Jovenel Moise hizo fortuna muy joven gracias a sus exportaciones de banano. En febrero del 2017, luego del cataclismo y el vacío de poder que había desde el 2015, Moise asumió el poder.
Una tormenta azotaba Haití. Los opositores al partido de Moise, Partido Haitiano Tet Kale (PHTK), organizaron una oposición demencial hacia su mandato a pesar de que había ganado con el 55.67% de los votos. Cuando se posesionó, el 7 de febrero del 2017, lo hizo en un palacio presidencial parcialmente en ruinas.
Las promesas de Moise se centraban en la creación de empleos. Al ser un empresario se creía que podía tener más claro como erradicar el desempleo. Pero sus planes nunca despegaron.
Entonces las protestas no han cesado desde febrero del 2019 y transcurrieron durante el año de la pandemia mundial, que Haití pareciera no haberla registrado. No hay datos para saber exactamente cuántos haitianos han muerto por la pandemia. No hay capacidad para hacer una sola prueba. No han recibido vacunas, el caos reina en un país que nunca se recuperó del terremoto del 2010 que enterró a más de 200 mil personas.
Las protestas dejaron cerca de 150 personas muertas y cientos de propiedades destruidas, se centraban en la altísima inflación y por el hambre que se vive. El 60% de la población vive en la miseria y 1.5 millones de niños necesitan actualmente asistencia humanitaria urgente.
En febrero de este año las protestas se intensificaron y la oposición argumentaba que, desde ese mes, al presidente se le había acabado el tiempo. Pero Moise se aferró al mandato y no se quiso levantar del sillón. En realidad las cuentas lo respaldaban: técnicamente le faltaba un año. La respuesta de Moise en enero del 2021 fue disolver el congreso.
Entonces la gente no se volvió a guardar en sus casas y la calle se convirtió en un campo de batalla en donde lo que se pedía era su renuncia inmediata.
En la madrugada del 8 de julio sobrevendría la peor de las tragedias. En el barrio de Petion-Ville, en la calle Pelerin 5, al sur de Puerto Príncipe, Moise y su esposa Martine dormían cuando 28 hombres, sin intercambiar un solo disparo, entraron a la casa presidencial. El presidente Moise recibió 16 disparos de armas de gran calibre, su esposa sobrevivió, a pesar de haber recibido disparos y fue trasladada en un avión hasta Miami donde fue internada en un hospital.
Aunque se sabe muy poco del ataque en las cámaras de video se ve que los hombres con chalecos de la DEA, una vez mataron al presidente abordaron cinco camionetas y tranquilamente salieron de la casa sin que hubiese un solo intercambio de disparos con la guardia presidencial.
Apenas se supo el asesinato del presidente la gente salió a la calle llena de odio buscando venganza, hubo desordenes, incendios y confrontaciones entre los bandos que querían que Moise se fuera y los que esperaba que terminara su mandato. Según el primer ministro de Haití Claude Jossep se sabía de la existencia de un grupo de haitianos ricos empeñados en matar a un presidente que estaba haciendo una cruzada contra la corrupción.
Once de estos mercenarios entraron a la embajada de Taiwan buscando refugio. Allí fueron capturados. Dos eran estadounidenses con nacionalidad haitiana. La Interpol le pidió al Ministerio de defensa colombiano en cabeza de Diego Molano, información sobre 26 de los atacantes, quienes serían ex militares. Todo sigue siendo muy confuso.
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