Quiero aclarar que la obra de Juan Cárdenas (Bogotá, 1939) es demasiado clásica para mi gusto. Su preciosismo elegante y sus autorretratos de pintor me hacen pensar en el ego de Narciso que se ahogó viéndose el reflejo en el agua. Se nos olvida que todos somos descendientes de los hombres y que es de ello de quienes hemos heredado la angustia de buscarle sentido a la existencia. Pintura- dibujo- collage es el título técnico de la exposición que se lleva a cabo en el Museo de Artes Visuales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Tan técnico y escueto no porque faltó imaginación a la descripción, sino porque de eso se trata su obra.
Como la muestra proviene de la colección privada del artista hay pocas pinturas, muchos bocetos y caricaturas que son papeles embolatados en unos cajones sin gran valor pero sí hay dibujos de un maestro alemán del siglo XVI como puede ser un artista del estudio de Hans Holbein el viejo o tal vez, más parecido a la obra de su hijo: Hans Holbein, el joven. Todo se trata de la recuperación de un trabajo impecable en la técnica. El manejo del lápiz, la dulce línea fina, el cuidado en los contornos débiles, los acentos. Todo se acoge a estudio minucioso y a un final impecable.
Pero también están las obras que revisan la deformación de la figura humana que no tienen trascendencia. Personajes achatados, alargados, no son obras que deberían estar en una muestra el museo. Son más creo un ejercicio rápido o un ejercicio de calentamiento.
Pero los cuadros que hay en la muestra tienen un interés especial en el tratamiento cubista del espacio y de la figura. Se trata como manejar el espejismo de la multiplicidad, se busca plasmar modelos imaginarios en los múltiples mundos de un taller de artista. También están unos paisajes arquitectónicos donde la figura humana, por el tamaño, queda justificada como una maqueta o el intento de retablo donde las maderas justifican la multiplicidad de espacios en una narración.
Interesantes los paisajes de mares o desiertos en papel grafito. Son casi la contradicción de su propósito realista. Son texturas de algo que se insinúa. Como todo lo de Juan Cárdenas son mundos sin tiempo.