Lo que pasa en el país no es nuevo. Atropellos contra los campesinos, cada vez más empobrecidos y maniatados por el manejo politiquero del agro, siempre los ha habido. Ya no son solo los cafeteros, ahora se suman a las protestas generalizadas los paperos y los cebolleros, los lecheros y los maiceros, los transportadores y hasta los estudiantes y amas de casa…, todos estrangulados hasta la ruina por los precios imposibles de los insumos agrícolas, las importaciones masivas de productos subsidiados, la gasolina y… mejor dicho todo, todo lo que tiene que ver con el sector agroindustrial del país es un caos que mientras asfixia a campesinos y transportadores pareciera inmunizar, enriquecer y empoderar cada vez más a los políticos tradicionales que nos gobiernan todavía, como si fuéramos los mismos pendejos de siempre, con el encanto de los espejos.
Inaceptable escuchar un gobierno excluyente de sus electores y del pueblo en general negando a través de los medios el caos imperante en todo el territorio nacional. Inaceptable ver en tiempo real infinidad de carreteras bloqueadas, centrales de abasto cerradas por agotamiento, campesinos azotados y arrodillados a la fuerza… mientras tres gordiflones sabiondos y descarados atienden a puerta cerrada y con secretos lo que el gobierno de turno considera el único problema urgente de atender: las FARC.
Todo es traumático y merece ser atendido con la misma urgencia y prioridad. Lo de la guerrilla lo sabemos desde siempre porque ha sido utilizado por todos los gobiernos como su banco de neblina para tapar sus desmanes y torcidos. Pero lo del agro, lo de nuestros campesinos desterrados, empobrecidos y maniatados que cada vez que trataban de hacerse sentir los acallaban con el estruendo de la bota y escondían tras la niebla de la guerrilla, ya es insostenible gracias no a la generosidad solapada de los medios tradicionales monopolizando y manipulando la mentira del gobierno, sino a las redes sociales que facilitan una nueva herramienta de denuncia que a buena hora arranca a ser bien utilizada por el pueblo.
El país está desbordado, fuera de control. No hay gobierno, pero si hay conciencia ciudadana que de alguna manera nos señala con sus quejas a través de las redes sociales, sin retenes mediáticos ni filtros políticos, el norte que debemos seguir.
Colombia es un país con inmensos recursos naturales. Lo único que necesita es organizarse en sus sistemas productivos para generar una economía agrícola y minera que la transforme en una nación independiente y autosuficiente en términos alimentarios y energéticos. Todo lo que tenemos que hacer es deshacernos de los políticos y sus maquinarias y mafias tradicionales. Elegir gente honesta que nos gobierne en sintonía con las aspiraciones de todos los colombianos. Y dejarnos de tanta pendejada con las guerrillas que, como todos nosotros, ya son parte del mismo problema nacional: “el miedo a decirnos y aceptar la verdad”.
