La problemática del mototaxismo en Cartagena representa uno de los tantos enanos que dejaron crecer y que hoy se ha convertido en tremendo Goliat. Básicamente, se ha constituido como un asunto nacido de la aplastante corrupción, inequidad social, abandono gubernamental, la supremacía de intereses particulares y el clientelismo que año tras año han vulnerado la calidad de vida los habitantes del distrito.
El 'rebusque' como falsa fórmula de empleo (siendo el mototaxismo uno de los más relevantes que existen en Cartagena) jamás suplirá las carencias primarias de los estómagos vacíos, ni mucho menos el goce de educación de calidad, posesión de vivienda digna, garantías de seguridad social y acceso a una justa pensión en la vejez.
Por tanto, cuando todo se recrudece a nivel ético, moral, jurídico y colectivo por la desesperanza aprehendida, por el escepticismo hacia los representantes y por la democracia en vilo, infortunadamente se tocan los terrenos de la ilegalidad, el desarraigo, el caos, la delincuencia y el vandalismo, que juntos, antes de beneficiar, hunden inconmensurable a cualquier sociedad deslegitimizando cualquier tipo de protesta que se efectúe ante situaciones agravantes padecidas.
Cuando tales eventos violentos emergen, como los que hoy se padecen en Cartagena, es porque ha fallado por completo la normativa de convivencia al interior de una misma sociedad. Como consecuencia, la problemática del mototaxismo explotó y consigo, los padecimientos de hambre, inequidad, pobreza y exclusión de muchos de sus habitantes, en su mayoría, sustancialmente desfavorecidos, quiénes, pertenecen a la realidad que se esconde tras la fachada de turismo y marketing.
De manera que la paralización de toda una ciudad hoy y optar por las agendas virtuales y el teletrabajo en aras de salvaguardar la integridad física de empleados, estudiantes y habitantes en general es una clara muestra de que ahora el virus SARS CoV 2 no es el gran mal de Cartagena (aunque no lo saca de su panorama).
Asimismo, esta problemática del mototaxismo es consecuencia directa de la inoperancia de los funcionarios públicos, los deficientes liderazgos administrativos que la han flagelado y en especial, (y lo más lamentable), de la decadencia de la propia sociología cultural cuando sus habitantes superponen a la fuerza derechos vitales sobre los deberes e intereses públicos constitucionales.
De ahí a que la violencia, en ninguna de sus formas, nunca brindará feliz término a tanta desazón sufrido y expuesto. Ojalá esta crisis del mototaxismo pueda encontrar soluciones sostenibles para todas las familias que dependen de este oficio, para todos los dueños particulares que decidieron adquirir un vehículo motorizado y para el resto de habitantes que se ven afectados en todo sentido, porque a todos los individuos esta problemática impacta.
Se espera que las respuestas por parte de la Alcaldía, como de los demás líderes encargados y de representantes de este gremio afectado, sean en torno a la educación vial, a la conciencia social de diálogo mediado y legítimo, así como también al compromiso verídico de derechos y deberes constitucionales de todas las partes.
Como consecuencia, las conclusiones a las que se lleguen imperativamente deben dejar por fuera de las mesas de diálogo todo oportunismo, fanatismo, arbitrariedad, irresponsabilidad jurídica y vicios apabullantes de politiquería en virtud que se logre la legalización organizada, adecuada, exhaustiva y objetiva de este gremio afectado, no solo pensando en la historia reciente de Cartagena como capital de Bolívar sino también visionando en lo que pueda construirse para su beneficio como cluster importante de Colombia en su corto y mediano porvenir.