Te estarás preguntando: ¿en dónde carajos se encuentran los señores de la imagen? Pues que te digo, en parte, allá adonde las gafas Oculus Go los hayan transportado, y en parte aquí, donde sus intestinos descolgados reposan. Fíjate en el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, pasa delante de ellos con expresión maliciosa del que ve sin ser visto. Estas gafas, pese a su apariencia futurista, murieron en el instante mismo de su creación, aunque nos las muestran como tecnología de punta. Okay, valen como experiencia de 4 minutos, pero no más, porque cuando te las pones, provocan un cortocircuito en las sensaciones que articulan los sentidos entre sí, estás con el sentido de la vista en un lugar y con el tacto, oído, olfato en otro. ¿Has visto a los que se las ponen de pie? De ahí la sensación de gallina ciega que observamos en ellos. Aquí han tenido la prudencia de sentarlos para evitar que choquen entre sí al dirigirse hacia el lugar inexistente que les entra por los ojos.
Las nuevas Oculus Go de Facebook te dejan sin defensas frente a la realidad real. Te preguntarás: ¿quién manda aquí? El hombre de las zapatillas femeninas que avanza hacia el escenario con el gesto de autosatisfacción de quien ha logrado engañar a un montón de idiotas. Si logras engañar a la vista, que es el más invasivo, poderoso y menos fiable de todos los sentidos, tienes a tu merced a toda la humanidad entera. Estas gafas producen náuseas, mareos y también esquizofrenia, pensadas no tanto para mostrarte una realidad sino para sacarte de ella, de la realidad, es gracioso pero de cierta manera metaforizan sin querer la manera en que los poderosos del planeta, en este caso Mark Zuckerberg, se pasean y actúan entre nosotros sin que seamos capaces de verlos (ni de oírlos, cuando se les añaden auriculares).
Quizá en la vida hay más complots y conspiraciones de las que usted cree. Nos sentimos libres y en realidad nos la pasamos adoctrinados por ni idea quién, que con un poco de manipulación logra que hagamos cosas y las sintamos de manera voluntaria. Y por eso el mundo es como es: un delirio.