“La comunidad mundial corre el riesgo de enfrentase a una hambruna masiva si continúa ignorando la actual crisis alimentaria y si no la solucionamos de manera estratégica y eficaz, entonces nos espera la desestabilización de decenas de países y la migración masiva”
David Beasley
Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas.
En la edición de 2022 del informe El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo (SOFI por sus siglas en inglés [i]) las cifra son desalentadoras: el hambre casi se ha duplicado en América del Sur desde 2015.
“La cantidad de personas en situación de inseguridad alimentaria en la región sugiere que el problema ya no se limita a grupos sociales que han vivido en la pobreza durante mucho tiempo; la inseguridad alimentaria ha llegado a las ciudades y a decenas de miles de hogares que antes no la habían vivido”, dijo el representante regional de la FAO [ii], Julio Berdegué.
La razón principal no podría ser otra más que el incremento de los precios de los alimentos, los que, a pesar de que los mercados se encuentren llenos de productos, no permiten a muchas familias acceder a las tres comidas al día.
Esta situación es definida como Estado de Inseguridad Alimentaria, cuando el hambre (privación de alimentos) o la malnutrición (desnutrición, obesidad o sobrepeso) es tal que “amenaza las vidas humanas o los medios de subsistencia” [iii].
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El año que viene la situación “podría ser mucho peor” decretó David Beasley, Director del PMA [iv], entre otras cosas por la guerra que se está librando en Ucrania, en la que “están implicados dos de los mayores productores mundiales de cereales básicos, semillas oleaginosas, fertilizantes y energía, provocando un aumento de sus precios, así como el desabastecimiento de los alimentos terapéuticos listos para el consumo destinados al tratamiento de la malnutrición grave infantil”.
Frente a esta advertencia, Ucrania y Rusia firmaron este viernes 22 de julio en Estambul un acuerdo que permitirá la exportación de cereales ucranianos en medio de la guerra y facilitará la venta de fertilizantes rusos, sin embargo lejos está de resolverse con este acto humanitario la crisis de inseguridad alimentaria generada por este conflicto bélico.
El incremento de los precios de los alimentos se debe entre otros múltiples factores, al aumento del precio del petróleo y con éste el de la gasolina utilizada para su producción y transporte.
Cuando durante la pandemia los vehículos tuvieron que ser guardados, las fábricas cerradas y los consumidores protegidos en sus hogares, la caída del precio del crudo desincentivó en los países productores del llamado “oro negro” cualquier tipo de inversión (exploración y perforación para producir más en el futuro) disminuyendo además, los niveles de extracción.
Después de meses aumentando la producción de forma gradual, los petroleros han ido recuperando paulatinamente los niveles de bombeo de principios de 2020, cuando todos los países que conforman la OPEP, Organización de Países Exportadores de Petróleo[v], estaban produciendo casi al límite de su capacidad.
Los tres principales miembros de la OPEP son, en orden a su nivel actual de producción:
- Rusia - 10.551.490 miles de millones de barriles.
- Arabia Saudita (OPEP) - 10.460.710 miles de millones de barriles.
- EEUU - 8.875.817 miles de millones de barriles.
Sin embargo, de acuerdo con las reservas que cada país ha descubierto en sus territorios y que brinda una estimación de la producción futura que cada uno de ellos puede lograr, ni Rusia ni EEUU se encuentran en los primeros lugares con menos del 0,2% del total de las reservas de la OPEP como conjunto, sobrepasándolos ampliamente Arabia Saudita quien cuenta con el 22% de la totalidad.
Mientras los países exportadores de petróleo se encontraban aumentando su producción, como consecuencia de la invasión a Ucrania, EEUU empezó a presionar a sus aliados para que castigaran a Rusia no comprándole su petróleo, con el fin de limitarle los ingresos necesarios para librar esta guerra.
El resultado ha sido que en lugar de perjudicar a Rusia se le ha beneficiado. Con la salida del mercado del mayor exportador de petróleo, la oferta disminuyó, incrementando los precios del crudo a niveles que no se veían desde 2008.
Al perder su mercado occidental, Rusia giró hacia China e India quienes aceptaron gustosos comprar su petróleo con un leve descuento, aumentando los ingresos petroleros de la potencia y alimentando su maquinaria bélica.
El triunfo en esta batalla comercial por parte de la Federación ha puesto en aprietos al presidente norteamericano quien ha visto descender su popularidad de una percepción favorable del 41 % a una aceptación menor a 37 % como reflejo del descontento general del pueblo estadounidense que ha visto un incremento de su costo de vida del 1.4 % en enero de 2021 al 9.06 % en junio del presente año.
Esta subida de precios se ha visto reflejada en los servicios de salud, costos de los seguros, educación, transporte, viajes aéreos, y el aumento de los precios de los alimentos, restaurantes, ropa, turismo y otros consumos en el mercado interior.
Para tratar de controlar la inflación el Banco Central de la Reserva Federal de los EEUU ha ido incrementando los intereses que, como consecuencia, aumentan de la misma forma las tasas de los bancos centrales de todos aquellos países que manejan deudas externas con el país del norte, entre otros los latinoamericanos.
Esta situación desesperada que amenaza con sumergir en una dura recesión a EEUU el próximo año y con éste a todos los demás socios comerciales, llevó a que Biden realizará una visita en Arabia Saudita al soberano heredero Mohammed bin Salman a quien, durante su campaña a la presidencia aseguró que haría sentir como un “paria” después de que la CIA concluyera que el príncipe había aprobado el brutal asesinato del periodista Jamal Khashoggi del Washington Post en el consulado de Estambul.
El objetivo del presidente era claro: necesitaba persuadir al país con la segunda mayor producción actual y el 22 % de las reservas mundiales de bombear más petróleo, ayudando de esta manera a bajar su precio, tendencia que se ha mantenido los últimos tres días.
Si los precios de los combustibles bajan, los precios de los alimentos bajarán disminuyendo la amenaza de inestabilidad alimentaria que ensombrece al mundo y por la que ya se han presentado protestas en Argentina, Ecuador y Panamá, pudiendo llegar a presentarse en Colombia si cuando se cumpla la directriz del recién elegido Ministro de Hacienda José Antonio Ocampo de desmontar los subsidios a la gasolina, los precios de la misma se siguen incrementando como lo han hecho los últimos meses pasando en enero de $8.000 a $9.800 hoy en día.
La globalización de la economía, su utilización como arma dentro de las guerras y su impacto sobre la amenaza global de una hambruna masiva nos recuerda la metáfora sobre el efecto mariposa que explica la teoría del caos:
“El batir de las alas de una mariposa puede provocar un huracán en otra parte del mundo”.
Referencias:
[i] The State of Food Security and Nutrition in the World. El SOFI es una publicación conjunta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). [ii] Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, por sus siglas en inglés: Food and Agriculture Organization of the United Nations. [iii] The State of Food Security and Nutrition in the World. [iv] Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas. [v] Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP u OPEC en inglés) es un organismo que agrupa a los principales exportadores de petróleo del mundo, y cuenta con 14 países miembros: Argelia, Angola, Ecuador, Indonesia, Irán, Irak, Kuwait, Libia, Nigeria, Catar, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Venezuela y Gabón.