Resulta curioso y hasta intrigante la historia que envuelve la ascendente carrera política del senador Carlos Meisel.
En este mundo de la política se pueden explicar muchas cosas con ejemplos, pero todavía no tenemos registros ni antecedentes que expliquen cómo este candidato al concejo de Barranquilla en 2015 se convierte en concejal en 2016 y luego, un año más tarde, lo eligen como senador, el más joven del país.
Llega al Congreso con su poca experiencia y notable tartamudez, en medio de los cuatrienios legislativos más polarizados y difíciles de la historia del país. Sin embargo, el 26 de julio del año en curso alcanzó la presidencia de la Comisión IV, razón por la cual es el responsable de liderar los temas gruesos presupuestales del país.
Conociendo el entorno imperfecto en el que nos movemos, somos varios los que nos preguntamos: ¿y todo eso lo ha hecho solo?
En poco tiempo ha sido uno de los senadores que se mueve como pez en el agua en el Congreso. Tiene amigos liberales, conservadores, cristianos, en La U, los verdes y hasta algunos miembros de la Colombia Humana.
Estos cariños con la oposición no les gustan a ciertos miembros de su partido, desde donde también nos dijeron que Meisel es el as bajo la manga de Uribe para alcanzar el poder en el mediano plazo. Y que lo tiene “apenas en la etapa de incubación”. Lo cierto es que hasta ahora las cosas le han salido bien. Esta reforma tributaria que se acaba de aprobar bajo su Presidencia tuvo un final muy diferente al que tuvo el desastre de la reforma pasada.
De Meisel se conoce también que es aficionado a la música, que canta, baila y disfruta poco los protocolos y lujos; le gusta la vida nocturna y asiste recurrentemente a fiestas, en las cuales nos dicen que a veces se emociona y se pasa de copas. También afirman que es un personaje arrollador, carismático y con una memoria envidiable.
Sea lo que sea, aquí estamos frente a una historia digna de nuestra atención y seguimiento. A la que le tendremos la lupa puesta.
¿Estaremos frente a otro títere sin rostro de algún cacique político que aún se mantiene anónimo? ¿O realmente estamos frente al próximo fenómeno político de Colombia?