Mientras nos dirigimos a otras elecciones presidenciales en las que, de nuevo, el miedo será el motivo para que millones de electores depositen su voto, el mundo cambia a pasos exponenciales. Por miedo, no hay espacio para pensar a Colombia a largo plazo.
De ahí que, como ha solido pasar siempre que hay profundas transformaciones, actuamos, como colectivo, en forma pasiva y, como nación, nos negamos a extraer dividendos en un mundo en que la tecnología, los modelos de negocios, la manera en que nos educamos y aprendemos, la forma como se prestan los servicios de salud, la movilidad, cambian a velocidad de vértigo. Nos negamos a pensar en el largo plazo porque nos concentramos en fomentar el miedo para obtener ganancias electorales inmediatas.
Miedo a las Farc, al castrochavismo: no hay nada tan rentable en política como la cosecha de adeptos por miedo. Increíble: es probable que, en en 2022 Colombia complete 20 años de gobiernos elgidos a punta de miedo. Parece que el tinto de la probable alianza en el centro estuvo recalentado y poco o nada saldrá de allí y la ilusión de una nueva ola verde quedará en humo que se va. Tendremos, entonces, de aquí al último domingo de mayo, siete semanas de infusiones de miedo y, según las encuestas, hasta podría haber k.o. en primera vuelta. También quienes nos manifestamos a favor del centro caemos en la trampa: nos da miedo que otros promuevan el miedo.
Quienes nos manifestamos a favor del centro
caemos en la trampa:
nos da miedo que otros promuevan el miedo
Por andar en los discursos del miedo, olvidamos que los profundos cambios en las tecnologías, la interedependencia cada vez mayor entre individuos y comunidades a escala planetaria y el cambio climático están moldeando nuevos rumbos en la ciencia y la tecnología que, a su vez, están modificando el discurso político porque está cambiando la forma de crear riqueza.
Los gobiernos de China, el coreano, los alemanes y, en general, los miembros de la OCDE, están hablando de las inversiones y alianzas que necesitan hacer en materia de lo que ahora se llama industria 4.0, energías limpias, vehículos eléctricos, inteligencia artificial y manufactura inteligente, agua potable, ciencias biológicas, para citar algunos campos prioritarios. No se trata de acciones periféricas en los proyectos políticos: están en el centro de la creación de valor y empleo.
Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa, de 40 años de edad, hubiera podido sacar provecho del miedo. Ni mas ni menos que al ISIS, que no da tregua al terror en Francia. En cambio, nos sorprende, de nuevo, por su pretensión de colocar a Francia en el equipo de vanguardia en materia de innovación, ciencIa y tecnología, particularmente en el ámbito de inteligencia artificial.
Acaba de ofrecer una entrevista a WIRED, quizás la revista mas importante del mundo relacionada con los cambios tecnológicos, la innovación y la creatividad (en habla inglesa hay ediciones norteamericana y británica) sobre la estrategia francesa en torno a la inteligencia artificial (IA), un tópico complejo al que pocos líderes políticos se le miden.
¿Por qué IA? Macron responde que, en primer lugar, el impacto de IA sobre la salud, tanto en la prevención como en el tratamiento y en forma personalizada, representa una revolución en la cobertura y la calidad. Predicción de posibles enfermedades por venir, mejores análisis y, en fin, la dramática reducción de los riesgos potenciales en salud serán posibles por la vía la IA. Por otro lado, el cambio sobre la movilidad (vehículos autónomos, por ejemplo) será, también, crucial. Los cambios, dice Macron, no ocurrirán en diez años: es una revolución que ocurre hoy.
La IA producirá una nueva revuelta en los modelos de negocios, destruyendo millones de empleos y, a la vez, creando nuevas oportunidades. No desea que Francia se quede atrás. De ahí que su estrategia incluye investigación y desarrollo y enormes cantidades de dinero para financiar, en forma de capital de riesgo, decenas de miles de nuevas empresas generadoras de empleo y riqueza.
Los candidatos con mas posibilidades de triunfar en Colombia están, de uno y otro lado, sumergidos en el cliché. Miedo al castrochavismo, fumigaciones, supresión de cortes, denuncia de la economía extractiva y pare de contar.
La ciencia y la tecnología, archivadas en un cajón que, a veces, se abre para usufructuar regalías y unos puesticos de burocracia pública. Es que andamos muy ocupados fomentando el miedo y reaccionando, con miedo, frente al miedo.