El misterioso secuestro de Melissa Martínez, la sobrina nieta de Gabo

El misterioso secuestro de Melissa Martínez, la sobrina nieta de Gabo

A pesar del hermetismo, el principal sospechoso es Chucho Mercancía, de Los Pachencas el grupo que siembra el terror en la zona y que en Bogotá se niegan a reconocer

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octubre 17, 2018
El misterioso secuestro de Melissa Martínez, la sobrina nieta de Gabo

El sábado pasado, el 13 de octubre, Mellisa Martínez  cumplió 34 años. Su familia regada en la costa Caribe,  encendió las velas en un cumpleaños simbólico. Malú, su perra, aúlla en las noches inconsolable. Mellisa siempre fue reservada, silenciosa y eficaz como Amaranta Buendía. Con la calma propia de los García, y de su abuelo Jaime, el hermano mayor de Gabo, manejaba una finca en la vereda La Zona Banera que visitaba desde Santa Marta, donde vive, al menos tres veces a la semana. Estuvo allí el 20 de agosto y desde entonces no se tiene rastro. Su camioneta Nissan Blanca apareció cinco  días después en un paraje distante de la finca de trabajo, casi que en el otro extremo, en el corregimiento de Minca situado en una estribación de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Jesús María Aguirre, alias Chucho Mercancías, conocido como el Zar de la Sierra, es el principal sospechoso. Su nombre empezó a sonar cuando en enero de 2012 recibió, con varios del entonces Clan del Golfo al recién posesionado alcalde Carlos Caicedo, con un paro enorme que bloqueó el comercio en Santa Marta. Fue el primer campanazo del poder que había adquirido el grupo narco en la zona del Magdalena. Alias Chucho Mercancía, el segundo hombre más peligroso del Clan del Golfo, cumplía la orden de su jefe Otoniel de hacerse oír con un violento bloqueo urbano como retaliación a la muerte de su hermano Juan de Dios Úsuga, alias Geovanny. Este había sido dado de baja por la policía del Magdalena en plena celebración de año nuevo en una finca en la vereda Casa Quemada en Acandí, municipio del Chocó. Con esta actuación Aguirre reafirmó su poderío y del pulso que había ganado con otros mandos medios y que le valieron el remoquete del  El zar de la extorsión.

Sus extorsiones tenían ahogado el comercio de Santa Marta y llegó a cobrarle vacunas a 300 locales en pleno centro de la ciudad. Mensualmente llegaba a recolectar cerca de $400 millones. A Chucho le temían. Sus tácticas para cobrar iban desde la tortura hasta el asesinato. Con su orden todos los locales de San Andresito se cerraron en unión al paro armado. El alcalde Caicedo logró defender la ciudad prendiendo las alarmas y logrando del gobierno nacional el apoyo en pie de fuerza, al punto de que se autorizó crear una comandancia de la policía en la ciudad.  Tres meses después en marzo de 2012, Chucho Mercancía fue detenido pero duró solamente un año en la cárcel. Los Pachenca, fieles al credo de Chucho Mercancía, se sostienen a punta de extorsiones. El narcotráfico y, sobre todo, el contrabando de combustible desde Venezuela son sus principales formas de financiarse. Llegaron a tener tanto poder, antes de la arremetida a la que los sometió la fuerza pública, que llegaron a disputarles al Clan del Golfo la Sierra Nevada de Santa Marta. Y se la ganaron.

Aguirre aprendió de maestros poderosos y perversos como Hernán Giraldo, alias Taladro, jefe del Bloque Resistencia de las Autodefensas Unidas de Colombia. Por su conocimiento y temor que infundía en la zona era conocido como el Señor de la Sierra. Uno de los métodos de intimidación que tenía el para era violar a las mujeres de la región. Dejó, en su estela tenebrosa, 39 hijos que nunca reconoció. Chucho Mercancía nunca se pudrió en la cárcel. En junio de 2013 interpuso un habeas corpus alegando su estado de salud y salió libre. Desde entonces se han impuesto recompensas que van desde los 100 a los 500 millones de pesos. Su nueva faceta en el crimen, siendo el capo máximo de los Pachenca, es prestarles seguridad armada a los camiones llenos de coca que llegan desde el Catatumbo. Se había independizado del Clan del Golfo. La Sierra es la última escala de la cocaína antes de partir, vía marítima, a los Estados Unidos o Europa. Ellos se mueven por la Troncal del Caribe, en el eje Ciénaga- Santa Marta-Riohacha, la zona de influencia por donde desapareció Mellisa Martínez y se han convertido en una verdadera amenaza para los finqueros de la región.

La extorsión ha regresado a la Sierra y según Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, va en franco aumento. Como también los asesinatos, que este año han roto un record: 100 solamente en el primer semestre. Desde Agosto el cerco sobre él se ha cerrado hasta el punto que han caído 24 miembros de la banda Pachenca en medio de una violencia que ha ido en aumento en cumplimiento de su viejo sueño de disputarle el terreno al Clan del Golfo.

El secuestro de Melissa Martínez  es un campanazo de una realidad que empieza a vivirse no solo en el Magdalena con los Pachenca, sin en muchos zonas del país donde la extorsión y el secuestro ha vuelto a aparecer y aunque la gente prefiere no hablar y solucionar calladamente las situaciones, está claro que el orden público ha empezado a deteriorarse y el gobierno nacional tiene que empezar a atender la situación.

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