Mientras el mundo cambia a la velocidad de la tecnología, las transformaciones sociales van en carreta de bueyes. Prejuicios morales y religiosos, la simple ignorancia o la rigidez de la “normalidad”, conspiran en el camino. Pero ahí van, como la aceptación de la diversidad sexual, gracias al paulatino convencimiento de que la intimidad es una cuestión personal. Lo complicado es cuando la apariencia física no responde al género masculino o femenino y en esto las mujeres trans reclaman su propio espacio.
Nada fácil porque los estereotipos mandan la parada. No sólo sé es hombre o mujer; también hay que representarlo. Las transexuales son mujeres que nacieron en cuerpos de hombres, pero que gracias a terapias hormonales, ayuda psicológica y cirugías, feminizaron su apariencia. Pero en nuestro mundo excluyente, no basta.
La brutal discriminación sufrida por estas mujeres les ha dejado apenas dos opciones para sobrevivir: peluqueras o prostitutas. Pocas son las que han roto el estigma y demuestran que hay otras posibilidades para realizarse. Ejemplos valiosos se multiplican y hacen pensar que la sociedad comienza a verlas de manera diferente. No es para echar voladores y felicitarse por la inclusión porque son excepciones, pero es un comienzo.
El mundo de la moda ha sido uno de los nichos sociales donde comenzó a valorarse a las mujeres trans. Se recuerdan pioneras como la brasileña Roberta Close, cuya belleza la llevó a la cúspide en el Carnaval de Río y a las pasarelas. Después de ella, varias lo han hecho como Lea T., imagen de Vogue o Givenchy, o la hermosa Andreja Pejic, musa de diseñadores de la talla de Jacobs y Gautier, o la modelo de lencería Geena Rosero, que hace poco estuvo en el país impulsando su fundación “Gender Proud” que lucha por el reconocimiento legal del cambio de género sin necesidad de ir al quirófano.
Un curioso caso sucedido en las audiciones de Thailand’s Got Talent, en marzo de 2011, nos muestra que en otros campos como la música, también las trans han sabido triunfar. Bell Nuntita se presentó ante los jueces como mujer cantando con voz de soprano y luego, en medio de la canción, cambió a barítono, sorprendiendo a todos gratamente. Llegó a la final apoyada por el público y quedó en segundo lugar. Hoy es una destacada cantante, aunque una de las figuras emblemáticas es Dana International, intérprete israelí que gano el Festival Eurovisión en 1998 y se mantiene en los primeros lugares de la región.
En Colombia tenemos ejemplos singulares. La actriz Endry Cardeño, famosa por su papel de Laisa en la telenovela “Los Reyes”, ha incursionado en el cine y por estos días sorprendió en su regreso a la televisión interpretando un personaje masculino, “Cicatriz”, un sicario en el seriado “Los fugitivos”, lo que da la medida de su talento. Otras transexuales, como Tatiana Piñeros Laverde, directora del Instituto Distrital de Turismo de Bogotá, o Michelle Alexandro Valencia, presentadora del Canal Capital, demuestran su valía.
Pero causa revuelo una historia revelada días atrás en el New York Magazine. La presidenta de empresa mejor pagada de Estados Unidos es transexual. Se trata de Martine Rothblatt, que se hizo multimillonaria gracias a haber revolucionado las comunicaciones en Estados Unidos con Sirius, la radio vía satélite. Hoy es dueña de una farmacéutica que investiga tratamientos contra el cáncer y trasplantes entre especies y con Terasem Movement Foundation explora los límites de la mortalidad humana a través de la inteligencia artificial. Rica y poderosa, comenzó su transición de género a principios de los 90, sorprendiendo a su mujer, Bina, con la que tiene cuatro hijos y con la que sigue conviviendo después de 33 años.
Meritorias referencias, pero sigue pendiente la pregunta, al fin qué son: ¿hombres o mujeres? El caso de la colombiana Eliana Rubashkyn intenta dar una respuesta. Con estudios universitarios y políglota, intentaba hacer una maestría en Taiwán, pero al querer refrendar su pasaporte en el consulado de Colombia en Hong Kong, fue detenida en el aeropuerto durante ocho meses por no coincidir su apariencia femenina con el género masculino que señalaba su pasaporte. Por fortuna, la ONU le concedió el estatus de refugiada y consiguió en mayo de este año que Nueva Zelanda la recibiera como tal. Es la primera vez que la ONU reconoce a una mujer transexual.
¿Tercer género? En 2012, Argentina aprobó una ley sobre identidad de género (la persona escoge el género a su elección) y un caso, el de la actriz y vedette transexual Florencia de la V, se convirtió en su símbolo. De manos del ministro del interior recibió su nuevo documento de identidad en el que se le identifica como mujer sin exigirle una cirugía de cambio de sexo como sucede en algunos países europeos. Australia, Pakistán, India, Nepal y Tailandia, siguen sus pasos, lo mismo que Alemania, Dinamarca, Holanda y Suecia. Unos por la vía judicial y otros con leyes específicas. Chile ya estudia una legislación sobre el particular.
¿Cambia la sociedad? Por lo menos da los primeros pasos con apoyos emblemáticos de los heterosexuales. Un ejemplo reciente da la medida. Varios estudiantes del Colegio de San Cristóbal Pedro II, en Brasil, llegaron en falda en apoyo a una compañera transexual a la que quieren obligar a asistir a clases vistiendo el uniforme masculino.
Hay algo de exotismo, tolerancia a regañadientes o simpatía, aunque muchos aún las consideran una aberración con su secuela de violencia como sucede en Medellín, donde en los últimos cuatro meses han asesinado a 11 miembros de la comunidad LGBTI, incluyendo a uno de sus líderes, Gabriel Mario Duque por vestir prendas femeninas.
La otra cara de la moneda se vive en Bogotá y de esto da cuenta la encuesta “clima escolar y victimización”, que se aplicó en 613 colegios de la capital y encuestó un total de 124.000 estudiantes. Una primera lectura muestra una disminución entre 2011 y 2013 de 7% en el tema de discriminación por orientación sexual.
Como puede verse, el camino es largo hacia la tolerancia pese a que las mujeres transexuales tienen en común con nosotros algo que se nos había olvidado, son también seres humanos. Increíble, pero recién empezamos a darnos cuenta.
