Con ocasión de las movilizaciones que se han realizado en el país desde el 21 de noviembre, el Comando Nacional del Paro le presentó al gobierno 13 puntos, que después se convirtieron en 104, lo que demuestra que los dos años y medio que le quedan al actual mandatario de los colombianos no alcanzarán para negociar semejante mercado persa; además con ello se están dilatando las verdaderas reivindicaciones laborales, sociales y económicas de la población que son apremiantes.
El problema no es de parte del sindicalismo serio que tiene claro lo que busca en materia de reivindicaciones, las dificultades surgen por la mamertería y sus diferentes partidos que quieren convertir las protestas en un aquelarre, exigiendo de todo, pretendiendo hacer la revolución por decreto, subrayando que el sindicalismo —que fue el promotor inicial de las movilizaciones— a veces se deja manosear de los políticos de la llamada izquierda, a los que solo les interesa conquistar la burocracia estatal. Por eso usan las protestas ciudadanas para sus intereses, tomando la política como una manifestación pública de sus pasiones privadas. De ahí que en sana lógica las organizaciones sindicales y sociales deberían tomar distancia de toda esa politiquería izquierdista y tener una agenda independiente.
En estos tiempos los caminos del movimiento sindical de ninguna manera pueden ser los caminos del proyecto totalitario marxista-leninista, por ello el Comando Nacional Unitario —que componen las centrales obreras CGT, CUT, CTC y las confederaciones de pensionados— debería replantear su línea de acción frente al Estado, independientemente de la postura política e ideológica que tengan sus dirigentes, para no caer en la movilización por la movilización o el paro por el paro, ya que eso desmotiva la protesta ciudadana al no mostrar resultados tangibles.
Hay que reconocer que no hubo una conducción acertada de las fuerzas populares, pues muchas de ellas obedecen a grupos y partidos marxistas a los que no les interesan las reivindicaciones sociales y económicas de la población. Por ello los politiqueros de la izquierda al meterle el hocico a las protestas que buscaban en principio soluciones a situaciones concretas, con los trabajadores, los pensionados y los estudiantes, entre otros, lo que hicieron fue dilatar las exigencias que se le hacían al gobierno, incluyendo temas fuera de contexto como la eliminación del Esmad, las negociaciones con el Eln, los acuerdos de paz, reforma a las Fuerzas Militares, libertad de presos, la salida de Colombia de la Ocde, la terminación de los TLC y toda una miscelánea mamerta que pasa por el espejismo y la ficción, en donde una Asamblea Nacional Constituyente le quedaría pequeña, porque en esa instancia si no fuera monopolizada por un sector determinado, tendría que haber consensos.
Todos esos temas políticos partidistas que colgaron como puntos para negociar con el gobierno tendrían diferentes escenarios como el parlamento y la administración de justicia, ya que no se puede al calor de la calle suplantar la obligación constitucional que tienen las otras ramas del poder público. Por eso se dejan de lado los asuntos laborales, económicos y sociales que son preferentes, lo que demuestra imprecisiones en la orientación, pues no se supo percibir el momento. En consecuencia hay que proponer que sindicatos y movimientos sociales actúen solos, sin ese fardo oportunista de los partidos de la denominada izquierda, porque se demostró incapacidad y eso desmotiva a la población para futuras marchas.
Se debe hacer por parte de los sindicatos una racionalización acerca de los sucesos que han acontecido desde noviembre para no caer en los mismos errores, porque esto es igual, guardadas las proporciones, a cuando los trabajadores por medio de un sindicato presentan su pliego de peticiones a una empresa determinada, en donde hay que mostrarle resultados concretos a los asalariados en materia reivindicativa, ya que de lo contrario surge la desazón. Rectificar, basándose en el pluralismo, la independencia y la democracia.
Es muy bien sabido que al extremismo marxista no le importan las soluciones de los problemas sociales y económicos del pueblo, como lo hemos visto con la camarilla comunista venezolana, para no ir tan lejos, siendo esa la misma receta que le tienen los mamertos a Colombia o cuál otra. Entonces la movilización popular es para concertar con el gobierno en asuntos puntuales y no entrar en alucinaciones que distraen a las masas, por eso la lucha por las reivindicaciones no la pueden convertir en un mercado persa, que es lo que está haciendo la grupería comunista para materializar sus aviesos planes.