En 1983, poco después de recibir el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez escribió un reportaje para la Revista Semana en el que relataba la desaparición de Jaime Bateman Cayón, el cofundador y primer comandante máximo de la guerrilla del M-19 fallecido en abril de ese mismo año.
“Bateman, misterio sin fin”, tituló Gabo a su trabajo periodístico para describir el deceso del samario, quien pasó los últimos instantes de su vida a bordo de una avioneta, acompañado por dos militantes del M-19, la caleña Nelly Vivas, Conrado Marín y el político conservador Antonio Escobar, quien piloteaba la aeronave que se accidentó en las selvas del Darién. Para el Nobel, nunca se supo si se trató de un simple accidente o si fue provocado.
Nueve meses después de la muerte de Bateman, cuando apareció su cuerpo junto con los de los otros tripulantes, comenzaron a salir versiones que nunca fueron comprobadas sobre si el accidente pudo haber sido provocado por disidentes de la propia guerrilla que presuntamente habrían alterado la brújula del avión.
Un nuevo capítulo de este misterio se vivió en el Gimnasio Moderno durante la presentación del nuevo libro de Patricia Lara, La espada de Bolívar, en el cual la periodista y escritora hizo un rastreo a lo largo de la historia de uno de los objetos más simbólicos de Colombia, el cual alcanzó a estar en manos del propio M-19.
Patricia Lara y su colega Germán Castro Caicedo (q. e. p. d.), este último con un reportaje exclusivo publicado en el diario El Siglo en donde era director el político conservador, Álvaro Gómez Hurtado (q. e. p. d.), supuestamente asesinado por el Secretariado de las Farc, fueron los primeros periodistas que tuvieron contacto con el líder guerrillero urbano que provenía de las filas.
Cuarenta años después de estos hechos, durante el lanzamiento del libro sobre el trasegar de la espada de Bolívar, se evocó ese oscuro episodio y en un momento se dio a entender que detrás de la muerte de Bateman pudieron haber estado las Farc, guerrilla a la que contrarió junto a Iván Marino Ospina, quien también llegó a ser Comandante del M-19.
El comentario provocó la irritación de Pablo Catatumbo, excomandante de las Farc, integrante del secretariado de la desmovilizada Farc-EP y hoy senador de la República por el Partido Comunes tras el Acuerdo de Paz que firmó esa antigua guerrilla con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos en 2016. Catatumbo hablaba con conocimiento de causa por haber empezado su militancia al lado de Bateman después de entrar a las Juventudes Comunista.
El caleño pidió permiso, se subió al escenario, tomó el micrófono y reiteró en forma airada que: “Las Farc no mandó a matar a Jaime Bateman Cayón”, dijo y recordó que fue justamente Bateman quien lo convenció de unirse a las Farc cuando era joven por allá a mediados de los años 70, lo sigue recordando con admiración y como dijo Gabo: “su muerte sigue siendo un misterio sin fin”.