El Estado «subcontrató» al mercado, que «subempleó» al ciudadano. Los derechos fundamentales se mercantilizaron, y los servicios públicos, privatizados, también se corrompieron: observe la seguridad, la educación, la salud y las pensiones.
Los diagnósticos son maquiavélicos, y los debates «tormentas de culpas» (blamestorming). Sevicia o senilidad tecnócrata, los reincidentes especialistas no cambian sus fallidas soluciones porque tienen conflictos de interés, o carecen de pensamiento lateral para precipitar lluvias de ideas (brainstorming). Así lo demuestra el Global Pension Index (Mercer.com), que supuestamente mide la adecuación, la sostenibilidad y la integridad del descompuesto «sistema».
Padeciendo midorexia o anacronismo, neoliberales y neoconservadores siguen conspirando contra la extinta socialdemocracia. Desmantelaron el Estado de Bienestar, y dejaron sin garantías laborales a los adultos mayores; también a los demás, pues debemos darnos el lujo de rebajarnos, siendo más fácil defraudar a quienes Ni estudios Ni experiencia tienen.
Especulando, la empleabilidad parece un embudo social y la pensión pirámide financiera. Así, la población económicamente activa se canibaliza, y el resto agoniza abandonado en la miseria; la natalidad decrece, muchos capitalizan la esclavizante migración venezolana, y pocos disfrutan del buen retiro, amparado por los subsidios a las arbitrarias mega pensiones, entre otros regímenes especiales que benefician a los falsos sindicatos, las fuerzas armadas y los altos cargos.
De acuerdo con la OECD (Portafolio.co, 31/3/2022), solo 25 % de los colombianos proyecta pensión contributiva; 25 % recibe transferencias que, tal como el Ingreso Solidario, ni siquiera alcanzan para pagar la deuda ante la pobreza extrema, y el Estado condena al 50 % residual, violando el debido proceso que evitaría el genocidio de santos inocentes.
Semejantes paradigmas y parámetros adoctrinaron a Clavijo (Gerontocracia y Mercado Laboral, ElTiempo.com) y otros secuaces. Ahora, pretenden legar una presunta buena práctica del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) para apalancar la “renovación generacional a partir de los 65 años”, mientras Humberto de la Calle se reencaucha como congresista a los 75.
Procurando estimular la continuidad y la movilidad laboral, eliminen los costos no salariales (Sena y Cajas de Compensación); los aportes a salud y pensión deben ser complementarios, y no recibir beneficios tributarios. También prohíban la reelección en cualquier cargo público, y la transición inmediata entre ramas del poder, incluyendo la puerta giratoria que conecta con las organizaciones más influyentes del sector privado u oenegé. Que se tomen un sabático.
Además, cualquier persona con determinado nivel de riqueza no debería tener la posibilidad de ocupar cargos públicos, y tampoco mantenerse empleada mediante organizaciones constituidas. Que salga de la zona de confort, y, renunciando a vivir de las rentas, se dedique a emprender para crear empleo; demuestre que más sabe el diablo por viejo, porque “los que tienen el privilegio de saber, tienen el deber de hacer".
Los esquiroles del subempleo y el outsourcing también son víctimas del vacío pensional o del existencial que padecen los «nini», que ni dignifican ni disfrutan sus vidas personales o laborales.