El modelo económico contra la ciencia
Opinión

El modelo económico contra la ciencia

Dos décadas después de la misión de sabios, el panorama en materia educativa es desolador

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diciembre 04, 2015
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El papel que juegan las naciones en el escenario global y en el desarrollo del conocimiento universal está ligado al papel que asignen a la ciencia y la educación. La definición del modelo de desarrollo define el papel de la ciencia. Así, en Colombia la imposición del libre comercio trajo consigo la especialización en explotación de materias primas con bajo valor agregado, para lo cual el conocimiento complejo y el desarrollo científico sobran.

Sabemos hoy que el proceso de desarrollo y evolución de la vida como la conocemos y de cada especie depende de su capacidad de adaptación a la realidad, y esta a su vez, estriba en la posibilidad de acumular y utilizar información, es decir, en la capacidad de aprender. Los organismos más simples solo acumulan información a partir del ADN, los más complejos han desarrollado cerebros, y entre estos organismos, únicamente la especie humana ha desarrollado la escritura, los libros, bibliotecas y universidades como herramientas sociales que posibilitan su desarrollo integral como especie.

Carl Sagan dedicó su vida a la difusión científica orientado por el precepto de que somos la forma en que el universo se conoce a sí mismo, y que la ciencia, no es un cúmulo de conocimientos, sino, ante todo, una forma de pensar, cuya patente pertenece a la especie humana y su principal fortaleza reside en que sus respuestas siempre generan nuevas preguntas evitando cualquier viso dogmático.

Estas ideas orientaron la misión de sabios de 1994, compuesta por pensadores de la estatura intelectual de Gabriel García Márquez, Rodolfo Llinás y Manuel Elkin Patarroyo, que construyó el documento Colombia al filo de la Oportunidad, con ocho propuestas orientadas por metas específicas para salir del atraso en ciencia y educación. Propuestas y metas jamás logradas, cuya vigencia resulta incuestionable, como lo muestra el análisis desarrollado por la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia,y el Instituto de Estudios del Ministerio Público, en su libro Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo. Balance 20 años después.

La meta era tener un investigador
por cada 1000 habitantes
y hoy el país solo cubre la mitad de esta meta

Lejos se encuentra el país de cumplir aquellos propósitos y metas que permitirían salir del ostracismo científico. En 1994 Rodolfo Llinás propuso pasar de 0,4% a 2% del PIB como inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) en una década, dos décadas después la inversión en esta área es apenas el 0.19 % del PIB; la meta respecto a formación de investigadores era tener un investigador por cada 1000 habitantes y hoy el país solo cubre la mitad de esta meta.

La falta de inversión en I+D afecta negativamente la formación de investigadores, un hecho que a su vez golpea la cualificación de los grupos de investigación, así como sus productos. El crecimiento de grupos de investigación presenta dos problemas: en primer lugar, una tendencia a disminuir dramáticamente desde el año 2006 cuando se crearon 311 grupos de investigación, frente a los 65 creados en el año 2012; en segundo lugar, el crecimiento poco cualificado de dichos grupos reflejado en que el 70 % de estos no están avalados o no son reconocidos.

Aquella misión de sabios llamó la atención sobre la necesidad de democratizar, descentralizar y garantizar la calidad de la educación superior dado que la investigación en este nivel educativo permite ampliar las fronteras del conocimiento.

Por democratizar, se entendió la necesidad de hacer de esta un derecho garantizando el acceso y permanencia de los estudiantes; descentralizar implica nivelar por lo alto garantizando acceso y permanencia a educación de alta calidad en todo el territorio nacional. Finalmente, la misión de sabios señaló que la calidad implica condiciones materiales para el buen desarrollo del proceso educativo, tales como financiación adecuada, formación docente e infraestructura.

Dos décadas después de la misión de sabios, el panorama en materia educativa es desolador. El déficit de las universidades públicas supera los 16 billones de pesos; la ley de inspección y vigilancia tramitada bajo el manido propósito de combatir la corrupción barrió con los restos de la maltrecha autonomía universitaria herida de muerte con la ley 30 de 1992, mientras multinacionales de la educación superior con ánimo de lucro como Whitney University campean por el país con la venia de la Ministra Parody y el presidente Santos.

Lo que el ministro de Hacienda llamó
“austeridad inteligente”,  ¡muy inteligente!
pagar la crisis con menos ciencia y educación.

El déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos del país, la amenaza de un escenario de estanflación, el crecimiento y encarecimiento de la deuda y el hueco fiscal que crece, producto del fracaso del modelo neoliberal, agravarán aun más la situación Colciencias y de las universidades públicas, pues la receta del Gobierno Santos ha sido poner a pagar la crisis a las mayorías aumentando la asfixia presupuestal en estas áreas. Lo que llamó el Ministro de Hacienda “austeridad inteligente”, ¡muy inteligente! pagar la crisis con menos ciencia y educación. Lo peor, todo indica que en 2016 la crisis se agudizará.

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