Cientos y cientos de vendedores que llaman cachivacheros los que tienen sus tiendas sobre lonas o plásticos tirados en el suelo, en el andén de la carrera 10, entre calles Sexta y Séptima, frente al parque Tercer Milenio hecho en la alcaldía de Enrique Peñalosa.
Lo que venden allí en plena la calle son cachivaches viejos que para muchos serían artículos en desuso que de alguna forma huyeron del basurero. Pero en ese lugar funciona una de las leyes del comercio que reza que todo se compra y todo se vende.
Sobre los tendidos se encuentran pilas de celulares que ya no se usan, llantas de carros, herramientas viejas y oxidadas, así como pantalones y camisas y zapatos que parecen haber sido usados por tres generaciones. Aunque allí hay de todo, pero pareciera que casi nada sirve o que le queda muy poco tiempo de uso.
En este mercado de pobres y para pobres se pueden encuentran algunos artículos como chaquetas, zapatillas, billeteras y carteras que parecen haber sido esculcadas y vaciadas tras el raponazo y el atraco de los ladronzuelos en la insegura Bogotá.
Es un paupérrimo mercado de pulgas donde el par de zapatos que el reciclador se encuentra en una bolsa de basura se vende por cinco mil pesos, y donde unos viejos y maltrechos patines que en algún momento pudieron ser un regalo navideño podrán alegrar a un niño humilde por unos 10 mil pesos. Las llantas de coches para bebé que alguien buscará como repuesto de una estropeada carriola allí están, así como también están tirados sobre aquel andén el motor usado de una licuadora y la corroída cadena para una bicicleta.
El problema con estos vendedores y su mercado es la invasión del espacio público. Los cachivacheros se tomaron el andén y también para nadie es un secreto que allí, en medio de la informalidad de su mercado, hay consumo y venta y de artículos robados. Aunque la alcaldía conoce la problemática y en un par de oportunidades han sido sacados de allí, siempre vuelven haciendo de la calle su mejor vitrina.