El pasado domingo, Colombia se despertó con la noticia de una nueva masacre: 15 fallecidos, en su mayoría recolectores de café, fue el resultado de dos ataques armados en las regiones de Antioquia y el Cauca. Una situación que se ha vuelto recurrente a pesar de los acuerdos de paz firmados en 2016.
Entrevista a Camilo González, presidente de Indepaz, Instituto de estudios por el Desarrollo y la Paz
Camilo González: “Las masacres son una modalidad de homicidio colectivo contra grupos de personas para sembrar miedo y controlar territorios. Son prácticas atroces y en Colombia se cuentan ya más de 4000 durante décadas de conflicto. Y cuando ya pensábamos haber superado esas modalidades atroces, estamos presenciándolo con asombro, con indignación y con mucho reclamo al gobierno que no da una respuesta asertiva a esta situación”.
RFI: La mayoría de los fallecidos de esta última masacre eran recolectores de café. ¿Por qué los agricultores son blanco, son víctimas de esta violencia?
Camilo González: “Están llegando grupos armados buscando corredores de salida hacia el Pacífico, corredores de tráfico. Pero también se ha anunciado la llegada de una gran minera de oro australiana y entonces, con la expectativa de una nueva bonanza de oro, corren a disputarse estos territorios y llegan a amedrentar a los campesinos, a cobrarles cuotas, a someterlos a vivir bajo su dictadura”.
RFI: El gobierno colombiano ha ofrecido una recompensa de hasta 200 millones de pesos, unos 55 mil dólares, por información que permita la captura de los responsables.
Camilo González: “El gobierno, apenas sucede un hecho trágico, llega con helicópteros, con toda la gente del ejército y sacan un comunicado: ‘Vamos a redoblar la fuerza pública’. Y sacan unos carteles identificando unos sujetos como presuntos responsables y ofrecen recompensa. Eso es una estrategia mediática, no para garantizar seguridad sino para producir una sensación de acción del Estado para la seguridad”.
Guerrilleros del ELN, disidentes de las FARC, paramilitares y narcotraficantes se disputan las rentas del narcotráfico y la minería ilegal en el convulso Cauca, además de una ruta de narcotráfico que sale por el pacífico hacia Centroamérica y Estados Unidos.
Colombia vive este año una de las peores arremetidas de grupos armados desde la firma de la paz con la entonces guerrilla FARC en 2016.
Antioquia y Cauca concentran 30 de las 76 masacres - o asesinatos de al menos tres personas en un mismo evento - registradas este año en el país por el observatorio independiente Indepaz.
Pese al pacto con las FARC, en el país aún persiste un conflicto armado que en casi seis décadas deja más de nueve millones de víctimas, en su mayoría desplazados.