Daniel Noboa, heredero de un emporio creado por su abuelo, acaba de lograr lo que su padre no pudo. Es el nuevo presidente de Ecuador. Cuando Luis Adolfo Noboa Naranjo murió en 1994 era, de lejos, el hombre más rico de Ecuador, el empresario más importante del siglo XX y la cabeza de un emporio bananero capaz de competir exitosamente con las grandes multinacionales. Tenía un enorme poder político, y había iniciado una dinastía de tres generaciones. Álvaro, el hijo que compitió cinco veces para ser presidente de Ecuador, y Daniel, el nieto que en diciembre ocupará la silla del Palacio Carondelet.
La fortuna bananera fue creada a pulso por el abuelo. Lucho – como era conocido Luis Noboa- llegó a ser el cuarto productor de banano del mundo y se midió con las poderosas Chiquita Brands y Dole Foods. Era hijo de un odontólogo de Ambato, de Adolfo Noboa y la costurera Zoila Matilde Naranjo, quien debió irse a Guayaquil cuando Adolfo murió al caer de un caballo ella y tuvo que echarse al hombro a los cuatro hijos haciendo los uniformes para los niños de las escuelas cercanas.
El pequeño Lucho salió de la primaria para ayudar a la familia. A los 12 años trabajaba en las calles de Guayaquil vendiendo billetes de lotería y se paseaba por el cuadrilátero anunciando los asaltos en las peleas de boxeo. Capturó la atención de Juan Xavier Marcos, un empresario muy rico, propietario del Banco Sociedad General de Crédito, entidad que se dedicaba a financiar a importadores y exportadores, donde el joven había entrado como conserje, y se convirtió en su protegido.
Sus primeras aventuras empresariales se hicieron a punta de crédito del banco y negociando arroz que llevó a Venezuela. El éxito se empezó a fraguar después de la Segunda Guerra Mundial cuando entró al negocio del banano como agente de Standard Fruit Co., la empresa predecesora de Dole Food que había llegado al Ecuador porque el Mal de Panamá había afectado a todas sus plantaciones en Centroamérica. El banano en ese entonces era un producto marginal y las exportaciones apenas eran del 4 %. Tampoco existía una buena infraestructura que permitiera adquirir la fruta por carreteras.
Entonces se abrió la gran oportunidad: Noboa tenía lanchas por medio de las cuales la Standard podía retirar el banano por vía fluvial. Así nació la Compañía de Comercio y Transporte S.A, que posteriormente pasaría a llamarse Exportadora Bananera Noboa.
Ocho años después ya era don Luis quien exportaba el banano a Europa y el empresario que se diversificaba con la concesión de Quaker Oats y la compra de Molinos Poultier para crear la Industrial Molinera y la Exportadora Bananera Noboa. Negocio este en el que se ha encontrado con Colombia en la comercialización de la fruta en los mercados mundiales, donde compite con los bananeros colombianos. Paralelamente, el millonario seguía con el negocio del arroz que marcó sus inicios, ahora podía comprar la gran productora de arroz, la Hacienda San Luis de Jujan y hacer una piladora de tamaño internacional.
Un imperio hecho a pulso y con gabelas
Noboa contaba con varias ventajas, quizás la más importante era el control de los embarques en Ecuador. Ecuador exigía en esos tiempos que la carga que entraba o salía del país se transportara en barcos de bandera ecuatoriana, como la flota Ecuadorian Line de Noboa, con combustible subsidiado.
La dictadura militar que tomó el poder en 1972 lo acusó de evasión de impuestos y ante el encarcelamiento de dos altos ejecutivos suyos, entre ellos el futuro presidente León Febres Cordero, decidió irse a Nueva York. Allí se vinculó a las finanzas internacionales, entabló amistad con David Rockefeller y conoció de cerca el mercado mundial del banano.
Sacó a flote muchas de sus innatas habilidades empresariales, como la de mantener una estructura de bajo costo que le permitía administrar 40 millones de cajas de fruta con una empresa y un gerente mientras sus competidores tenían filiales en varios países para hacer lo mismo.
El Wall Street Journal resaltaba también su agilidad para enfrentar la reducción de precios del banano, un producto muy perecedero. Decía el diario estadounidense que si dos barcos tocaban puerto, uno de United Fruit y otro de su compañía, y él tenía que bajar los precios a la mitad, lo hacía en un minuto, mientras el ejecutivo de United tenía que comunicarse con el jefe de la filial que jugaba en el campo de golf.
Quienes conocieron su estilo gerencial sostienen que a la agresividad comercial se oponía la cautela y el conservatismo en las finanzas, a tal punto que cuando sus compañías se valoraban en USD 2.000 millones, la deuda era de USD 150 millones.
Al momento de la muerte de Luis Noboa a sus 78 años, la marca Bonita, de su propiedad, controlaba el 40 % de las exportaciones de banano de Ecuador, que alcanzaban USD 800 millones y sus empresas representaban un 5% del Producto Interno Bruto de Ecuador.
Su sucesión tomó dos años de litigios entre su viuda Mercedes Santistebán y las hermanas Noboa Pontón, y más USD 20 millones en abogados, según Forbes, para que la compañía finalmente quedara en manos de Álvaro. El Grupo Noboa controla desde el cultivo del banano, hasta la producción de cartones para su embalaje, y los navíos en que se exporta. Además, es dueño de Industrial Molinera, Corporación Automotriz y 114 empresas que fundó Noboa Naranjo. Álvaro Noboa es hoy el hombre más rico de Ecuador con USD 910 millones y 150 empresas en 50 países, fortuna que él dice haber hecho por sí mismo porque de su padre solo le quedó el 1 %. Menos, su inmenso poder político, que en su momento fue reconocido como el más grande del país. ”Si Lucho quería que se aprobara una ley, se aprobaba”, dijo alguna vez el presidente de la junta de Del Monte señalando sus gabelas frente a las multinacionales.
La tercera generación en la palestra política
Álvaro Noboa intentó sin éxito cinco veces llegar a la presidencia. Hoy es la tercera generación la que está en la palestra con Daniel Noboa como protagonista. A sus 35 años acaba de propinar la más grande sorpresa política al poner patas arriba el tablero electoral con el 24 % de los votos y entrar a la segunda vuelta el 15 de octubre con Luisa González (33 %), la ficha del expresidente Rafael Correa.
Un verdadero déjà vu político: en la segunda vuelta de las elecciones del 2006 Álvaro Noboa se enfrentó a Correa y perdió por dos dígitos. Daniel busca esta vez cambiar la historia. Va en ascenso. Del sexto puesto entre ocho pasó al segundo, tras el asesinato de Fernando Villavicencio diez días antes de elecciones y tiene el apoyo del anticorreísmo de Zurita y la adhesión del otro guayaquileño, Jan Topic de ultraderecha, que sumaron 31 puntos en las elecciones.
Daniel Noboa se ha presentado como un líder promercado de centroizquierda, duro con la delincuencia y especialmente con los carteles de la cocaína que asolan Ecuador. Explicar tan brutal disparada es todo un reto para los analistas que van desde el impacto del atentado hasta una participación brillante en los debates electorales donde se mostró no confrontativo y con chaleco antibalas hablando más de empleo, hasta el trabajo silencioso de una fundación de ayuda social que preside su madre Anabella Azín. La imagen de joven, deportista, sereno, con amplia formación en el exterior, caló.
En política exterior se la ha jugado en contra se la guerra de Ucrania e hizo parte de los legisladores que visitaron a Putin; desde la Asamblea fue uno de los 104 diputados que apoyaron la iniciativa de destituir a Guillermo Lasso. Y trató de desmarcarse políticamente de su padre. Porque para él, ganar la presidencia, era su propio sueño.
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