Cuando el tiempo corría, y la universidad del atlántico fue dándole al doctor Jose Consuegra Higgins la idea de crear la hoy Universidad Simón Bolívar, creería que nunca imaginó que sería ella, Doña Anita, como todos la conocen y llaman con cariño, quien lo acompañaría durante décadas para consolidar el sueño cúspide de una universidad del y para el pueblo. El corazón y los deseos del Doctor Consuegra no imaginaban que sería ella quien pondría el suyo para darle la forma a lo que el en su visión amplia necesitaba en mínimas proporciones, los pequeños detalles que se iban necesitando para poder consolidar aquel gran proyecto que finalmente se convertiría en su hija menor.
Es de admirar y destacar el por qué en aquella escuela el doctor Consuegra se fijare en ella para construir una familia excepcional, y que sin abandonar su rol de madre y esposa asumiera un papel más protagónico en la institución. Después de cincuenta años de vida académica de la Universidad, verla motiva para enfrentarse a grandes retos, que puedan consolidar una gran apuesta regional y nacional. Tomarla como referente debería ser el significado universal de lo que es el talante de una mujer Caribe, esa condición que nos caracteriza como individuos universales, únicos y especiales, es la forma ejemplificada de vivir al servicio.
En su mirada, se ve la esperanza de seguir haciendo ciencia, tecnología y educación con calidad, su voz cansada quizá por el paso de los años, hace eco en aquellos que en algún momento la hemos escuchado, y su sonrisa, motor de sueños, fue y sigue siendo la inspiración de confianza para que muchos jóvenes, hombres y mujeres puedan creer en la Universidad Simón Bolívar. Un escenario lleno de cultura, de conocimiento, innovación, pero especialmente de una visión diferente, capaz de transformar colectivos ideológicos, y finalmente de darle a esta región el espacio mas importante en la generación de profesionales idóneos.
Gracias a su liderazgo, pero también al acompañamiento que ha dado a sus hijos en la dirección de la institución, hoy se tiene una universidad referente, miles de graduados de los diferentes programas de pregrado y posgrados, pero buscando destacar algo que pocas instituciones han centrado como característica identitaria, como lo es la conservación de la cultura y el saber caribe. Sería correcto afirmar, que su instrucción por parte del Doctor Consuegra Higgins, quien era un caribeño ejemplar por un léxico ajustado, un comportamiento justo y una inteligencia provista, permitió que durante décadas dirigiera el área de bienestar universitario promoviendo ese ser caribe, que amparado en una condición autonómica, autóctona, y especialmente, única, pudiera lograr un mayor renombre desde la formación profesional que esta institución lideró durante muchos años recibiendo a los que por razones económicas, culturales y sociales no podían trasladarse a otros rincones de la nación a formarse para lograr mejores condiciones de vida.
Ese es el legado de una mujer que representa los valores de una cultura universal, la mujer de sueños, propósitos, y especialmente la mujer que al lado de un hombre, se hizo una dama ejemplar, no por el hecho de contar con un hombre, sino por el hecho de ser su par en un camino que durante años andarían de la mano y que solo la voluntad divina del altísimo pudo separar. Sus ojos son la viva luz de unos años que han dado felicidad, su sonrisa es espejo de aquellos que la ven con un amor maternal, y su voz tenue es el eco del consejo que el tiempo nos viene dando para aprender en los momentos de adversidad, caer y seguirnos levantando para lograr el fin único que es vivir para servir como lo ha hecho y seguirá haciendo doña Anita, la ilustre fundadora de la Universidad Simón Bolívar.