Juan Sebastián Vásquez Sierra tenía 20 años cuando una enfermedad desconocida lo postró en una cama. Los médicos quedaron helados al conocer el diagnóstico: tenía pandisautonomía aguda paraneoplásica. En pocos meses el joven quedaría sin ninguna movilidad en su cuerpo. A las semanas empezó a darse cuento de la gravedad de la enfermedad que hasta ese momento no tenía cura.
Lo único que le quedaba al muchacho del barrio Castilla de Medellín era la oración. A las complicaciones de movimiento aparecían problemas respiratorios que lo tuvieron dos veces en coma. Los médicos incluso lo habían desahuciado. Una tarde Noelia Corrales, una monja miembro de la congregación religiosa de las Hermanitas de la Anunciación le llevó un vitral, una biografía y un plegable con una oración de Maria Berenice Duque Hacker, la religiosa que fundó su orden en 1943. Esa tarde Noelia le contó al muchacho toda la historia y las obras de la monja a quien ella sin dudarlo consideraba una santa.
El epicentro de su labor social fue en el barrio Villahermosa de Medellín a donde llegó en 1941 después de salir de Salamina, el pueblito de Caldas donde nació el 14 de agosto de 1898. En esa época las negras y las madres solteras eran despreciadas impunemente por toda la ciudad. Con el empeño de su trabajo y la ayuda de varias feligreses lo suficientemente piadosas y adineradas levantó un taller de artesanías donde acogió a toda aquella que quería cambiar su vida. De ese taller, en donde en un primer momento se unieron 12 muchachas, nació la congregación hermanitas de la Anunciación que hoy se ha segregado en 15 países entre los que se cuentan España y hasta Estados Unidos. Junto con ellas regaló su vida, que se apagó en 1993 en Medellín, a los que más lo necesitaban.
Pasaron los días y Juan Sebastián cada vez pensaba más en la posibilidad de forzar su muerte para interrumpir el dolor. En un breve momento de paz buscó en su mesa de noche la biografía de Maria Berenice que le había dado la hermana Noelia. En el desespero del dolor rezó. Entonces ocurrió algo que, casi diez años después, no ha dejado de sorprenderlo. Según sus propias palabras sintió que un hilo invisible lo levantaba de la cama y lo ponía a caminar.
Cerca de veinticinco personas entre los que se contaban médicos, familiares del joven y hermanas de la congregación atestiguaron el milagro. Inmediatamente empezó una investigación liderada por la hermana Alix Mercedes Duarte Roa quien será la postuladora de la canonización. Con paciencia se fueron reuniendo evidencias hasta que el 12 de agosto del 2016 en el auditorio Manuel José Caicedo de la curia de Medellín, la Congregación de las Hermanitas de la Anunciación se reunieron para hacer oficial el envío del expediente de su fundadora al Vaticano. Allí Angelo Amato, el Prefecto Emérito de las Causas de los Santos. A esa reunión asistieron el arzobispo de Medellín, Ricardo Tobón Restrepo, Jorge Aníbal Rojas, el juez delegado del proceso y, en primera fila, Juan Sebastián Vásquez el principal testigo de la santidad de la madre Berenice.
Más de dos años duró el proceso. En ese lapso se abrió un museo en Salamina con objetos de la monja. La espera terminó en la madrugada del 13 de febrero del 2019 cuando el papa Francisco firmó el decreto en donde se reconocía las virtudes heroicas de la madre Berenice y se daba el primer paso para tener una segunda santa en Colombia. Dentro de la Congregación de las Hermanas de la Anunciación se vivió una verdadera fiesta, una alegría que también que compartía Juan Sebastián Vásquez, el joven que se levantó de la cama por la fe que le tenía a la Madre Berenice