El ataque, la intimidación, el desconocimiento del trabajo intelectual del otro, el abuso del poder, la sobrecarga laboral son apenas algunos de los factores que terminan en el desplazamiento forzoso de algunos empleados de su empresa.
Parece que ninguna posición de "poder" acepta la diferencia entre la protesta, la oposición sana y válida desde el respeto, y los derechos fundamentales como el trabajo, la vida y el buen nombre.
Son pocos los sindicatos que tenemos para defender los derechos de los y las trabajadoras, y bastante falta nos hace reivindicar y dignificar al empleado. Los despidos masivos o injustificados, el abuso del empleador, sumado a pésimas condiciones laborales, suelen ser aceptadas por el miedo a perder el trabajo.
¿Hasta cuándo seguiremos liderados por figuras que desde su posición de poder (jefes) utilizan el miedo a la estabilidad laboral para imponer sus caprichos e intereses personales?