El miedo que le tienen los medios a Juan Manuel Santos
Opinión

El miedo que le tienen los medios a Juan Manuel Santos

El expresidente sigue siendo un intocable de la prensa: ni ser uno de los ministros de los “falsos positivos”, ni las denuncias del Ñoño afectan su prestigio

Por:
febrero 25, 2021
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A Santos le sirvió el periodismo para aprender a manipular a los directores de medios. Cuando era presidente cualquier denuncia que saliera contra su mandato significaba una llamada de reproche desde Palacio. Pregúntenle a Vicky Dávila. Sus revelaciones sobre el millonario despilfarro de las almendras y su investigación contra el General Palomino, protegido del presidente, le significó su despido de la F.M. El entonces ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, fue a RCN a pedir en bandeja de plata la cabeza de la periodista. Los medios estábamos maravillados con la posibilidad de terminar de una vez por todas la guerra con las Farc y decidimos respaldar sin asco al presidente y su proceso. El que hablara mal de Santos en esa época era considerado un vil fascista. A dos años de haber dejado la Casa de Nariño sigue siendo un intocable.

Es que no lo puedo creer, ayer el Ñoño Elías hizo una denuncia tremenda. Afirmó que le dio a Roberto Prieto, gerente de la campaña Santos 2014, 800 millones de pesos en una reunión que sostuvieron en su casa en Montería. Y no pasó nada. Ni extras, ni titulares. Ese escándalo se trató en voz baja, con suma discreción. Desprovisto de cualquier tipo de carisma, con un tono de voz monocorde que invita al sueño, Juan Manuel Santos ganó dos elecciones usando lo que mejor sabe hacer: manipular. Usó los votos de Uribe para ser presidente en el 2010 y según las denuncias que hizo el Ñoño, las del 2014 las ganó con los sobornos de Odebrecht. A excepción de Semana y RCN, el resto de medios decidió taparse los oídos.

La semana pasada, cuando la JEP confirmó que no eran 2.248 los muchachos inocentes que mató el ejército e hizo pasar por guerrilleros sino 6.402, el nombre de Santos volvió a pronunciarse en voz baja. Esta aberración tiene como responsable principal el afán del presidente Álvaro Uribe por entregar resultados a los enfebrecidos colombianos que suplicaban sangre durante los dosmiles. Pocos recordaron que uno de los cinco ministros de Defensa que tuvo la Seguridad Democrática fuera el propio Santos. Cuando se tocó el tema los medios cacarearon un hecho incomprobable: que el nobel fue el ministro que pidió la investigación de estos crímenes.

Hasta el 2010 Santos era un uribista insoportable, radical. Ósea, un lambón irritante e incondicional, de esos que tanto aprecia el Gran Colombiano. La manera como hizo la campaña presidencial, atacando a su rival directo, Antanas Mockus, porque el profesor tuvo la valentía de decir que era ateo, recordó la guerra sucia de campañas presidenciales del vecindario como la que le hizo en 1990 Fujimori a Vargas Llosa por haberse declarado agnóstico. Santos les dio protagonismo a las Iglesias cristianas, a los pastores, que pusieron a votar a sus millones de fieles contra el demonio mockusiano. Después, siendo presidente, aplicó el plan que ya tenía Uribe montado para sentar a unas Farc acorraladas en una mesa de negociación y llevarse la única distinción que le hacía falta a su familia: un Nobel.

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Los bienpensantes, en su ciego odio contra Uribe, decidieron nombrar a Santos como un héroe de la democracia y la paz

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Santos representa lo peor de las dinastías políticas bogotanas. La traición, la puñalada trapera, el esnobismo, el dedito parado, criar a dos niños bien forman parte de su cotidianidad. Detesto a Tomás y a Jerónimo pero no los he visto atacar a un periodista con la saña y el mal gusto que lo hace el triplepapito del Martín Santos con Vicky. Esa entrevista que le dio a Pulzo es solo comparada a los trinos de Hassan Nassar contra los periodistas que hablan mal de Duque. Lo triste es ver como los dizqueprogresistas celebran cada ataque de Martín contra Vicky. ¿No se dan cuenta de lo bochornoso que se ve que el hijo de un expresidente ataque a una periodista?

Los bienpensantes, en su ciego odio contra Uribe, decidieron nombrar a Santos como un héroe de la democracia y la paz. Prefieren incluso la arrogancia tan bogotana de Tutina a la presencia anodina, gris, de la actual primera dama. Los Santos quedan mejor en un titular de prensa, claro que sí.

Y a pesar de esa manija que le dio a los grandes medios la popularidad de Santos fue una de las más bajas de la historia. Uribe, sabiendo moverse entre pequeñas emisoras regionales, supo ganarle hasta una elección que tenía ganada, la del plebiscito por la paz. Sin el Ñoño y con un huracán en la Costa, el doctor Juan Manuel se encargó de perder la oportunidad histórica de tener una paz estable y duradera y no este pandemonio que dejó cuando se fue. Santos no solo hizo que los colombianos terminaran odiando aún más a las Farc sino que es uno de los culpables de esa desconfianza que siente el pueblo ante los grandes medios de comunicación.

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