y con profundo respeto a los mayores y a la tradición. Pero como el mismo lo dice en su página (americankhe.blogspot.com) “primero los miro y los siento cómo personas y cómo seres humanos, luego los aprecio como mis taitas o curacas”.

Es, eso sí médico tradicional indígena avalado por el cabildo Inga de Santiago en el Putumayo, y le rota a todos los asistentes a la Casa Madre Aburrá (Maloka del Jardín Botánico de Medellín), el carné que lo comprueba. Nos convoca aquí a raíz de los comentarios generados por una entrevista que le hicieron en una importante revista del país.

“Yo pensé que era una buena oportunidad para hablar del Yagé, de los beneficios de la planta. Lo que sacaron fue apenas un pedacito de lo que yo dije... Y tras de eso van diciendo que yo soy Taita Cofán. Llamé a la periodista, le dije que aclaremos esto, que de pronto me podía estar perjudicando...”

El título de Taita fue corregido en la edición digital. Pero lo que para Andrés es más importante, y por eso citó a este conversatorio, es contarle a la familia yagecera, a la de las medicinas ancestrales y a la opinión pública en general, todo lo que él le dijo a la revista y en particular, lo que le preguntaron y tampoco se publicó.

“Que si el yagé es un alucinógeno? Y cómo hacía yo para rehabilitar gente drogadicta con un alucinógeno? Miramos el punto científico. Miramos el punto histórico. Miramos el punto político. El punto de vista tradicional. Cómo se estaban tratando las ceremonias? Tocamos muchos puntos. La verdad es que yo pensé, de pronto creí, que de pronto el reportaje iba a ser un poco más amplio, en todo lo que nosotros hablamos durante 45 minutos. Resultó que eran unas respuestas máximamente resumidas, muy limitadas”.

“Mi intención era como sacar la cara por el yagé porque pues bueno, a nivel social lo miran como una droga, el médico lo mira como un alucinógeno, y donde sencillamente hay muchos cuentos sueltos, entonces por eso precisamente trato de hacer estas conversaciones”.

Pero en particular, hubo una sensación de la entrevista que le generó inquietud:

“Miré como una cierta intención de la periodista, de que si yo quería apoyar, o que si mi punto era a favor, sobre el hecho de patentar la planta, porque como hay unos médicos neoyorquinos que han descubierto que haciendo el yagé en cápsulas, que eso sirve pa la diabetes y que tal... “

“Entonces yo de mi parte fui radical. Yo le dije que el yagé debería utilizarse solo dentro de un contexto de ritual, que para eso hay unas autoridades tradicionales que son sabedores de la medicina, y que de mi parte no estaba de acuerdo en que se patentara o que se trabajara para los laboratorios. Entonces me decía, “es que es mucha gente que se puede beneficiar”. Yo le dije, bueno, pero en las manos de los que son (taitas, curacas, médicos tradicionales)… Sencillamente le dije que de mi parte no estaba de acuerdo”.

Estas son las palabras del Taita Córdoba. Palabras que para un medio importante como dicha revista pueden no significar mucho, pero que para los miles de personas, (cada vez somos más) que algunos fines de semana tenemos la oportunidad de encontrarnos con el yagé, o con alguna de las medicinas ancestrales, resuenan en muchas inquietudes.

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