La rabia, llamada la enfermedad de la pobreza, del abandono, del olvido, es transmitida en la mayoría de los casos por perros. También se transmite por aves de corral, ganado porcino y vacuno. Se propaga igualmente a las personas a través del contacto con la saliva infectada a través de mordeduras o arañazos. En las Américas los murciélagos son la principal causa de esa infección.
La tarea de prevención, control y eliminación total de esa “horrible enfermedad” compromete principalmente a los gobiernos, la mayoría de los cuales no tiene Planes nacionales anti rabia; enfermedad 100% prevenible. A ese propósito no son ajenos los servicios educativos enseñando a evitar las mordeduras; los veterinarios vacunando a los canes, incluido a los callejeros; y la salubridad pública previniendo y atendiendo eficazmente a las víctimas de mordeduras de perros.
La rabia está presente en 150 países y territorios, es generalmente mortal y deja un saldo trágico de más de 160 personas diarias, o lo que es lo mismo, 59 000 personas cada año. La FAO Puntualiza que rara vez se notifican las muertes por rabia. Solo la Antártida está libre de esa zoonosis.
Cuatro de cada diez muertes por rabia son niños y niñas menores de 15 años. Las muertes, la mayoría ocurrida en aisladas y débiles comunidades rurales, se podrían haber evitado en un cien por cien de los casos. Sobre todo, garantizando el acceso a un tratamiento vital después de las mordeduras de perro.
La sensibilización pública y la colaboración de los medios de comunicación es fundamental al momento de considerar el problema. Para enfrentar esa enfermedad de una vez por todas, hace seis meses funciona la llamada Alianza Vital, integrada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Alianza Mundial de lucha contra la Rabia (GARC). Dicha Alianza Vital, se propuso para 2030, llegar a cero muertes de personas a causa de esa enfermedad viral; por cuanto “no hay motivo para que alguien muera de rabia en el mundo de hoy”, dijo Ren Wang, Director General Adjunto de la FAO.