En el Arsenal se encuentran situaciones donde el título tiene que ver con las “interesantes situaciones”. Las que vive el mundo contemporáneo. Mundo sin fronteras que el arte piensa y refleja como su propia historia. Con la complejidad de las situaciones humanas y con la particularidad de nuestros tiempos donde las obras de arte dialogan la evolución crítica.
El curador Ralph Rugoff anota: “Si nos concentramos en los registros de nuestros hábitos cotidianos encontramos los pensamientos abiertos a los eventos, imágenes, gestos y situaciones de la vida desaparecen en la memoria colectiva”.
Acto de conciencia que debemos asimilar y no olvidar. Hoy, todos los colombianos marchamos contra la injusticia de ciudadanos que mueren cada día en el olvido. Todos estamos acostumbrados al dolor de la muerte. Y hoy es el día de proclamar por un estado sin estado. Un gobierno sin gobierno. Un pobre presidente que habla en plural desde Cartagena y manejado por un ser sin escrúpulos tiene el poder sin recelo. Nada sirve. El títere es inútil juicioso. Esta marcha, con todos los inconvenientes. Todos los que hablan tienen voz y es contra el gobierno. Y somos más y podemos cambiar.
El tema de los inmigrantes ya no tiene causa en lugares como Venezuela.
Ya no son zapatos los que caminan,
son huellas con cadenas
Volvamos a nuestro tema donde el tema de los inmigrantes ya no tiene causa en lugares como Venezuela. Ya no son zapatos los que caminan, son huellas con cadenas. No existe el mundo individual de la tragedia sino el símbolo comunitario de la fuga. Acá ese tema tiene la presencia ausente de miles de personas víctimas de una dictadura que puede auspiciar una guerra sin precedentes.
Otro tema es la corrupción. No tenemos imágenes pero sí el resultado. El robo de los ricos y de los políticos, así viene los hombres usados, los ciudadanos olvidados por la conveniencia política, porque los prejuicios van de la mano de sus intereses. En este caso Colombia tiene sus protagonistas con nombre propio y al presidente Duque, que con su mundo enajenado, desconoce las consecuencias.
El otro tema de la Bienal son los accidentes inéditos. Los accidentes aéreos no tienen explicación lógica. El hombre llega a Marte pero no tiene explicación para explicar accidentes sin mayores consecuencias.
George Condo, con su fotografía fue el protagonista. A la entrada del Arsenal nos recibía con imágenes profundas. La pobreza está condenada a ser un invisible que maneja códigos etéreos. Mientras el mundo de la probable conveniencia se convierte en cortos circuitos donde el corazón funciona por impulsos electrónicos de la nueva manera del siglo XXI. Nadie existe. Todo es tecnología.
Y, dentro de ese mundo incierto, están los medios de comunicación y los cien poetas hablando al tiempo en micrófonos anacrónicos, recitan anónimos mientras las verdades se pierden entre los mundos autónomos de líderes particulares, entre huellas sin sombra, entre voces sin nombres. Entre noticias desarticuladas por la corrupción.
La Bienal de Venecia parece un retrato de nuestras circunstancias, aunque Colombia no participó seguramente porque tiene todas las circunstancias para ahorrar en el mundo de la verdad.
Aquí una muy pequeña muestra de lo visto en dos días en la Bienal:
Zanele Muholi, en el Arsenal, lugar donde están las obras seleccionadas
por el curador de la Bienal
Njideka Akunyilil, pabellón de Polonia, en los Jardines
Andreas Lolis. pabellón de Indonesia, en los Jardines
Ryoji Ikeda, en Arsenal
Liu Wei, en Arsenal
Alexandra Bicken, en Arsenal
Antoine Catala, en Arsenal